Agentes encubiertos de la policía de Nueva York se infiltraron en pequeños grupos de activistas de Black Lives Matter y obtuvieron acceso a sus mensajes de texto, de acuerdo con documentos del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) a los que ha tenido acceso the Guardian.
Los documentos, elaborados en respuesta a una sentencia judicial de febrero, proporcionan la imagen más detallada hasta el momento del alcance de la vigilancia de la policía de Nueva York durante las multitudinarias protestas por la muerte de Eric Garner convocadas en 2014 y 2015. Los abogados afirman que estos nuevos documentos plantean cuestiones sobre el cumplimiento de las leyes de la ciudad.
Los registros son, en su mayoría, correos electrónicos entre agentes encubiertos y otras autoridades de la policía de Nueva York. Su divulgación se produce tras conocerse que la policía grababa a menudo a los activistas de Black Lives Matter y enviaba personal encubierto a sus protestas. El departamento de policía no ha respondido a las llamadas de the Guardian.
Los correos electrónicos muestran que los agentes infiltrados fueron capaces de pasar por manifestantes incluso en pequeños grupos, lo que les brindaba un amplio acceso a los detalles sobre la localización y los planes de los manifestantes.
En un correo, un miembro del departamento informa que un agente encubierto está infiltrado en un grupo de siete manifestantes en su camino a la Estación Central de la ciudad. Este acceso íntimo parece haber ayudado a la policía a extraer información sobre las manifestaciones. En otros correos, la policía comparte la localización de manifestantes particulares en momentos determinados.
Los emails de la policía incluyen también imágenes de los mensajes compartidos en chats grupales de los organizadores con información sobre sus actividades. Esto implica que los activistas tenían la suficiente confianza en los agentes encubiertos como para que se les permitiese hacer fotos de sus teléfonos o como para ser parte de un chat para la planificación.
“El texto era parte de un circuito cerrado solo para organizadores, no sé cómo eso salió a la luz”, cuenta Elsa Waithe, una de las organizadores de Black Lives Matter. “Alguien tendría que haberle contado a alguien cómo hacerlo, probablemente confiando de buena fe en alguien a quien habría visto en unas pocas ocasiones. Claramente nos pusimos en peligro nosotros mismos”, añade.
“Si callas la boca más grande, el resto se apaga”
Keegan Stephan, un participante habitual en las protestas de 2014 y 2015 en la Estación Central afirma que, en ese momento, la información sobre el paradero de los manifestantes estaba limitada a un pequeño grupo de organizadores.
“Creo que el infiltrado es o era alguien muy asentado en el grupo y que tiene acceso a la información que solo damos a la gente en la que confiamos”, cuenta Stephan, que ha estado ayudando a abogados con una demanda para obtener los documentos bajo la Ley de Transparencia. “Si vas caminando hacia la Estación Central con tan solo un puñado de personas para llevar a cabo una acción, eso es mucho más que simplemente presentarse en una manifestación; eso suena a cierto nivel de amistad”.
Joseph Giacalone, sargento detective retirado de la Policía de Nueva York y profesor en John Jay College, está de acuerdo en que no es fácil para un agente encubierto unirse a un pequeño grupo de manifestantes y escuchar sus planes. “Sería bastante asombroso que hubiesen accedido al núcleo del grupo en un periodo de tiempo tan breve”, señala Giacalone. “Para que esta gente se acercase tanto al círculo íntimo del grupo esto podría haber estado pasando desde mucho tiempo antes”.
Los documentos de la Policía de Nueva York también incluyen unas cuantas imágenes y un vídeo corto grabado durante las manifestaciones en la Estación Central. La mayoría son imágenes de personas agrupándose o participando en protestas. En una imagen de un pequeño corrillo de activistas la policía identifica a un individuo con chaqueta marrón como “el manifestante principal”. Estas fotografías de manifestantes recuerdan a las tomadas por agentes de tráfico encubiertos que también estuvieron en las manifestaciones de Black Lives Matter en la Estación Central en 2015.
