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En la versión de Clinton de su derrota de las elecciones, ella no es la única culpable

David Smith

Washington —

El cañón nunca llegó a disparar su confeti. El techo de cristal nunca se rompió; ni literalmente ni en sentido figurado. En el Javitz Center, un centro de convenciones de Nueva York que tenía que acoger el primer discurso de Hillary Clinton como la primera mujer presidenta de Estados Unidos, se pasó de un ambiente de boda a uno de velatorio.

En una entrevista que concedió cuando faltaba menos de un mes para las elecciones, Clinton avisó: “Soy lo último que se interpone entre tú y el apocalipsis”. El libro que acaba de publicar, What Happened (Qué pasó), es un intento catártico de explicar a un mundo desorientado cómo “la presidencia apocalíptica” de Trump se ha convertido en una realidad.

El libro ha reabierto viejas heridas entre los demócratas que creen que se debe mirar al futuro y no al pasado, y permanecer unidos frente a Trump. Si bien algunos aplauden que Clinton haya intentado reconstruir la que es una de las peores derrotas electorales de la historia política de Estados Unidos, otros creen que esta mujer de 69 años ha puesto en riesgo su legado al reavivar la lucha interna en el partido.

En declaraciones a Politico, el congresista demócrata por California Jared Huffman indicó que Clinton ha publicado su libro en el peor momento: “Estamos librando algunas de las batallas institucionales y políticas más importantes de nuestras carreras y estamos intentando que el partido esté cohesionado para que podamos avanzar juntos y con más fuerza”.

“Tiene todo el derecho a dar su versión de los hechos. ¿Quién soy yo para decir que no debería hacerlo o cómo debería contarla? Sin embargo, para muchos de nosotros, incluso para mí, que la apoyé, es difícil volver a entrar en esa rueda mediática de buscar culpables o justificar lo que pasó”, indicó.

El libro, de 494 páginas, fue publicado por Simon&Schuster, el 12 de septiembre las librerías de Estados Unidos. Ese mismo día, Clinton inició una gira con la firma de ejemplares en la librería de Barnes & Noble en Union Square, en Nueva York. Con este evento empieza una gira de cuatro meses que incluye, irónicamente, estados que descuidó (y perdió) durante la campaña presidencial. Su gira también incluye Londres y Cheltenham en Reino Unido. Los medios de comunicación ya han publicado algunos de los fragmentos más relevantes.

En uno de ellos, Clinton reconoce que ha hecho un repaso de “sus propias limitaciones” y de los errores que cometió y “asume la responsabilidad”. “Puedes echar la culpa a los datos, al mensaje o a cualquier otra cosa, pero yo era la candidata, fue mi campaña y esas fueron las decisiones que tomé”.

Clinton protagonizó una campaña electoral que le llevó a ganar tres millones de votos más que Trump, pero pese a esta victoria en voto popular, perdió. A pesar de que en algunos momentos del libro asume la responsabilidad, no cree ser la única culpable. Se pregunta si Barack Obama podría haber evitado la derrota si hubiera actuado de forma más contundente al saber que el Gobierno ruso estaba intentando interferir en las elecciones. Rechaza la insinuación del exvicepresidente Joe Biden de que no prestó suficiente atención a los votantes de clase media. Y, como era previsible, se muestra mordaz al hablar del entonces director del FBI, James Comey, que investigó si Clinton había hecho un mal uso de su servidor privado de correo electrónico cuando era secretaria de Estado, incluida su decisión de enviar una carta al Congreso a finales de octubre, poco antes de las elecciones.

“Bernie Sanders no es un demócrata”

Sin embargo, la crítica que genera más polémica es la dirigida contra Bernie Sanders, el senador independiente por Vermont que presentó en las primarias demócratas una opción más de izquierdas. Sanders consiguió atraer a muchos votantes y se convirtió en un inesperado dolor de cabeza para Clinton. Los asesores de Hillary le recomendaron no defenderse de las críticas de Sanders por miedo a que los partidarios de este dieran la espalda a la candidata si ganaba las primarias.

“El presidente Obama me pidió que me contuviera y que dejara a Bernie a un lado tanto como pudiera. Tuve la sensación de que me habían puesto una camisa de fuerza. Sus ataques provocaron un daño irreversible, con lo que me resultó todavía más difícil unir a todos los votantes progresistas y facilitó la campaña de Trump centrada en Crooked Hillary (Hillary, la corrupta). No sé si eso molestó a Bernie”.

Tras reconocer que Sanders hizo campaña en su favor, añade: “No es un demócrata. No lo digo como crítica sino porque esto es lo que él mismo dice. No hizo campaña para asegurarse de que un demócrata ganara la presidencia, sino para provocar la disensión interna del Partido Demócrata. Estoy orgullosa de ser demócrata y me hubiera gustado que Bernie también lo fuera”.

