Un pene gigante sorprende a los habitantes de Nueva York

Edward Helmore

Nueva York —

El dibujo de un pene de cuatro pisos de altura que provocó la curiosidad de los neoyorquinos cuando apareció el día de Nochebuena fue borrado con pintura el miércoles por orden del dueño del edificio. 

El dibujo apareció en un edificio de apartamentos en la calle Broome, en el Lower East Side de Manhattan, y fue encargado por una fundación de arte callejero. Es obra de la artista sueca Carolina Falkholt, y se une a otro dibujo gigante de una vagina algo más abstracta en la calle Pike. 

Falkholt contó a the Guardian que su trabajo a menudo consiste en “no sentirse avergonzado por tu propio cuerpo y de lo que eres como ser sexual”. 

“Habitualmente pinto vaginas gigantes. Como acababa de terminar una en el lateral de un edificio de cinco pisos, pensé que se necesitaba una polla. El espacio de Broome encajaba perfectamente. Parafraseando a Judith Bernstein, diré que si una polla puede entrar en una mujer, también puede subir por una pared”. 

En la calle Broome, las opiniones diferían mucho el miércoles. El dueño de una lavandería que prefirió no dar su nombre –en un barrio habitado sobre todo por población china– dijo que la imagen había molestado a los residentes: “No nos gusta y confiamos en que lo quiten”. 

Avery Plewis, una turista de Toronto, se preguntaba si la pintura era equivalente a un acoso sexual visual. “Es extraño, porque es tan fálica que va más allá del acoso sexual. El acoso se hace a menudo en secreto, pero esto es totalmente una bofetada en la cara”. 

“Los colores lo convierten en algo muy artístico”, dijo Lauren Deutsch, de Los Angeles. “Me parece divertido, pero no lo quiero para mí. No vemos esas cosas en Los Angeles”. 

Muy cerca, en el Spring Studio, George Petridis acababa de terminar una clase de dibujo donde estudia a Leonardo Da Vinci y su visión de la anatomía: “Salir de allí y ver esto es un contraste masivo. Eso es lo que algunas personas piensan que es arte. No me ofende, pero tampoco me importa y no voy a pasar mucho tiempo pensando en ello”. 

Resultó que no era necesario que se preocupara. Un inspector de edificios de Nueva York al que habían llamado para que fotografiara la imagen y que no quería dar su nombre dijo que “serán mis superiores los que se ocupen, está fuera de mis competencias. Es una decisión para los de arriba”. 

Katie Grinero, gestora de edificios en otro punto de la ciudad, comentó lo que creía que pasaría con la obra por considerarla un daño a la propiedad. “Imagine si alguien pusiera eso en su casa sin permiso. No me gustaría. Puedes tenerlo en tu estudio, pero no creo que sea apropiado para la calle con todos los niños fuera. No enseña nada”. 

Según Low-Down NY, el blog que primero informó de la instalación, los líderes de las comunidades de vecinos cercanas pidieron que se eliminara la obra tan pronto como se terminara. 

Naomi Peña, presidenta del consejo educativo del distrito 1, escribió al restaurante peruano Baby Brasam que dirige la fundación de arte callejero The New Allen, que fue quien encargó la obra, con la solicitud de que se borrara. 

En el diálogo con the Guardian, Falkholt se mostró filosófica: “El arte es uno de los pocos lugares donde podemos ser realmente libres y discutir cualquier tema por difícil que sea, porque el arte tiene la capacidad de trasladar y transformar el lenguaje en cualquier dirección”.