En la carta que envió al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en noviembre del año pasado, el primer ministro británico, David Cameron, agrupó sus peticiones en cuatro puntos. Como suele pasar, el cuarto punto, referente a la inmigración, era el más delicado. Nosotros empezaremos precisamente por el último, no solo porque se trata de la cuestión que ha despertado un mayor interés sino también porque es la que refleja una mayor disparidad entre lo que Cameron quería y lo que probablemente obtenga.
Inmigración
Qué quería Cameron: En un inicio, el primer ministro exigió que los ciudadanos comunitarios que emigraran al Reino Unido no pudieran solicitar prestaciones vinculadas al trabajo y tampoco una vivienda social hasta que transcurrieran cuatro años desde su llegada. También quería prohibir que estas personas solicitaran un subsidio por hijos a cargo y más tarde los mandaran a vivir con familiares en otros países de la Unión Europea. Asimismo, quería un mayor control de los matrimonios de conveniencia.
Qué obtuvo: el documento ofrece “un freno de emergencia” para las prestaciones sociales de un máximo de cuatro años si un Estado miembro recibe un gran flujo de trabajadores de otros Estados. El Consejo deberá autorizar esta restricción.
Veredicto: Esto no es exactamente lo que Cameron quería. A cambio, le ofrecen una limitación “gradual” que “debe tomar en consideración la creciente vinculación del trabajador con el mercado laboral del Estado miembro anfitrión”. En otras palabras, el trabajador comunitario que ya tenga acceso a las prestaciones sociales que le procura su empleo no los perderá. Está por resolver el margen de tiempo que se da al Reino Unido para que pueda utilizar el “freno de emergencia”. En relación a la prestación por hijos, la propuesta de Tusk no pone fin a la “práctica de mandar la cantidad percibida a los cuidadores que residen en el extranjero con el menor”, simplemente limita la cantidad máxima de dinero que se puede enviar.
Economía
Qué quería: el primer ministro quería una declaración que reconociera que la Unión Europea tiene más de una moneda. También quería que esta declaración afirmara que los contribuyentes que no tienen el euro como divisa no son económicamente responsables de las operaciones para reforzar el euro, y que cualquier cambio en la zona euro, como la creación de una unión bancaria, debería ser voluntaria para los países que no tienen el euro como divisa.
Qué obtuvo: El documento de Tusk promete la creación de un mecanismo que ofrecería “las garantías necesarias” a los países que están fuera de la zona euro. Sin embargo aclara que estas garantías no “dan el derecho a veto”. También puntualiza que el dinero de los contribuyentes británicos nunca servirá para pagar las medidas de apoyo a la zona euro.
Veredicto: En general, se han atendido las peticiones de Cameron. Sin embargo, no parece haber obtenido una declaración que expresamente reconozca que la Unión Europea tiene más de una moneda, y está por ver qué impacto tendrán las “garantías necesarias” que permitirían al Reino Unido parar los pies a los países de la zona euro si estos impulsan medidas que sitúen a la economía británica en una situación de desventaja.
Competitividad
Qué quería: Cameron había afirmado que la Comisión Europea ya había abordado esta cuestión pero que buscaba “lograr nuevos avances”. Concretamente, quería menos burocracia y un compromiso más sólido que garantizara la libre circulación de capital, bienes y servicios.
Qué obtuvo: El compromiso a largo plazo de mejorar la competitividad e impulsar medidas concretas para reducir los trámites administrativos. “Las instituciones de la Unión Europea competentes y los Estados miembros harán todos los esfuerzos a su alcance para reforzar el mercado interno y para adaptarse a los cambios”, indica el documento de Tusk.
Veredicto: En gran medida es lo que Cameron quería. El documento no menciona expresamente el objetivo de reducir los trámites burocráticos para los negocios, como pedía Cameron, aunque sin duda el compromiso de “reducir los trámites administrativos y el coste de los mismos” y “reducir los trámites del mecanismo de implementación” viene a ser lo mismo.
Soberanía
Qué quería: En este apartado, las peticiones de Cameron eran bastante concretas. Quería poner fin a la obligación “formal, jurídicamente vinculante e irreversible” del Reino Unido de avanzar hacia “una unión más estrecha”, uno de los principios fundacionales de la Unión Europea. También quería que los parlamentos nacionales desempeñaran un papel más importante y que se reforzara el compromiso de la UE con el principio de subsidiariedad; quería terminar con la noción de que algunas cuestiones de la Unión Europea solo pueden abordarse a nivel europeo. Asimismo, pidió una declaración que reconociera que los Estados miembros tienen competencias exclusivas en lo relativo a la seguridad nacional.
Qué obtuvo: La propuesta de Tusk señala que la mención del tratado a “una unión más estrecha” no hace referencia “al objetivo de integración política” y, por este motivo, no permiten extender el alcance de otros tratados de la Unión Europea. Se propone un sistema de “tarjetas rojas” que permitiría que un grupo integrado por parlamentos nacionales que sumaran más del 55% de los votos del Consejo Europeo pudieran vetar leyes en el Parlamento Europeo. El documento incluye un compromiso firme con el principio de subsidiariedad.
Veredicto: Será necesario valorar si el sistema de “tarjetas rojas” supondrá alguna diferencia en la práctica. Sin embargo, el plan de Tusk se acerca bastante a lo que Cameron pedía. Y aunque la mención a “una unión más estrecha” seguirá en los tratados, el documento de Tusk deja claro que el Reino Unido tiene una exención. Concretamente, puntualiza que esta frase no puede ser utilizada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea para justificar una extensión del alcance de las leyes de la Unión Europea.
Traducción de Emma Reverter