“No utilicen nuestro dolor para causar más muertes”: el ruego a Israel de las familias de los pacifistas víctimas de Hamás

Emma Graham-Harrison / Quique Kierszenbaum

Jerusalén —
23 de octubre de 2023 22:26 h

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Noy Katsman sabía que el panegírico a su hermano asesinado enfadaría a algunas de las personas que fueron a llorar su muerte, pero no quería que el violento fallecimiento de Hayim Katsman eclipsara su vida como pacifista. Según Noy, el duelo y la sensación de pérdida por el cruel asesinato de Hayim a manos de Hamás aumentó al ver a Israel lanzar en Gaza una guerra en su nombre. Así que, en el funeral, confiando en la tradición judía de respeto por las personas de luto, Noy pidió ponerle fin.

“No utilicen nuestras muertes y nuestro dolor para provocar las muertes y el dolor de otras personas y otras familias”, dijo Noy ante cientos de personas mientras el Gobierno bombardeaba Gaza y preparaba una invasión terrestre a gran escala. “No tengo ninguna duda de que, incluso frente a las personas de Hamás que le asesinaron, Hayim seguiría alzando la voz contra los asesinatos y la violencia contra personas inocentes”, añadió.

Manifestarse contra las represalias en Gaza mientras Israel se recupera del ataque de Hamás del 7 de octubre no está bien visto. De hecho, en un momento dado durante el panegírico pronunciado por Noy, los asistentes comenzaron a expresar su enfado y desaprobación. Sin embargo, los amigos de Hayim se acercaron después a darle las gracias. “Uno me dijo: 'Es exactamente lo que tu hermano habría querido que dijeras'”.

Hayim y Noy son parte de la relativamente pequeña comunidad de izquierdas en Israel. Son pacifistas activos y defensores de los derechos humanos; personas que, por lo general, creen que su país, Israel, no puede alcanzar la paz a través del enfrentamiento. También ambos se han visto afectados con especial dureza, tanto personal como políticamente, por el asalto de Hamás en Israel, cuando fueron atacados lugares que eran, históricamente, centros del sionismo de izquierdas, donde tienen amigos y familiares.

“En los kibutz, las comunidades afectadas del sur, muchas de las personas a las que Hamás hirió, secuestró y mató luchaban a favor de la paz y soñaban con un futuro diferente”, asegura Avner Gvaryahu, director ejecutivo de Breaking the Silence (Rompiendo el silencio), un grupo fundado por combatientes veteranos israelíes para documentar abusos por parte de los militares en los territorios ocupados palestinos. “Hay miembros de todas las organizaciones que lideran la defensa de los derechos humanos que están secuestrados, muertos, heridos o traumatizados”, apunta.

“No necesito venganza”

Hayim era uno de los antiguos soldados del Ejército israelí que testificaron para Breaking the Silence, que está vetada en los colegios israelíes, ha sido objeto de difamaciones por parte del Gobierno y ha tenido que afrontar polémicas y ataques en contra de su labor.

Nada nos devolverá a aquellos que se han ido. La única solución pragmática posible es la política

También se encuentra entre las víctimas un académico que investigaba a la derecha religiosa en Israel y que pasó un tiempo con comunidades campesinas palestinas en las ocupadas colinas al sur de Hebrón. Su presencia les ofrecía cierta protección frente a los militares, policías y colonos israelíes de la zona. Otras víctimas pertenecientes a los kibutz han sido Shlomi y Shachar Matias, una pareja que ayudó a fundar un colegio bilingüe, que enseñaba hebreo y árabe a los niños bajo el lema “educación judeo-árabe por la igualdad”.

Vivian Silver, una de las principales miembros de Women Wage Peace (Mujeres que luchan por la paz), ha sido secuestrada en Gaza. La pacifista ayudaba también a organizar los viajes para que los palestinos en Gaza que hubieran obtenido el poco común permiso necesario pudieran abandonar la Franja para recibir tratamiento médico. Se cree que varias personas más del grupo son también rehenes, entre ellos la pareja de octogenarios Oded y Yochka Lifshitz.

Sin embargo, en medio de un ambiente de ira y apoyo generalizado a la guerra, hay familiares de los activistas fallecidos y desaparecidos que están tratando de superar el dolor y hacer incidencia pública, al igual que Noy.

“Yo estaba ahí”, escribió Ziv Stahl, directora ejecutiva del grupo de defensa de los derechos humanos Yesh Din en una tribuna para el periódico israelí Haaretz sobre las horas que pasó escondida en un cuarto de seguridad, similar a un búnker, con un familiar herido. “No necesito venganza, nada nos devolverá a aquellos que se han ido. Ni todo el poder militar de la Tierra nos proporcionará defensa y seguridad. La única solución pragmática posible es la política”.

