El todavía príncipe Carlos estaba junto a la reina en Balmoral enfrentándose a una triste realidad: la muerte de su querida madre le llevaría a la mayor transición de su vida, de heredero a rey. Y entonces, este jueves por la tarde, sucedió: el Palacio de Buckingham anunció el fallecimiento de Isabel II.
Carlos, ahora el rey Carlos III, tiene 73 años y lleva siete décadas siendo el siguiente en la línea de sucesión al trono. Ha sido la espera más larga, con diferencia, en la historia de la monarquía británica. Ni él ni los miembros de su corte han querido hablar nunca en público del momento en que terminaría esa espera: la posibilidad de la muerte de la reina siempre ha sido considerada como una cuestión triste de puertas para adentro.
“Nunca quiso pensar en su acceso al trono porque eso significaba la muerte de su madre”, decía este jueves un antiguo asistente.
Pero mientras los médicos oficiales expresaban su preocupación por la salud de la reina y sus otros hijos y nietos se apresuraban a estar junto a ella, el papel de heredero que ha definido la vida de Carlos desde los tres años, cuando su madre accedió al trono en 1952, parecía estar cada vez más cerca.
Ahora comienza un nuevo capítulo en la vida de Carlos que, inevitablemente, será más corto. Convertirse en monarca de Reino Unido y 14 reinos de la Commonwealth, desde Canadá hasta Australia, le permitirá encontrar la respuesta a una pregunta que lleva décadas rondándole: después de una vida de cierta franqueza en sus intervenciones públicas, ¿qué tipo de rey será?
En los próximos días se enfrenta al doble reto de llevar su propio duelo mientras dirige el luto de la nación. “Estará centrado en lo personal y en la familia, pero para palacio será cuestión de [elegir] lo que hay que hacer y decir para guiar a la nación en su luto, y también para definir los primeros pasos del nuevo reinado”, dice otro exasistente. Según indican los antiguos ayudantes, Carlos tiene una “profunda habilidad emocional” con personas en momentos de pérdida, una cualidad que, predicen, le servirá a él y al país en período de luto.
La familia, reunida en Escocia
Este jueves, la atención estaba centrada en la familia a medida que los hijos y nietos se congregaban en torno a la reina. El príncipe Guillermo, que se ha convertido en príncipe de Gales y el primero en la línea de sucesión al trono, se apresuró a viajar desde Berkshire a Balmoral. Kate, la duquesa de Cambridge, se quedó en Windsor cuidando de sus hijos George, Charlotte y Louis, en el primer día completo de clases de su colegio nuevo.
Ahora que su padre se ha convertido en rey, el hijo de Carlos también asumirá la responsabilidad, y los multimillonarios ingresos, que generan las propiedades del ducado de Cornualles.
El segundo hijo de la reina, el duque de York –apartado de sus funciones reales por los vínculos con el delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein–, viajó a Aberdeen en el mismo avión de la Fuerza Aérea Británica (RAF) que el duque de Cambridge y el conde y la condesa de Wessex. Aterrizaron poco antes de las 16:00 horas.
En Balmoral, se unieron a la princesa Ana, la duquesa de Cornualles –la nueva reina consorte– y el príncipe de Gales. En los últimos días, Carlos y Camilla han estado atendiendo compromisos en Escocia y se dice que por las mañanas Carlos hacía visitas regulares a su madre, que seguía con problemas de movilidad.
Un portavoz del duque y la duquesa de Sussex, que casualmente habían viajado a Reino Unido desde su casa en California, comunicó que también viajaban a Escocia. Tenían previsto asistir a la ceremonia de entrega de los premios WellChild en Londres durante la noche del jueves. La agencia de noticias Press Association informó más tarde que Harry viajaría a Escocia solo.
En abril de 2021, Carlos perdió a su padre, el príncipe Felipe, que murió a los 99 años en el castillo de Windsor. Su “querido papá”, dijo poco después, “era una persona muy especial”.
El pasado junio, dedicó a su “mami” un sentido discurso frente al Palacio de Buckingham durante la celebración del jubileo por los 70 años de su reinado. “Ríes y lloras con nosotros y, lo más importante, has estado ahí para nosotros, durante estos 70 años”, dijo antes de hablar del futuro con la esperanza de celebrar que uno de los caballos de Isabel II ganara la carrera de Epsom Derby el próximo verano.
Una generación diferente
El Palacio de Buckingham, la casa de Carlos con sede en Clarence House y el Palacio de Kensington (corte de los duques de Cambridge y, hasta 2020, de los duques de Sussex), llevan varios años planeando la sucesión en la cúpula del Estado británico.
Los miembros más jóvenes de la familia han ido asumiendo cada vez más funciones reales. Guillermo y Kate han aumentado su visibilidad, asumiendo funciones formales a petición de la reina. El duque de Cambridge, por ejemplo, asumió el año pasado el papel de Lord High Commissioner e inauguró la Asamblea General de la Iglesia de Escocia.
Carlos asumirá un papel destinado a representar la estabilidad en tiempos de transformación, en un momento de gran fluctuación política y social. Pero, como príncipe de Gales, tiene a sus espaldas décadas de servicio activo y confía en estar a la altura esta tarea. Además, pese a sus 73 años, representa a una generación diferente a la de la reina: será el primer monarca británico que fue al colegio.
El nuevo rey se ha reunido con decenas de líderes extranjeros y ha interactuado con numerosos gobiernos británicos. La red de causas y organizaciones benéficas que ha desplegado le ha servido para conectar con algunas de las preocupaciones de los británicos de a pie, aunque también le ha llevado a entrar en conflicto con otros.
Convirtió a su corte en una especie de gran salón donde se reunían los poderosos, juntando a líderes empresariales, religiosos y políticos para hablar de temas que iban desde la sostenibilidad hasta la renovación urbana. En ocasiones, sus opiniones sobre la agricultura, las terapias alternativas y los estilos arquitectónicos provocaron roces con otros sectores de la sociedad civil, pero Carlos se ha erigido en una especie de tribuno de la plebe que refleja, según él, las opiniones de la mayoría silenciosa.
En 2014, The Guardian preguntó a un miembro de la corte que lo conoce desde hace muchos años qué tipo de rey sería Carlos: “En sus intervenciones será fiel a sus creencias; en lugar de una reinvención completa para convertirse en un monarca al molde de su madre, la estrategia será tratar de continuar con la sinceridad de sus intervenciones, aunque revisando el tono y el contenido en cada una de ellas para asegurarse de que no daña a la monarquía”.
En junio, cuando se supo que Carlos había expresado opiniones contrarias a la política del Gobierno británico de deportar a los solicitantes de asilo a Ruanda, Clarence House emitió un comunicado afirmando que, como rey, se mantendría “políticamente neutral”.
Traducción de Francisco de Zárate.