Los especialistas internacionales de la salud y el Gobierno del Reino Unido han manifestado su preocupación ante una posible propagación del virus del zika desde América Latina hacia los países empobrecidos de África y el sureste de Asia.
Varios programas de vigilancia están siendo implantados en África en un intento de seguir la pista de los casos de microcefalia, una enfermedad congénita asociada al desarrollo incompleto del cerebro y que ha sido relacionada con el virus del zika. Estos proyectos confían en identificar cualquier aumento potencial del número de casos. Pero la falta de conocimiento sobre el virus y la ausencia de cualquier prueba que pueda determinar a los infectados en el pasado son los mayores retos del programa.
Brasil, donde casi un millón y medio de personas han sido contagiadas del virus, está investigando la posible relación de las infecciones de zika con los más de 4.000 casos diagnosticados de microcefalia. Los científicos han reconocido en 17 de estos casos una evidencia de infección del zika, ya sea en el bebé o en la madre, pero no han podido especificar que el zika sea el causante de la microcefalia.
Una cepa diferente a la de África
Los africanos han podido desarrollar una inmunidad al virus que se está propagando ahora por América Latina. El primer caso del virus del zika fue detectado en Uganda en los años 40. Hay unos pocos estudios sobre el tema, entre los que destaca uno llevado a cabo en Nigeria en 1983 que examina a toda la familia de arbovirus, incluyendo el dengue y la fiebre amarilla.
“El estudio muestra que el 56% de la población ha generado anticuerpos ante el virus del zika”, dice Philip McCall de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool. “Si esto fuese una dinámica habitual en el centro y oeste de África y asegurase una protección de por vida, estaríamos más tranquilos”, declara el catedrático. “Pero cabe la posibilidad de que la rama del zika que está afectando a Latinoamérica sea distinta a la asiática, que ha llegado hasta Francia y Polinesia”.
La cepa en África no mantiene relación con ninguno de los casos de microcefalia. Sin embargo, debido al estigma entre los defectos de los recién nacidos y la precaria asistencia sanitaria en las partes más empobrecidas del África Subsahariana, cualquier aumento repentino en el pasado de bebés nacidos con cabezas pequeñas o un desarrollo anormal del cerebro no habría sido reconocido.
La inmunidad no es suficiente
A Jimmy Withworth, profesor de Salud Pública Internacional en la London School of Hygiene and Tropical Medicine, no le sorprendería que alguien infectado en Latinoamérica, sin ser consciente ni padecer síntomas visibles, hubiese sido picado por un mosquito de África durante algún viaje, dando comienzo a una nueva cadena de transmisión. Aún así, no hay información suficiente para afirmar que el nivel de inmunidad en la población sea suficiente para frenar el brote.
“La gente joven y los niños son el colectivo más vulnerable ante un posible contagio porque han estado menos tiempo expuestos al virus”, declara Withworth. “El otro elemento a tener en cuenta es que parece bastante claro que esto evolucionó en un virus de alguna manera durante los últimos 10 años, cuando lo reconocimos en Asia, en el Pacífico y ahora en América Latina”, añade.
“Es evidente que existe una raíz africana y otra asiática. La procedencia del brote brasileño parece localizarse en Asia y ha sufrido una o dos mutaciones. Posiblemente debido a esto le es más sencillo infectar las células humanas, ya que se ha ido adaptando de transmisión en transmisión”, explica el investigador.
El reto de la microcefalia
Anthony Costello, director del departamento de maternidad, recién nacidos, niños y adolescentes de la Organización Mundial de la Salud, afirma que se están realizando estudios de vigilancia en países pobres porque, al no conocer el punto de partida de la relación entre zika y microcefalia, es imposible registrar un brote. “Ahí es donde está el principal reto”, dice Costello. “Hemos dirigido numerosos estudios por toda África. Estamos intentando recopilar todos los resultados sobre el perímetro cefálico y demás. Tenemos que prepararnos para esto”.
La microcefalia puede ser provocada por factores genéticos o desencadenada a raíz de una serie de infecciones –rubéola, toxoplasmosis, sífilis, CMV o herpes–. También puede tener su origen en una grave malnutrición, aun siendo un agente relativamente inusual –en uno de cada 5.000 bebés recién nacidos–. Aunque este es un rango bastante amplio, la frecuencia en la que afecta a tantos países de África y el sureste de Asia es desconocida porque los registros son escasos.
Incluso si el virus del zika es el culpable de la mayor parte de las infecciones de Brasil, nadie garantiza todavía que no existan factores adicionales que se puedan repetir en cualquier lugar del mundo. No se han registrado otros casos en Latinoamérica de momento, aunque sea solo cuestión de tiempo. Colombia ha alertado de más de 20.000 casos de zika, pero el primero se registró cinco meses después de que el virus fuese identificado en Brasil. Si el resultado es que los bebés nazcan con microcefalia, Costello sostiene que lo conoceremos en un plazo de dos meses.
Cabo Verde, el Estado de la costa oeste africana que comenzó a dar parte de casos en octubre, será también observado de cerca. “Los siguientes dos o tres meses son cruciales. Si el virus se comporta siguiendo unos patrones habituales en todas las poblaciones, por desgracia deberíamos esperar a ver un brote de microcefalia en otros países de Latinoamérica”, advierte el experto.
Costello sostiene contundente que no hay forma de evitar que el virus vuelva a África. “Si es transmitido sexualmente y atendiendo a la rapidez de su propagación y al hecho de que los mosquitos pueden desplazarse en barcos y con la gente que viaja, me parece improbable que no regrese a África y Asia”.
El Gobierno británico se está preparando para esa eventualidad. El departamento de desarrollo internacional (DfiD) ha operado poco en Latinoamérica en comparación con África. “Revisaremos más minuciosamente el trabajo que podemos hacer con nuestros socios para afrontar este riesgo, sin olvidarnos de reforzar y mejorar los sistemas sanitarios de estos países para que puedan educar y comunicarse con sus ciudadanos de manera eficiente”, respondió el ministro Nick Hurd a las preguntas realizadas en la Cámara de los Comunes.
Traducción de: Mónica Zas