El sol salía sobre Nueva Orleans y en las calles tranquilas del Lower Ninth Ward solo se oía el crujir de las pisadas sobre los residuos. Eran los vecinos que habían salido a evaluar daños en el barrio donde el huracán Katrina dejó algunas de sus peores cicatrices. En 2005, el fallo en el sistema de diques de Nueva Orleans sumergió al Lower Ninth en el agua, arrasando con la vida y los medios de subsistencia de muchas personas.
Los sucesos de hace 16 años seguían presentes en la mente de muchos de los que este domingo, aniversario del impacto del Katrina en Luisiana, se preparaban para hacer frente a una nueva tormenta, Ida.
El paso de Ida
Wesley Foster, jubilado de 74 años, lleva toda la vida viviendo en el Lower Ninth. Todos los recuerdos de entonces volvieron cuando vio cómo el huracán golpeaba las paredes de la casar que había reconstruido tras el Katrina.
Había visto en las noticias que la tormenta estaba aumentando su intensidad sobre el Golfo y que tocaba tierra convertida en un huracán de categoría 4, uno de los más potentes que jamás han azotado EEUU. “Pasó de uno a dos, a tres, y a cuatro muy rápidamente”, dice. “Sabía que iba a ser duro, pero 10 horas de viento fuerte...”.
Hace una pausa. “Era como si un monstruo estuviera intentando entrar”.
Foster no es el único en destacar el rápido aumento de la ferocidad del huracán, una tendencia creciente en la temporada de huracanes del Atlántico que los científicos relacionan con la crisis climática.
Formado hace solo cuatro días en el Caribe, Ida se intensificó tan rápidamente que las autoridades de Nueva Orleans aseguran no haber tenido tiempo de ordenar la evacuación de la ciudad. Tocó tierra con vientos que alcanzaban velocidades de 240 kilómetros por hora, antes de atravesar poco a poco Nueva Orleans y llegar a Baton Rouge, la capital del estado. Una trayectoria nacida de las pesadillas.
Pero Foster también sintió cierto alivio este lunes. Esta vez no ha habido inundaciones destructivas en el Lower Ninth gracias a la multimillonaria inversión en el sistema de diques de protección de la ciudad y a unas crecidas por la tempestad misericordiosamente menores a las de hace 16 años.
Sin embargo, a Foster y a otros vecinos les esperan grandes problemas tras la tormenta: el Ida ha provocado la caída al río Misisipi de un transformador esencial y ha dejado sin electricidad a toda la ciudad de Nueva Orleans.
Las autoridades estiman que más de un millón de hogares y negocios de toda Luisiana siguen sin energía y han advertido de que podrían pasar semanas antes de la reparación de la red eléctrica. “Tengo suficiente combustible para que mi generador funcione un día más”, dice Foster. “Eso es todo”.
La tormenta Ida, a la que se le atribuyen al menos seis muertes, ha bajado de categoría hasta convertirse en una depresión tropical, pero este lunes seguía provocando inundaciones y lluvias torrenciales en Luisiana y en el sur del estado de Misisipi. Con carreteras intransitables, la telefonía móvil sin cobertura en varias zonas y muchas gasolineras fuera de servicio, el efecto total de su furia todavía está por ver.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, viajará al próximo viernes a Nueva Orleans, en Luisiana, el estado más impactado por las inundaciones y los fuertes vientos que dejó a su paso el potente huracán Ida. La Casa Blanca indicó en un comunicado que Biden se desplazará para evaluar los daños causados por el huracán Ida y reunirse con los dirigentes estatales y locales de las comunidades afectadas. En su rueda de prensa diaria, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, aseguró que el viaje del presidente ha sido planeado “en estrecha coordinación con los líderes en el terreno”, para garantizar que se dé “en el momento adecuado” y sin interferir en las tareas de ayuda y restauración de la zona
Sin comida ni agua
A medida que comenzaba otro día de intenso calor, con mucha humedad y 32 grados de temperatura, los habitantes de Nueva Orleans empezaban a preguntarse qué harían a continuación, sin un plazo concreto para el restablecimiento de la normalidad.
El camino hacia la parroquia de Jefferson, en el lado oeste de la ciudad, es todo un símbolo de la destrucción provocada por Ida: torres de alta tensión caídas en los bordes de la carretera; árboles derribados y partidos por la mitad bloqueando el camino; y cables colgando precariamente por encima.
En Bridge City, al otro lado del río Misisipi, los vecinos recuerdan la angustia vivida el domingo por la noche mientras buscan entre los escombros. Ida golpeó más fuerte aquí que al otro lado del río y ya hay algunos pensando en hacer las maletas para irse.
“No estábamos preparados para quedarnos sin electricidad”, dice Karen Brown. Cuenta que con el Katrina no llegó a quedarse sin luz en casa. “No tenemos ni idea de cuánto tiempo estaremos sin electricidad ni de cómo vamos a comer”.
La familia Brown solo tiene provisiones para un día más. Sin generador, estaban pensando en sentarse en el porche, en medio de la humedad, y rezar por una rápida resolución. Su casa está a pocos metros de los diques de este lado del Misisipi, y siguen dando gracias por que no haya habido ninguna grieta.
Karen Plaisance, una de sus vecinas, también se siente agradecida. Los vientos de Ida provocaron graves daños en su tejado pero no se lo llevaron por completo.
Pero Plaisance, de 59 años, está en paro y dice que no sabe qué hacer. “No tengo comida para cocinar, ni agua”, dice. Sentado dentro de la casa está su padrastro, con problemas de movilidad y bajo su cuidado. “Me habría gustado haberme ido con el Katrina, esta vez no me quedo”.
Traducido por Francisco de Zárate.