La norma no puede ser bombardear hospitales y escuelas
Solo en Yemen, tres hospitales y clínicas, donde médicos y enfermeras de Médicos Sin Fronteras (MSF) prestaban atención sanitaria vital para una población atrapada en el aterrador conflicto que sufre el país, han sido objeto de ataques en los últimos meses. Y esto no sucede solo en la guerra que afecta al país más pobre de la Península Arábiga. Otras infraestructuras médicas propias de MSF o apoyadas por la organización médica humanitaria en zonas de conflicto han padecido bombardeos.
El más sangriento de todos tuvo lugar a principios de octubre, en Kunduz, Afganistán. 42 personas murieron cuando el Ejército estadounidense destruyó un hospital de MSF de traumatología en pleno funcionamiento. La versión norteamericana de los acontecimientos alega que el ataque fue un error. Esta fue seguida de una disculpa del jefe de la maquinaria militar supuestamente más sofisticada del planeta. Su explicación nos deja más preguntas que respuestas y, meses después, seguimos esperando acceso a la investigación completa del ejército estadounidense.
El 10 de enero otro hospital resultó golpeado. En esta ocasión sucedió en Razeh, en el norte de Yemen. Seis personas murieron y otras siete resultaron heridas. Todavía no está claro quién fue el responsable, pero la coalición liderada por Arabia Saudí, que cuenta con el apoyo del Ejército británico, ha venido bombardeando hospitales a lo largo de Yemen en los últimos 10 meses.
El martes, el ministro británico de Exteriores, Philip Hammond, afirmó en la Cámara de los Comunes que no había habido violaciones “deliberadas” del Derecho Internacional Humanitario por parte de Arabia Saudí en Yemen. Hammond basaba esta afirmación en las informaciones que le habían transmitido los militares británicos que ayudan a Arabia Saudí a identificar objetivos en la guerra de Yemen.
No voy hacer ningún comentario sobre la eficacia del apoyo técnico militar de Reino Unido en el bombardeo de objetivos ni preguntar por qué, con la prestación de este tipo de apoyo, hospitales, escuelas, mercados y todo tipo de lugares donde los civiles se congregan están siendo sistemáticamente bombardeados en Yemen. Pero voy a destacar dos razones por las que encuentro estas afirmaciones ofensivas e irresponsables.
En primer lugar, de las declaraciones de Hammond se extrae que bombardear erróneamente un hospital es una consecuencia aceptable de la guerra. Tras sufrir tres ataques en Yemen en los últimos meses, esta es una postura que, sencillamente, no podemos aceptar. Si los ataques fueron intencionados, merecen toda nuestra indignación. Si los tres ataques fueron producto de errores, resultan intolerables.
En segundo lugar, existe el riesgo de que lo que ellos califican como “errores” en situaciones de guerra comiencen a normalizarse, al igual que los llamados “daños colaterales” se han normalizado en el imaginario de quienes vivieron la Primera Guerra del Golfo. Esto proporcionaría la coartada perfecta para que los ejércitos se encojan de hombros frente a las acusaciones de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. De ser así, se perpetuaría la impunidad.
Hoy en día, mientras usted lee este artículo, sofisticadas armas militares están siendo –a propósito o por error– dirigidas hacia hospitales y centros de salud. Con total impunidad, servicios médicos básicos son destruidos como estrategia militar, tanto por los Ejércitos nacionales como por las coaliciones internaciones en Afganistán, Siria y Yemen. En última instancia, los más afectados son los pacientes que pierden el acceso a la atención médica.
Durante los últimos cuatro meses, decenas de infraestructuras médicas han sido objeto de ataques en Yemen y Siria. Esto no puede convertirse en la nueva normalidad. No puede llegar a ser una tendencia aceptable a la que el mundo se resigne. Por favor, únase a nuestra indignación y pida a sus líderes que detengan los bombardeos sobre hospitales. También para los ejércitos, la protección de civiles debe ser una alta prioridad; no sólo para evitar la persecución legal sino porque nadie debe permanecer indiferente a la pérdida de vidas humanas.
MSF solicita formalmente al Gobierno británico que reafirme su compromiso inequívoco con el Derecho Internacional Humanitario y a confirmarlo y mantenerlo en cualquier coalición que apoye. También invitamos al Gobierno de Reino Unido a apoyar y a hacer públicos los resultados de las investigaciones sobre posibles violaciones del Derecho Internacional Humanitario tanto en Yemen como en otros conflictos.
Vickie Hawkins es directora general de Médicos Sin Fronteras en Reino Unido