António Guterres es el nuevo secretario general de las Naciones Unidas. El diplomático se convertirá en el noveno hombre que ocupa este cargo desde el nacimiento de la ONU en 1945 y en el cuarto de Europa Occidental. Si, como viene siendo habitual, Guterres permanece en el cargo durante dos mandatos de cinco años, eso supone que ninguna mujer habrá sido secretaria general en 80 años: a la ONU y al Consejo de Seguridad debería darles vergüenza.
La posibilidad de que en esta ocasión se nombrara a una mujer ilusionó a los medios de comunicación y a miles de defensores de esta causa. De las siete candidatas al cargo, muchas podrían haber propiciado el impulso necesario para que la ONU volviera a recuperar la credibilidad en cuestiones relativas a derechos humanos, los derechos de las mujeres y el empoderamiento de las mujeres y las niñas.
Las mujeres representan más de la mitad de la población mundial y su productividad, inteligencia y conocimientos deberían ser factores presentes en la toma de decisiones al más alto nivel. La resolución 1325 del Consejo de Seguridad así lo exige.
Queríamos una secretaria general que pudiera proporcionar a las Naciones Unidas una guía moral y de hecho esperamos que esto sea una prioridad para el nuevo secretario general. Como dijo una de las candidatas, Kristalina Georgieva: “El problema que tiene el mundo es que la bondad es silenciosa mientras que el odio es ruidoso. Lo puedes oír por doquier. Si me nombran Secretaria General, mi trabajo será amplificar la voz de la bondad”.
Es una pena que sus palabras, así como las de otras candidatas, no fueran tomadas en serio.
Irina Bokova, candidata para el cargo y directora general de la UNESCO, ha viajado a zonas devastadas por la guerra para pedir que la destrucción del patrimonio sea considerado un crimen contra la humanidad y que pueda ser castigado por la Corte Penal Internacional.
Helen Clark, exprimera ministra de Nueva Zelanda y directora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, tiene las mismas credenciales que Guterres y habría sido la candidata idónea para impulsar los objetivos de desarrollo sostenible.
La exministra de Exteriores de Moldavia, Natalia Gherman, nos recordó que los jóvenes son el futuro sino también el presente. Con 47 años, era la candidata más con menos edad y podría haber inspirado a las generaciones más jóvenes.
Christiana Figueres ha demostrado su capacidad como mediadora al conseguir un consenso en torno a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y Susana Malcorra, que durante cuatro años ha sido la jefa de Gabinete del Secretario General Ban Ki-Moon, podría haber empezado a trabajar de forma inmediata.
La ONU desacreditó a estas talentosas candidatas que han sido capaces de liderar importantes organizaciones internacionales y que han sido primeras ministras, ministras de Exteriores o diplomáticas de la ONU al más alto nivel. Por si esto no fuera suficiente, uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, Rusia, dio la espalda al grupo del Este de Europa.
Los acuerdos a puerta cerrada entre los miembros del “club de hombres” lograron imponerse una vez más. En esta ocasión, la Asamblea General había pedido que el proceso fuera transparente pero esa transparencia desapareció cuando se cerraron las puertas del Consejo de Seguridad, que es donde se toma la decisión, como establece la Carta de las Naciones Unidas.
Esto no significa que António Guterres sea una mala elección. Sin embargo, su nombramiento evidencia que la ONU es incapaz de renovarse o aceptar que las mujeres pueden liderar el mundo. Indica que las mujeres están obligadas a demostrar más que los hombres, que solo tienen que hacer acto de presencia. Las mujeres necesitan tener voz pero en esta ocasión esa realidad se silenció. Haremos que el nuevo secretario general rinda cuentas por su promesa de alcanzar la paridad de género en los niveles más altos del sistema de las Naciones Unidas.
En todo el mundo hay mujeres que sufren. La imagen de una secretaria general viajando a Siria, Chad, Haití o Bangladesh y hablando con estas mujeres, escuchando sus relatos, reuniéndose con mujeres que son líderes locales y simbolizando esperanza, se ha desvanecido, se ha sacrificado en aras de la necesidad de consenso de un consejo de seguridad que a menudo es disfuncional.
Nuestra campaña para que una mujer fuera nombrada secretaria general permitió que la comunidad internacional conociera el calado y profundidad de las candidatas. Estamos muy orgullosos de ellas y de cómo han reaccionado ante las injustas presiones que han tenido que soportar.
Estas mujeres talentosas, así como el cada vez más creciente número de mujeres líderes con una excelente formación y con ambición, seguirán compartiendo sus conocimientos e ideas cuando lidien con los complejos retos del futuro. Y esperamos sus aportaciones con interés.
Traducido por Emma Reverter