Sale a la luz el devastador trauma y los abusos infligidos a niños en poder de Australia durante sus detenciones en alta mar en el mayor grupo de documentos filtrados desde dentro de su régimen de inmigración.
Más de 2.000 informes filtrados del campo de detenciones para solicitantes de asilo de Australia, ubicado en la remota isla del Pacífico de Nauru, con más de 8.000 páginas, han sido publicados por the Guardian este miércoles. Los archivos de Nauru muestran cómo nunca antes los asaltos, los abusos sexuales, los intentos de suicidio, los abusos a niños y la vida en duras condiciones que han soportado los solicitantes de asilo por parte del Gobierno australiano. Estos documentos dibujan un cuadro de funcionamiento caótico y cruel.
(La empresa australiana que tiene la concesión de la gestión de los centros de Nauru y Manus es propiedad de la multinacional española Ferrovial desde que culminó la OPA lanzada en los primeros meses del año. Ferrovial dijo al realizar la compra que la gestión de estos campos ni le interesaba ni formaría parte de sus inversiones en Australia en el futuro. Su intención era no pedir una prórroga de la concesión cuando llegara al final. Pero el Gobierno australiano optó por ampliarlo un año más, como le permitía el contrato original, y extenderlo hasta octubre de 2017.)
El estudio que ha realizado the Guardian sobre los documentos revela que los niños aparecen con mucha frecuencia en estos papeles. Más de la mitad de los 2.116 informes –un total de 1.086 incidentes o, lo que es lo mismo, un 51,3%– tienen que ver con niños, aunque los menores representan solo un 18% de los detenidos en Nauru durante el tiempo que engloba los informes, desde mayo de 2013 hasta octubre de 2015.
Estas investigaciones llegan solo unas semanas después de conocerse el brutal trato que recibió un grupo de jóvenes en un centro de detención en el Territorio del Norte. Este hecho llevó al primer ministro Malcolm Turnbull a anunciar una extensa investigación pública.
Los informes cuentan desde cómo un guardia supuestamente agarra a un chico y le amenaza con matarlo cuando salga del centro hasta cómo los guardias aparentemente abofetean a los niños en la cara. En septiembre de 2014 un profesor contó que una joven ayudante de aula había pedido tomar una ducha de cuatro minutos en vez de una de dos. “Su petición fue aceptada a cambio de favores sexuales. Es un agente de seguridad. Ella no declaró si esto sucedió o no. El agente de seguridad quiere ver a un niño o a una niña tomando una ducha”.
Algunos informes contienen angustiosos ejemplos de niños traumatizados. Según un documento de septiembre de 2014, una niña se cosió los labios. Un guardia la vio y empezó a reírse de ella. En julio de ese año, una niña de menos de diez años se desnudó e invitó a un grupo de adultos a meter sus dedos en su vagina. En febrero de 2015, una chica joven hizo señas hacia su vagina y dijo que un solicitante de asilo “le había cortado ahí abajo”.
En los archivos hay siete informes sobre agresiones sexuales a niños, 59 sobre asaltos a menores, 30 intentos de suicidio en los que hay niños involucrados y 159 amenazas de suicidio por parte de menores.
Los informes muestran también extraordinarios actos de desesperación. Una mujer embarazada, después de comunicarle que tendría a su bebé en Nauru en octubre de 2015, agitada y entre lágrimas dijo: “Daré mi bebé a Australia para que se ocupen de él”, le dijo a un trabajador social. “No quiero que mi hijo nazca en PNG (el hospital de Nauru) o tenerlo en este ambiente sucio”.
Los archivos suscitan contundentes cuestiones sobre cómo se informa sobre Nauru, uno de los dos centros de detención de ultramar para solicitantes de asilo al que se llega en barco. Ponen de manifiesto cuestiones serias sobre los continuos riesgos que corren los niños y los adultos que están en la isla. Muestran que el Gobierno australiano ha fracasado a la hora de responder a las señales de peligro y las acusaciones de acosos sexuales –muchos de ellos con niños involucrados– que nunca antes se habían divulgado.
Las pruebas más abrumadoras emergen de las palabras que el personal que trabaja en el centro de detenciones cuenta sobre ellos mismos. Ellos son los que escribieron los informes. Estos trabajadores sociales, guardias, profesores y médicos han sido los encargados de cuidar a cientos de solicitantes de asilo en la isla.
Probablemente, esta publicación reactive los llamamientos para poner fin a la pasividad política que ha visto cómo los niños languidecen bajo el cuidado de Australia durante más de tres años.
Nauru es la isla-Estado más pequeña del mundo, hogar de algo más de 10.000 personas. Australia suministra servicios de asistencia y compra servicios a su gobierno y a compañías de Nauru, lo que da lugar a acusaciones de que, efectivamente, Nauru es un “Estado cliente”. A finales de junio, en el último recuento oficial, 442 personas –338 hombres, 55 mujeres y 49 niños– estaban detenidas en el centro de internamiento de Nauru. En el otro centro en ultramar, en la isla de Manus en Papúa Nueva Guinea, se mantiene detenidas a 854 personas, en este caso todos son hombres. La ONU ha criticado la política de Australia en repetidas ocasiones.