El consuelo en Internet

Los familiares de quienes permanecen secuestrados en Gaza viven una agonía adicional al ver los bombardeos israelíes sobre la Franja. Neda Heiman, que también colabora con Women Wage Peace, perdió el contacto con su madre de 84 años, Ditza Heiman, temprano por la mañana de aquel sábado 7 de octubre. Después la vio en un vídeo en el que Hamás la forzaba a subirse a una camioneta a punta de pistola para llevarla a Gaza: “Sigo pensando que solo una solución política puede resolver los problemas”, afirma. “Bombardear Gaza no puede ser una solución duradera. Ya lo hemos visto”.

No es el de estos familiares un mensaje que esté teniendo mucho espacio ni recibiendo mucha atención en Israel. Noy ha concedido más de 20 entrevistas sobre aquel discurso, sobre la labor de Hayim y sobre su propio activismo, pero ni una sola petición procede de un medio de comunicación israelí.

Aun así, Noy ha encontrado consuelo en Internet, donde tanto israelíes como personas que afirman estar en Gaza le han brindado apoyo. “Solo quería decirte lo mucho que siento lo que le pasó a tu hermano y te quiero agradecer enormemente que no nos quieras muertos, al revés que todos los demás”, le escribió una persona.

Tenemos derecho a defender a nuestros ciudadanos de ser asesinados, pero debemos responder a una pregunta realmente fundamental: ¿y después, qué?

Sobre los fallos de seguridad de Israel el pasado 7 de octubre, un país que consideraba que su Ejército y sus servicios de inteligencia estaban entre los más eficaces del mundo, los activistas apuntan más allá: afirman que tienen su origen en un error más profundo relacionado con la visión política desplegada y que, si la cuestión no se aborda desde ahí, Israel nunca estará a salvo.

“Vemos que este dolor se usa para ir en una dirección aún peor, que no nos promete nada más que más dolor, más sangre, más pérdidas”, sostiene Alon-Lee Green, miembro de la junta directiva de Standing Together, un movimiento de ciudadanos judíos y palestinos de Israel. “Como Estado, tenemos derecho a defender a nuestros ciudadanos de ser asesinados, pero debemos responder a una pregunta realmente fundamental: ¿Y después, qué? Conquistamos la Franja de Gaza, ¿y después qué?”, cuestiona el activista.

¿Argumentos históricos?

La izquierda es una fuerza en retroceso en la política israelí desde hace décadas. En las elecciones de 1992, dos partidos del ala izquierda, Labor y Meretz, alcanzaron casi la mitad de los votos entre los dos. Sin embargo, en las últimas elecciones Meretz no consiguió entrar en el parlamento y Labor bajó hasta una cifra de proporción del voto de un solo dígito.

Durante 20 años, el ala derecha de Israel ha ido desmontando lentamente un amplio aunque reticente consenso sobre el camino hacia la seguridad a largo plazo, que consistía en una resolución negociada con los palestinos para formar dos países vecinos.

En 2003, cuando la segunda intifada hacía estragos, incluso el entonces primer ministro, Ariel Sharon, que había secundado los asentamientos en Gaza y Cisjordania, arguyó que Israel no podía ocupar tierra palestina de forma indefinida. Sharon sufrió un infarto poco después de supervisar la retirada israelí de Gaza en 2005.

Sin embargo, el actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, consolidó su poder en parte argumentando que Israel podría contener a Gaza y gestionar su ocupación de Cisjordania. El apoyo a la solución de los dos Estados se desmoronaba a la vez que Israel construía puentes con otros países de la región que antaño rechazaban reconocer su existencia. En un reciente sondeo preelectoral, la seguridad estaba entre las últimas preocupaciones de los votantes; la primera era la economía.

Muchos de los supervivientes del ataque de Hamás y entre quienes están sufriendo la pérdida de un ser querido en él aseguran que se sentían abandonados por un Gobierno que sabía que tenía pocos votantes en las zonas cercanas a Gaza. Bajo el mando de Netanyahu, la financiación militar y la atención han virado hacia Cisjordania y hacia los asentamientos de colonos allí, que eran una prioridad para sus votantes y aliados.

En su momento nadie escuchó sus advertencias, pero puede que ahora su enfado y frustración tengan más eco. Una encuesta reciente encargada por el Jerusalem Post concluyó que aproximadamente cuatro de cada cinco israelíes culpan a Netanyahu de las masacres, y la mayoría piensa que debería dimitir cuando acabe la guerra. Lo que está menos claro es si solo ponen en duda al hombre o también el modelo de seguridad que él ofrece.

“Durante más de una década nos hemos contado cuentos a nosotros mismos: que podemos ignorar el hecho de que estamos controlando a millones de personas a la fuerza”, dice Gvaryahu, de Breaking the Silence. “Eso ha reventado por completo”. “Este podría ser un momento para consolidar la idea de que podemos ignorar una ocupación y que hay millones [de personas] en Gaza y Cisjordania sin derechos o podría ser un momento en el que ayudemos a cambiar su curso. Es el mayor reto al que nos enfrentamos”, añade.

Traducción de María Torrens Tillack