La presa de Mosul corre el riesgo de derrumbarse y provocar un millón de víctimas
Los ingenieros iraquíes que participaron en la construcción de la presa de Mosul hace 30 años han advertido del riesgo de su inminente derrumbamiento y afirman que el consiguiente número de víctimas podría ser peor de lo esperado.
Señalan que la presión en la estructura de la presa aumenta a medida que la nieve se derrite y cada vez más agua fluye hasta el embalse, que ha alcanzado su máxima capacidad. Las esclusas, utilizadas normalmente para liberar esa presión, están atascadas y cerradas.
Los profesionales también indican que un año después de que el Estado Islámico se hiciese temporalmente con la presa, no se ha reemplazado la maquinaria ni se han reunido los suficientes trabajadores. Creen que esa es la causa de que las grietas en la roca porosa bajo la presa se estén haciendo más grandes y peligrosas cada día.
El Gobierno iraquí anunció el miércoles que ha firmado un contrato por valor de 273 millones de euros con una empresa italiana para reforzar y hacer el mantenimiento de la presa durante 18 meses, tras las conversaciones en Nueva York entre el ministro italiano de Exteriores, Paolo Gentiloni, y altos cargos norteamericanos e iraquíes. Italia ha anunciado que planea enviar 450 militares para proteger la presa, pero no está claro cuánto tiempo costará reemplazar la maquinaria dañada y juntar al personal necesario.
Los ingenieros alertan de que la pérdida potencial de vidas durante el catastrófico derrumbe de la presa de Mosul podría ser incluso mayor que las 500.000 víctimas que estiman las autoridades. Incluyen a muchas más personas que pueden morir en una avalancha de pánico, con una ola de 20 metros atizando la ciudad de Mosul y desplazándose hacia el valle del Tigris a través de Tikrit y Samarra hasta Bagdad. Uno de estos expertos, que ahora reside en Europa, considera insuficiente la política de emergencia del Gobierno de Irak, que insta a los ciudadanos a alejarse seis kilómetros de las orillas del río.
Nasrat Adamo, el antiguo ingeniero jefe de la presa, que invirtió la mayor parte de su carrera en reforzar los errores de base de su construcción, afirma que la estructura solo resistirá si hay equipos que rellenen los poros de la roca –mediante la técnica de la lechada– durante las 24 horas del día. Pero este nivel de mantenimiento, que se remonta a la construcción de la presa en 1984, se abandonó tras la ocupación por el ISIS.
“Teníamos a 300 personas trabajando todo el día divididos en tres turnos, pero muy pocos han regresado. Como mucho hay 30 trabajadores ahora”, confirma Adamo en una entrevista por teléfono desde Suecia, donde trabaja como asesor. “La maquinaria para sellar ha sido saqueada. No hay reservas de cemento. Está yendo de mal en peor, y el asunto es urgente. Lo único que nos queda es tener esperanza”.
Inundación en la reserva
Al mismo tiempo que la roca base se debilita y se vuelve más porosa, la presión en la presa está aumentando por la riada primaveral de agua derretida que llega a la reserva. Las puertas gigantes, que rebajan esta presión dejando que el agua pase a través de ellas, están ahora atascadas.
“Una está atrancada y, siendo así, hay que cerrarlas todas. Tienen que trabajar juntas”, dice Adamo. “Si no, el caudal sería desigual y aceleraría la erosión”.
Nadhir al-Ansari, otro ingeniero iraquí que participó en la construcción de la presa, también se ha manifestado sobre la crecida del agua en el tanque. “El hecho de que las salidas inferiores estén taponadas es lo que realmente nos preocupa”, dice Ansari, ahora profesor en la Universidad Tecnológica de Lulea en Suecia. “En abril y mayo habrá mucha más nieve derretida y provocará una inundación en la reserva. El nivel de agua es ahora de 308 metros y crecerá hasta los 330. Y la presa no es como antes. Las cavernas en su base se han agrandado. No creo que la estructura resista esa presión”.
“Si la presa se derrumba, el agua llegará a Mosul en cuatro horas. Y a Bagdad en 45. Algunos hablan de medio millón de muertes, otros de un millón de víctimas. Yo me pongo en lo peor ante la ausencia de un buen plan de evacuación”.
Ansari ha tildado la respuesta del Gobierno, que recomienda a la población que se aleje seis kilómetros del río Tigris, de “ridícula”. La embajada de EEUU en Bagdad, sin embargo, ha urgido a los ciudadanos norteamericanos a que abandonen la zona. “¿Qué es lo que van a hacer esas personas, millones de personas, cuando se alejen 6 kilómetros? No tienen ningún apoyo allí. Nada que les ayude a sobrevivir”.
La obra faraónica de Hussein
La presa de Mosul fue diseñada en 1950, pero su construcción se pospuso debido a la complicada situación geológica del Tigris, donde gran parte de la roca base es soluble. Finalmente fue levantada durante el régimen de Sadam Hussein y considerada como una obra imponente para esa época. Por aquel entonces, Ansari era el asesor científico del Ministerio de Agua e Irrigación.
“Fui a visitar el lugar y vi el tipo de piedra que era. Había mucho yeso y anhidrita, que son materiales muy solubles. Estaba muy preocupado y se lo transmití al director general. ”No te preocupes, está todo bajo control“, me dijo”.
En los siguientes años, varios asesores extranjeros llamaron la atención sobre la debilidad de las formaciones rocosas, pero el Gobierno iraquí siempre aseguraba que podía ser resuelta a través de la lechada. La decisión de seguir adelante con la construcción fue llevada acabo por uno de los vicepresidentes, Taha Yassin Ramadan. “Ramadan estaba encantado de tener la presa”, cuenta Ansari. “Quería demostrar a Sadam que estaba haciendo algo brillante, y él venía de Mosul, así que quería crear puestos de trabajo para los habitantes de la zona. Esto aceleró el proceso”.
La presa fue asignada a una empresa de asesores suiza y construida por un consorcio ítalogermano en 1984. El agua empezó a filtrarse en 1986, cuando se hizo evidente que los problemas geológicos eran más graves de lo que los consultores habían predicho. Desde entonces, se necesitó un mantenimiento constante para rellenar las cavernas que el agua había formado a través de la roca base soluble. Los ingenieros han utilizado desde el primer momento un total de 95.000 toneladas de conglomerado de distintos tipos.
“Todo lo que se consigue con esta técnica es prolongar la vida de la presa. No existe una solución permanente, excepto construir una nueva”, confirma Ansari. Una segunda estructura, la presa de Badush, se empezó a construir a 20 kilómetros de la superficie del agua para evitar la posible catástrofe de la acequia de Mosul. Pero el trabajo en Badush fue interrumpido en los años 90 debido a la presión de las sanciones, que la dejó construida al 40%.
Roma ha anunciado una conferencia internacional en abril para discutir las vías de prevención del desastre, pero puede ser demasiado tarde. “Nadie sabe cuándo se va a derrumbar”, advierte Adamo. “Podría ser dentro de un año. Podría ser mañana”.
Traducción por Mónica Zas