No se consideran víctimas y no necesitan la simpatía de nadie. No tienen tiempo para las “feministas quejicas”. Tampoco hay necesidad de que el Gobierno garantice la igualdad salarial. Lo que tienen se lo han ganado y, a menudo, hacen malabares para conciliar su vida profesional con la gestión de un hogar y las labores de crianza. Quieren tener derecho a llevar armas para protegerse a sí mismas y a sus seres queridos.
Esta es la descripción de las mujeres antifeministas que apoyarán a la extrema derecha, al exmilitar paracaidista Jair Bolsonaro, en la segunda cita electoral de Brasil. Se trata de un hombre que ha sido acusado una y otra vez de misoginia y racismo.
“Realmente no le veo ningún sentido al feminismo a día de hoy: hombres y mujeres son iguales en Brasil”, asegura Ana Moraes, una abogada jubilada de 56 años que tiene la intención de votar a Bolsonaro el 28 de octubre. “Estas mujeres feministas que gritan y se quitan la ropa... es algo muy atrasado. Bolsonaro no resta ningún derecho a las mujeres”.
A lo largo de sus 30 años de carrera política, Bolsonaro se ha hecho famoso por sus comentarios machistas. Una vez le dijo a otra legisladora que ni siquiera “merecía ser violada” y, hace poco, dijo que no pagaría a las mujeres el mismo salario que a los hombres.
En el año 2013, calificó a la secretaria de política de la mujer de “gran bollera”. Durante el juicio político a la primera mujer presidenta del país, dedicó su voto al coronel que durante la dictadura había supervisado su tortura.
Ese tipo de lenguaje le convirtió en una figura muy odiada para muchos y alimentó un alto índice de rechazo entre las mujeres: incluso cuando Bolsonaro se adelantó en las encuestas, el 50% de las votantes dijo que nunca le apoyarían. Muchos encuestadores habían supuesto que esta misoginia se traduciría en una especie de límite natural a su cuota de voto entre las mujeres, pero en las etapas finales de campaña esta previsión se ha roto.
El fin de semana anterior a la primera vuelta, concretamente el 7 de octubre, decenas de miles de personas participaron en marchas por todo el país bajo el lema #EleNao (“él no”) en la mayor manifestación organizada por mujeres de la historia de Brasil. Pero lejos de sumarse al feminismo, Bolsonaro y sus seguidoras duplicaron sus ataques.
“Las mujeres de derechas son más higiénicas”
Cuando los seguidores de Bolsonaro realizaron sus propias manifestaciones, su hijo Eduardo dijo: “Las mujeres de derechas son más guapas que las de izquierdas. No muestran los pechos ni defecan en las calles. Las mujeres de derechas son más higiénicas”.
En las redes sociales –lugar en el que Bolsonaro ha centrado la mayor parte de sus esfuerzos–, circulan memes en los que aparecen imágenes enfrentadas de mujeres a favor y mujeres en contra de Bolsonaro.
En una de ellas se puede ver a una partidaria de Bolsonaro rodeada de banderas brasileñas, con los ojos cerrados y el puño en el aire con una niña durmiendo en sus brazos; en cambio, la mujer que grita en contra de Bolsonaro, aparece con el torso desnudo y cubierta de pintura corporal. Cabe mencionar que la gran mayoría de manifestantes que participaron en las protestas estaban completamente vestidas.
Otra imagen muy compartida mostraba a un niño pequeño con una camiseta que decía: “Mamá es feminista; no crezco para ser machista”, con un texto escrito sobre la misma que decía: “Cariño, si tu madre fuera una feminista, ni siquiera habrías nacido, ¡habrías sido abortado!”.
Y todos esos mensajes están logrando repercusión. Según las encuestas realizadas antes de la primera vuelta, de 13 candidatos Bolsonaro era el más popular entre las mujeres con el 27% de los votos. La última encuesta para la segunda vuelta dice que cuenta con, aproximadamente, el 42% del electorado femenino.
“Estas mujeres que están desnudas gritando por la calle no me representan”, afirma De Moraes. “Una verdadera feminista es una mujer que madruga, trabaja duro y lucha por su independencia, no estas mujeres que lloriquean cuando ni siquiera han trabajado un día en todas sus vidas”, apunta Linda Fontes, de 23 años, agente inmobiliaria de la zona pobre de Río de Janeiro que se describe a sí misma como una “fanática” de Bolsonaro.
Fontes ha sido atacada en dos ocasiones y apoya la propuesta de Bolsonaro de flexibilizar las leyes de posesión de armas para que los “ciudadanos honrados” puedan protegerse de los altísimos niveles de crímenes violentos que hay en Brasil. “Necesito poder protegerme dentro del caos que es Río de Janeiro a día de hoy”.
Las mujeres que piensan votar a Bolsonaro ignoran su postura contraria a llevar a cabo una legislación que garantice la igualdad salarial y eso a pesar de que existen estudios en Brasil que demuestran que las mujeres en este país ganan un 22,5% menos que los hombres.
“Los salarios tanto de hombres como de mujeres deben basarse en el mérito y en las responsabilidades. Las mujeres de hoy son muy conscientes de sus derechos, obligaciones y deberes. No necesitamos al Gobierno para eso”, opina María Alice do Lago, costurera del estado rural de Sao Paulo.
Al igual que les pasa a muchas votantes del presidente Trump, los que quieren aupar a Bolsonaro al poder dicen que no están de acuerdo con todo lo que él dice, o con la forma que tiene de decir las cosas, pero que tienen la intención de votarle.
Para Fontes, lo que pasa con Bolsonaro, es que “a veces no se expresa bien”. “Tal vez su tono a veces falta al respeto. ¿Pero quién soy yo para juzgarle?”, se pregunta la costurera.
Bolsonaro no tiene a ningún partido importante detrás de él y ha tenido muy poco espacio en la televisión y en la radio, pero sus seguidores han dominado las redes sociales, inundándolo todo con memes pro-Bolsonaro y testimonios que rechazan la “agenda feminista”.
“Nunca he jugado la baza de la víctima”, dice una mujer negra en un vídeo. “Apoyo a la derecha. Soy femenina y me encanta. Me afeito las axilas. Sí, cocino para mi marido. Sí, lavo la ropa de mi marido, no tengo ningún problema con eso”.
Márcio Moretto Ribeiro, un profesor que analizó el contenido a favor de Bolsonaro en Facebook, halló que las publicaciones que criticaban al feminismo estaban entre los temas más compartidos. “Era evidente que Bolsonaro tendría problemas con las mujeres”, dijo. “Pero Bolsonaro y sus fieles en Internet reaccionaron, ajustaron el discurso para posicionarle del lado de las mujeres, pero en contra de las feministas”, explica. “Es una estrategia arriesgada, pero funciona”.
Traducido por Cristina Armunia Berges