Estos comentarios mordaces marcan el fin de una tregua complicada en la que Sanders pidió el voto para Clinton en la Convención Nacional Demócrata que se celebró en Filadelfia. El jueves pasado, Sanders, con 76 años recién cumplidos, fue invitado al programa The Late Show de Stephen Colbert, donde indicó que “la secretaria de Estado Hillary Clinton tenía como rival al candidato más impopular de la historia de Estados Unidos, perdió y está disgustada. Lo comprendo”.

“Nuestro trabajo no consiste en mirar al pasado. Debemos mirar al futuro para crear el país que sabemos que podemos tener. Tenemos que abordar muchos problemas y creo que es un poco absurdo seguir hablando de lo que pasó en 2016”, declaró Sanders.

Algunos de sus seguidores se muestran más críticos. Dave Handy, estratega demócrata, afirma que “si esto lo dice (Clinton) para vender libros, es mezquino y absurdo. Va a reabrir viejas heridas”. “Si realmente lo cree, entonces el problema es distinto, porque significaría que está completamente desconectada de la realidad. Sus palabras denotan más que una falta de sensibilidad. Es denigrante, es indignante y es vergonzoso. El problema ya no es solo de ella, sino también de sus aduladores. Tienen miedo de decirle la verdad”, añade Handy.

Los delegados de Sanders apoyaron la campaña de Clinton contra Trump e intentaron alertarla de sus puntos débiles, pero los asesores de la candidata prefirieron centrarse en la información que habían recabado e ignoraron sus consejos.

“Como persona que votó a Clinton en noviembre, me siento muy decepcionado con su comportamiento. A ella le debe parecer que lo mejor es echar la culpa a los demás, pero lo cierto es que cuando haces balance tienes que asumir tus derrotas: John Kerry lo hizo, Mitt Romney lo hizo y también lo hizo Al Gore, a pesar de que ganó las elecciones y no pudo ser presidente. Necesitamos que reconozca la derrota y se aleje de los focos. El Partido Demócrata necesita caras nuevas para seguir avanzando”, asegura Handy.

Abrir viejas heridas

Para muchos demócratas que quieren recuperar la Cámara de Representantes en las elecciones legislativas del año que viene y que son conscientes de la singularidad de la presidencia de Trump, volver a vivir las divisiones internas que se dieron en el partido en 2016 es una pesadilla. Las tensiones entre los demócratas moderados, centristas y los que, como Sanders, se escoran más a la izquierda persisten; es una división que también se ha presentado como una tensión entre las políticas identitarias y el populismo económico. El libro de Clinton echa más leña al fuego.

Bill Galston, un exasesor de la Casa Blanca durante la presidencia de Bill Clinton, subraya que está seguro de que muchos demócratas hubiesen preferido que este libro no se hubiera publicado: “El presidente se está revolcando en el lodo, así que mejor dejar que se siga hundiendo y no distraer al público”.

Galston reconoce que las autobiografías políticas siempre conllevan el riesgo de pérdida de reputación, pero subraya que según un sondeo de NBC News/Wall Street Journal solo el 30% de los encuestados tiene una opinión muy o bastante positiva de Clinton; seis puntos por debajo de Trump.

“Así que no me sorprendería que alguna de sus afirmaciones pueda empeorar esta percepción”, indica. “Como Janis Joplin solía cantar, la libertad es solo una palabra más para decir que no queda nada que perder”.

Siendo senadora por Nueva York, Hillary Clinton publicó el libro Historia viva (2003). En 2014 publicó Decisiones difíciles, sobre su etapa como secretaria de Estado. Un destacado aliado suyo señala que el libro What Happened tendrá un impacto positivo. “Ella no ha cambiado. Puede escribir sobre las decisiones de Trump y el rumbo de nuestra democracia. Si no entiendes lo que ha pasado, no puedes avanzar”, sostiene.

Neil Sroka, responsable de la campaña Democracy for America (Democracia para Estados Unidos), cree que, a largo plazo, el libro no perjudicará al Partido Demócrata.

“Le doy, simplemente, la importancia que tiene”, afirma. “Son las opiniones de la exsecretaria de Estado Clinton y es valioso tenerlas, pero ella ya no es el futuro del Partido Demócrata. Me interesa mucho más saber qué creen que pasó en 2016 y qué estrategia seguirán de ahora en adelante Kamala Harris, Elizabeth Warren y Bernie Sanders”, indica Sroka.

Sroka cree que no se puede hablar de una guerra interna: “Creo que es una exageración. Cualquier persona que vaya a Facebook o a Twitter verá que en cualquier organización hay diferencias de opinión”.

“En general, todos los demócratas creen que es importante avanzar y reformar el partido, y ver cómo podemos ganar a Donald Trump y al Partido Republicano en las elecciones siguientes”.

Traducido por Emma Reverter