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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Osaka rompe lazos con San Francisco por una estatua en homenaje a las esclavas sexuales de Japón durante la guerra

Justin McCurry

Tokio —

La ciudad de Osaka ha roto con 60 años de relación de “ciudad hermana” con San Francisco en protesta por la presencia en la ciudad estadounidense de una estatua que simboliza el uso de esclavas sexuales por Japón durante la guerra.

Esta semana, el alcalde de Osaka, Hirofumi Yoshimura, puso fin oficialmente a la relación después de que la ciudad estadounidense aceptara como propiedad pública la estatua 'Mujeres de Consuelo', que fue instalada el año pasado por un grupo privado en el barrio chino de San Francisco.

La estatua representa a tres mujeres, de China, Corea y Filipinas, que simbolizan a las mujeres y niñas adolescentes que fueron forzadas a trabajar a principios de los años 30 en los burdeles para militares japoneses, hasta la derrota de Japón en 1945.

Activistas e historiadores aseguran que unas 200.000 mujeres –principalmente coreanas, pero también chinas, del sudeste asiático y un pequeño número de japonesas y europeas– fueron forzadas o engañadas para trabajar en burdeles para militares japoneses entre 1932 y la derrota de Japón en 1945.

En su carta de 10 páginas al alcalde de San Francisco, London Breed, Yoshimura ha remarcado que los historiadores no se han puesto de acuerdo respecto al nivel de implicación del Ejército imperial japonés en la gestión de los burdeles de guerra y enfatizó que las acusaciones incluidas en la inscripción de la estatua supuestamente carecen de evidencias históricas.

En la inscripción se lee: “Este monumento da testimonio del sufrimiento de cientos de miles de mujeres y niñas, llamadas eufemísticamente ‘Mujeres de Consuelo’, que fueron esclavizadas sexualmente por las Fuerzas Armadas Imperiales de Japón en trece países del Pacífico asiático entre 1931 y 1945. La mayoría de estas mujeres murieron durante su cautiverio”.

Yoshimura añade que al poner el foco en la conducta de las fuerzas japonesas durante la guerra, se está haciendo la vista gorda al abuso sexual generalizado perpetrado por otros países durante la Segunda Guerra Mundial y otros conflictos.

“Yo estoy a favor de las actividades que protegen la dignidad y los derechos humanos de las mujeres”, afirma. “Sin embargo, si el propósito es proteger los derechos humanos de las mujeres, sugiero que la atención que se le está dando a las ‘Mujeres de Consuelo’ de Japón se utilice para homenajear a todas las mujeres que han sido abusadas y agredidas sexualmente por soldados de países de todo el mundo”.

El antecesor de Breed, Edwin Lee, aceptó la estatua en 2017, tras lo cual Yoshimura se quejó de que la medida destruía el espíritu de confianza mutua que se había construido a lo largo de seis décadas. Sin embargo, el corte formal de lazos quedó en suspenso tras el fallecimiento de Lee el pasado diciembre.

En un comunicado, la oficina de Breed dijo que era “desafortunado” que Yoshimura hubiera decidido poner fin a la relación entre las dos ciudades portuarias, que comenzó en octubre de 1957.

La estatua de San Francisco es una de muchas que se han instalado en Corea del Sur y en otros países en los últimos años, pero es la primera en una gran ciudad estadounidense.

La ciudad de Glendale, que tiene una de las mayores comunidades de coreanos estadounidenses de California, instaló una estatua similar en 2013. Michiko Gingery y Koichi Mera, residentes locales, iniciaron un infructuoso intento legal por retirarlaCon su eliminación, ambos pretendían “defender el honor de Japón”.

Activistas han acusado a Yoshimura de intentar reescribir la historia. “Romper lazos por una estatua es escandaloso y absurdo”, sostiene Lillian Sing, codirectora de la Coalición para la Justicia de las Mujeres de Consuelo. “Demuestra que el alcalde de Osaka y el primer ministro japonés tienen tanto miedo a la verdad que están intentando negar la historia”.

La utilización de espacios públicos para homenajear a las 'Mujeres de Consuelo' ha generado críticas de Japón, que alega que contradice el acuerdo de 2015 entre Tokio y Seúl que pretendía cerrar la polémica de forma “final e irreversible”.

El acuerdo incluía una disculpa de Japón por el sufrimiento de las mujeres, pero se negaba a aceptar ninguna responsabilidad legal, sosteniendo que todos los reclamos de compensaciones habían quedado zanjados por el tratado de paz bilateral de 1965.

Además, Japón estableció la Fundación para la Reconciliación y la Sanación, un fondo de 1.000 millones de yenes (7,6 millones de euros) destinados al menguante número de mujeres supervivientes. El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, afirmó el mes pasado que el fondo era “disfuncional” ya que la gran mayoría de los surcoreanos no lo apoya y advirtió que podrían devolverle el dinero a Japón.