Giacalone asegura que este tipo de identificación de liderazgo es una práctica policial común en las manifestaciones. “Si callas la boca más grande, el resto se apaga y así te centras en los que crees que son los organizadores”, afirma. “Una vez que identificas a esa persona puedes comprobar si tiene una orden de detención o citaciones incumplidas; entonces puedes arrestarlos antes de que salgan a hablar y a encolerizar a las masas, siempre y cuando tengas razones para hacerlo”.
Un posible violación de la ley
Los abogados afirman que los documentos plantean cuestiones legales sobre si la policía de Nueva York actuó en cumplimiento con las normas del departamento de recogida de información de inteligencia, conocidas como las directrices Handschu. Las directrices, que se basan en una demanda colectiva en marcha de décadas de duración, sostienen que el NYPD puede empezar formalmente a investigar actividades relacionadas con la primera enmienda “cuando los hechos o las circunstancias indican razonablemente que se ha cometido, se está cometiendo o se cometerá un acto ilegal”.
Además, un comité conocido como Autoridad Handschu tiene que haber autorizado un plan de vigilancia policial. Dicho comité estaba compuesto en su momento por miembros del departamento de policía de Nueva York. Sin embargo, de acuerdo con las directivas, antes de lanzar una investigación formal, la policía de Nueva York también puede llevar a cabo trabajo de investigación como el “examen de líderes” e “investigaciones preliminares” con incluso menores niveles de sospecha.
Michael Price, abogado en el Brennan Center for Justice, afirma que es difícil saber si las operaciones encubiertas de vigilancia de la policía de Nueva York se han pasado de la raya, dado que los documentos no dejan claro en qué fase de investigación estaba la policía en el momento de las operaciones. Sin embargo, la policía ha guardado las imágenes y los vídeos y ello puede plantear dudas, ya que no se permite al departamento guardar información sobre eventos públicos a menos que se relacionen con una actividad ilegal.
“Mi pregunta sería: ¿Cuál fue la actividad ilegal por la que la policía sospechó?, explica Price. ”Parece que no hablaban de ningún delito en sus correos. La mayoría de referencias son sobre manifestantes pacíficos. Me preocuparía mucho que estuviesen preparando toda su investigación sobre cargos de desobediencia civil, tales como protestas no autorizadas o el bloqueo a los transeúntes“, añade.
En todos los correos electrónicos, las fuentes encubiertas de la policía de Nueva York proporcionan pocas indicaciones de cualquier actividad ilegal, a menudo describiendo a los manifestantes como pacíficos y tan solo mencionando un único arresto.
“Los documentos no muestran ningún delito, pero la policía de Nueva York tuvo agentes infiltrados dentro de las protestas durante meses como si fuesen al Qaeda”, afirma David Thompson, abogado de Stecklow & Thompson, que ayudó a poner un pleito por los documentos.
“Es difícil organizarse cuando no confías en el otro”
Giacalone sostiene que la policía podría haber presentado fácilmente una justificación legal para iniciar la vigilancia, especialmente si tales operaciones ocurrieron tras el tiroteo a dos agentes de la policía de Nueva York en diciembre de 2014 (todas las fechas están eliminadas en el documento con las comunicaciones por correo electrónico del departamento de policía). Pero señala que tales actividades de investigación serían más difíciles de justificar si los agentes no han observado directamente indicios de actividad ilegal.
“Si no se hablan de delitos, lo van a pasar mal defendiendo esta actuación. Podría terminar en otra de estas denuncias”, indica Giacalone. “Algunos pueden decir que este es un buen trabajo policial. Bueno o no, tenemos normas contra este tipo de cosas en Nueva York”.
Abogados ya han presentado una demanda afirmando que el departamento de policía puede que no haya producido todos sus registros de vigilancia. Pero para algunos manifestantes, el daño ya está hecho.
“En los primeros meses, mucha gente entraba y salía del grupo, algunos porque no encajaban en nuestro estilo, pero otros por las sospechas de que eran policías encubiertos”, recuerda Waithe. “Si era real o una percepción, eso era la parte que más me cansaba, los rumores... es muy difícil organizarse cuando no confías en el otro”.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti