Tras tres meses y medio de guerra en Ucrania, lo que antes era una lucha en todo el país parece haberse concentrado en Sievierodonetsk, una ciudad a orillas del río Donéts que se ha convertido en el epicentro de un combate que se ha cobrado ya cientos de vidas y en el que Rusia parece acortar distancias.
Los expertos ucranianos estiman que Moscú cuenta ahora con 120 batallones dentro de Ucrania, pero el desgaste ha sido tal que su fuerza es tal vez el 40% o el 50% de una dotación completa normal de unos 800 efectivos. La mitad de esa fuerza total se concentra en la región oriental del Donbás, y un tercio, es decir, 40 batallones, alrededor de Sievierodonetsk.
Este dato es indicativo del nivel de esfuerzo que necesita Rusia para avanzar. Ha tenido que bombardear la zona con una combinación de ataques aéreos, de artillería, de mortero e incluso de granadas propulsadas por cohetes, para poder avanzar sobre el territorio que consigue destruir. Todo por una ciudad que, aunque esté en primera línea, no es militarmente estratégica.
Ucrania afirma que su objetivo es simplemente frenar el avance del ejército ruso, infligir pérdidas al gran ejército invasor y mermar su estado de ánimo. En un momento dado, durante el pasado fin de semana, las fuerzas ucranianas lograron contraatacar durante un breve espacio de tiempo, pero esto parece haber provocado un bombardeo aún más intenso por parte de los invasores.
Un enfrentamiento similar entre ambos ejércitos se avecina para tomar el control de la ciudad de Lisichansk, situada en la orilla opuesta del río, que las fuerzas rusas han tenido dificultades para cruzar. Lisichansk se encuentra en un terreno más elevado que Severodonetsk y es la última ciudad de la región de Lugansk que todavía sigue bajo control de Ucrania. De hecho, este país tiene en su poder la mayor parte de la provincia vecina de Donetsk, la otra mitad del Donbás. Kramatorsk, el objetivo final más probable, está a unos 65 kilómetros de Lisichansk.
Una de las claves es si Ucrania puede soportar las bajas que está sufriendo en su ejército. Las estimaciones varían, pero Oleksiy Arestovych, un analista militar ucraniano reconocido y asesor presidencial, ha indicado que “diariamente mueren unos 150 soldados y la cifra de soldados heridos se eleva a 800”. Esta cifra es más alta que las 50-100 bajas diarias reconocidas por el presidente Volodímir Zelenski. La elevada cantidad de heridos podría ser un reflejo del escaso acceso a atención médica en el campo de batalla, o de la dificultad de evacuar a los soldados. También puede tratarse de un cálculo sobrestimado. Es probable que la cifra de bajas en el ejército ruso sea similar y, de hecho, hay indicios de que las fuerzas invasoras se están acercando al límite del agotamiento.
Olga Oliker, directora de la ONG Crisis Group, dice que “ambos bandos compiten por ser el último ejército en pie”, aunque cree que Ucrania aún dispone de un elevado número de soldados, ya que “ha duplicado” el tamaño de su ejército desde que comenzó la guerra. Así que Kiev aún puede resistir más tiempo.
Un posible objetivo de Rusia será intentar asegurar su control sobre el Donbás, antes de optar quizás por un alto el fuego, esencialmente para aferrarse al territorio ucraniano que ha ganado. La expedición de pasaportes rusos en zonas como Jersón, al sur, y, lo que es más inquietante, las deportaciones forzadas de ucranianos considerados hostiles a Moscú indican su intención de quedarse.
No es de extrañar que Zelenski dijera esta semana que el estancamiento no es una opción para Ucrania, dado lo que está ocurriendo en las zonas ocupadas. Sin embargo, también admitió en la misma entrevista que “somos inferiores en términos de armamento y, por tanto, no somos capaces de avanzar” a menos que lleguen grandes cantidades de armamento proporcionado por Occidente.
Puede que el presidente haga estas declaraciones se hagan para presionar, pero son ciertas. Hasta ahora, Ucrania sólo ha sido capaz de lograr avances muy limitados en los contraataques al sur de Mykolaiv. Arestovych sugiere que Ucrania necesita 60 sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple, mientras que Estados Unidos y el Reino Unido han calculado una décima parte de esa cantidad, y de hasta “600 tanques”.
Se trata de cifras elevadas, pero se puede afirmar que es lo que necesita el país para evitar quedarse estancado en una situación en la que Rusia se quede sin impulso tras haber ganado la mayor parte de la costa sur y otra parte del este, y, casi con toda seguridad, si Vladímir Putin sigue en el poder y con planes futuros de seguir avanzando.
Traducción de Emma Reverter.