Mar-a-Lago, mansión de Trump, club de golf e imán para espías
Mar-a-Lago es un imán para espías extranjeros, según advierten varios antiguos altos cargos de los servicios de espionaje sobre el complejo turístico y residencial de Palm Beach donde Donald Trump supuestamente guardó secretos nucleares, entre otros documentos clasificados como confidenciales y sensibles para la seguridad, que el ex presidente mantuvo durante los 18 meses posteriores a su salida de la Casa Blanca.
El periódico The Washington Post informó esta semana de que entre los muchos documentos confidenciales que Trump se llevó de la Casa Blanca en enero de 2021 figura un informe sobre las defensas de un gobierno extranjero no especificado, incluyendo su capacidad nuclear.
También había documentos marcados con las letras SAP, por las siglas en inglés de los Programas de Acceso Especial, que agrupan a las operaciones estadounidenses de espionaje. Su distribución está estrictamente restringida, incluso entre altos cargos de la Administración con autorización de máxima seguridad.
Lo más inquietante de todo es que también había documentos marcados con las letras HCS (Humint Control Systems), es decir con información obtenida por agentes en países enemigos que verían peligrar sus vidas si sus identidades se dieran a conocer.
La evaluación de daños que está llevando a cabo la Oficina del Director de Inteligencia Nacional se centra en la sensibilidad de los documentos. Pero según altos cargos de EEUU le corresponde al servicio de contraespionaje del FBI evaluar quién puede haber tenido acceso a los papeles.
El campo de estudio es grande. La residencia de un expresidente que desconfía de los servicios de seguridad estadounidenses, que se jacta de conocer secretos y con un historial de fascinación por autócratas extranjeros, es un objetivo evidente para los servicios de espionaje extranjeros.
“Sé que los profesionales de la seguridad nacional dentro del Gobierno, mis antiguos colegas, están llevándose las manos a la cabeza por el daño que se puede haber hecho”, dijo el ex responsable de la CIA John Brennan al canal MSNBC.
“Estoy seguro de que Mar-a-Lago ha estado en el punto de mira del espionaje ruso y de otros servicios de espionaje en los últimos 18 o 20 meses, y que si hubieran sido capaces de meter a personas en esas instalaciones, acceder a las salas donde estaban los documentos, y hacer copias, eso es lo que habrían hecho”, añadió.
Infiltradas en Mar-a-Lago
El mes pasado, la red internacional de periodistas que forman el proyecto de investigación sobre corrupción y crimen organizado (Organized Crime and Corruption Reporting Project) informó de que una inmigrante rusoparlante originaria de Ucrania se hizo pasar por Anna de Rothschild para mezclarse en Mar-a-Lago con la familia y los amigos del expresidente Trump presentándose como una heredera de la dinastía bancaria.
Hija de un camionero que emigró a Canadá, Inna Yashchyshyn deleitó a los que la rodeaban con historias de viñedos y fincas y de su infancia en Mónaco. Hasta se encontró en persona con el expresidente y se hizo una foto con él en un campo de golf. No hay pruebas de que Yashchyshyn fuera una espía pero el episodio dejó en evidencia lo fácil que es acceder a Mar-a-Lago.
Durante la presidencia de Trump dos mujeres de China fueron sorprendidas entrando en la residencia, cada una en una ocasión diferente. Una de ellas, Yujing Zhang, llevaba encima cuatro teléfonos móviles, un ordenador portátil, un disco duro externo y una memoria USB con malware [programa maligno], según se descubrió después. Los investigadores encontraron en su habitación de hotel nueve unidades USB, cinco tarjetas SIM y un “detector de señales” para detectar micrófonos y cámaras ocultas. La declararon culpable por entrar ilegalmente a un edificio de acceso restringido y por mentir a un funcionario federal. En 2021 fue deportada a China.
Las visitas, hayan sido invitadas o no, no son el único problema de seguridad. En 2021, la Organización Trump buscaba 87 trabajadores extranjeros para cubrir puestos en Mar-a-Lago con salarios que comenzaban en 11,96 dólares la hora. “Cualquier servicio de espionaje extranjero competente, ya sea el que pertenece a China, el que pertenece a Irán, a Cuba, y ciertamente a Rusia, están y estaban interesados en obtener acceso a Mar-a-Lago”, dijo al canal MSNBC Peter Strzok, ex subdirector de contraespionaje del FBI.
Traducción de Francisco de Zárate
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