Qué opciones tiene Escocia tras el “no” del Tribunal Supremo al referéndum de independencia
Este miércoles empezó con una cuestión resuelta de forma inequívoca: no, el Parlamento escocés no tiene el poder de legislar para celebrar un segundo referéndum de independencia sin la aprobación del Gobierno británico. Pero terminó con un nueva lista de imponderables en torno a la cuestión constitucional, ninguno de los cuales es probable que se resuelva en un futuro próximo.
En su apresurada rueda de prensa, menos de dos horas después de que el Tribunal Supremo anunciara su dictamen sobre la legalidad del proyecto de ley de referéndum, Nicola Sturgeon dijo a los periodistas que no tenía detalles de su plan para plantear la cuestión de la independencia al electorado en las próximas elecciones generales porque hace falta tiempo para reflexionar y debatir en el partido.
Pero la conclusión ineludible es que este “referéndum de facto” —una apuesta que ella misma admite no querer hacer— presenta un atolladero de complicaciones políticas y procedimentales que difícilmente la acerquen a su objetivo final: la independencia de Escocia.
En cambio, Sturgeon hizo hincapié en el “insostenible” déficit democrático identificado por la sentencia, y dijo que el mandato y la mayoría parlamentaria para un referéndum son “sencillamente innegables”. También es cierto que los sondeos de opinión muestran un apoyo a la independencia que ronda el 50%, aunque el apetito por un cambio inmediato es más variable.
Hay interrogantes de orden práctico: ¿qué pregunta plantearía el Partido Nacional Escocés a los votantes? Sturgeon dijo que podía imaginarse “un manifiesto acompañado de un libro blanco”, lo que recuerda al formato de la anterior campaña por el sí de 2014. Asimismo, reconoció la necesidad de “una claridad meridiana respecto a lo que la gente está votando”.
¿Un segundo referéndum?
¿Cómo funcionaría la campaña? ¿Los candidatos del partido solo responderían a preguntas sobre la independencia? ¿Qué resultado constituiría una victoria? En anteriores ocasiones, Sturgeon había sugerido un resultado en el que más del 50% de los votos fueran para los partidos independentistas (que incluyen al Partido Nacional Escocés, los Verdes escoceses y el Alba, el partido separatista que fundó el ex primer ministro escocés Alex Salmond en 2021), aunque ahora no quiso pronunciarse al respecto. ¿Cómo espera que otros partidos participen de esta discusión de un solo tema? ¿Boicotearían ciertos votantes unas elecciones basadas en la independencia?
En un nivel fundamental, siempre ha asegurado que persigue el “estándar más alto” para la legitimidad y la legalidad en una segunda votación por la independencia. Antes se había mofado de rutas como la que ahora parece querer seguir.
El miércoles por la mañana, una optimista Sturgeon insistió en que no “iría a implorarle” al Gobierno de Reino Unido otra petición para que conceda una orden de la Sección 30, la que se utilizó antes del referéndum de 2014 para transferir los poderes necesarios al Gobierno escocés para convocar la votación.
Pero incluso si su plan de “referéndum de facto” tiene éxito en términos de votos, lo que le permitiría argumentar que cuenta con un mandato para negociar la separación con Westminster, ¿la colocará realmente en una posición diferente a la que ocupa ahora? Después de todo, Sturgeon ha ganado una serie de mandatos en anteriores elecciones en Escocia y en Reino Unido, con una plataforma que daba prioridad a un segundo referéndum y que el Gobierno del Reino Unido sistemáticamente se ha negado a reconocer.
Y es probable que este firme “no” permanezca así, independientemente de quién sea primer ministro, mientras los laboristas sigan esquivando cualquier sugerencia de entablar un diálogo sobre este asunto con los nacionalistas escoceses.
El espíritu independentista y la inflación
¿Y qué significa la sentencia para los independentistas que se reúnen en Escocia y en todo Reino Unido? Los organizadores de las concentraciones subrayaron la importancia de la visibilidad, más allá de lo desanimada que pueda sentirse la gente, y Sturgeon anticipó que, tanto en esas concentraciones como en los meses venideros, se verá “el verdadero espíritu del movimiento independentista”.
Pero, ¿hasta qué punto puede sostenerse este impulso, otra vez sin una fecha a la que apuntar?
Los activistas veteranos sugieren que la decisión podría actuar como una herramienta de movilización que impulse a los partidarios a convertir los recientes documentos del Gobierno escocés sobre la independencia en un nuevo expediente que puede ser tratado pronto. Sturgeon ha apostado constantemente por la “negación de la democracia” de Westminster para impulsar el apoyo a la independencia.
Los jueces del Tribunal Supremo fueron inteligentes al reconocer que no tenía sentido postergar una decisión sobre la controvertida cuestión constitucional que volvería a presentarse un tiempo después bajo una fachada diferente y, al hacerlo, la trasladaron de la esfera jurídica a la política, a la que legítimamente pertenece.
Pero también existen asuntos más inmediatos que preocupan a los votantes. A medida que el invierno avanza y las temperaturas caen en picado en toda Escocia, muchos estarán más centrados en sus facturas de calefacción. Este jueves, casi todas las escuelas de Escocia han cerrado sus puertas debido a un conflicto salarial docente, mientras el ministro de Sanidad se esfuerza por encontrar una solución a la huelga de enfermeras anunciada. El Gobierno escocés está luchando con el devastador impacto causado por la inflación, el Brexit y el desastroso “mini presupuesto” de finanzas descentralizadas presentado por la administración de Liz Truss.
Este es el contexto en el que Sturgeon debe convencer a los votantes de que su Gobierno tiene la capacidad y la competencia para actuar en solitario, mientras además se enfrenta al reto de persuadir a los indecisos moderados en un momento en que las continuas crisis e incertidumbres inclinan a muchos a aferrarse al statu quo.
Como dijo la primera ministra a los periodistas hacia el final de su rueda de prensa: “La democracia siempre es un riesgo”.
Traducción de Julián Cnochaert.
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