La pelea por el oro verde: los cárteles de la droga mexicanos quieren dominar el lucrativo mercado del aguacate

Saeed Kamali Dehghan

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Al principio se pensó que los 19 cuerpos mutilados que colgaban semidesnudos de un puente en la ciudad mexicana de Uruapan era el resultado de un enfrentamiento entre narcotraficantes. Pero el cartel Jalisco Nueva Generación, que asumió la autoría, no pelea únicamente por droga. Quiere dominar el mercado local del aguacate.

México es el primer productor mundial de aguacate. Las exportaciones del llamado “oro verde” desde el estado de Michoacán, que produce la mayor parte del aguacate mexicano, ascendieron el año pasado a 2.400 millones de dólares.

Por eso Verisk Maplecroft, una consultora especializada en análisis de riesgos, acaba de advertir sobre la posibilidad de que el aguacate mexicano impulse un conflicto en torno a su control y que los aguacates se conviertan en los nuevos “diamantes de sangre” (como sucede en Angola o Sierra Leona) o que suceda lo mismo que con los minerales en la República Democrática del Congo.

La consultora examina un espectro amplio de factores que contribuyen al incremento del perfil de riesgo de los aguacates. Señala tres fundamentales: La implicación creciente de los cárteles en su comercio, la violencia que producen y el uso de trabajo forzado e infantil en su producción.

También valora la deforestación ilegal necesaria para ampliar los terrenos de cultivo o cuestiones como la situación medioambiental, que se ha deteriorado debido a la actividad de los cárteles. “Los grupos criminales limpian territorios forestales con el objetivo de abrir espacio para sus plantaciones”, dice el informe.

Christian Wagner, analista para las Américas de Verisk Maplecroft, cree que “el crecimiento exponencial de la popularidad del aguacate es una bendición relativa para el campesinado mexicano”. Y profundiza: “Aunque la mayoría se ha beneficiado de los precios más altos de la historia, eso ha llamado la atención del crimen organizado, que quieren hincar el diente en los beneficios”.

“Desde el cultivo al transporte, la violencia y corrupción impregnan la cadena del aguacate, sobre todo en Michoacán, un lugar asolado por la violencia desde hace mucho tiempo”, señala.

“Las similitudes con los minerales en conflicto son sorprendentes para las empresas que se abastecen de aguacates en la región. Las empresas vinculadas con los proveedores y agricultores de aguacates de Michoacán asumen cada vez un riesgo mayor de verse vinculados con asesinatos, esclavitud, trabajo infantil y degradación medioambiental. Especialmente cuando la trazabilidad cada vez es más complicada”.

El aguacate es un producto muy recomendado por los dietistas debido a su alto valor nutricional y su grasa “buena”. La industria mexicana del aguacate goza de popularidad debido a las buenas condiciones que ofrece. Paga hasta 12 veces el salario mínimo del país. México, además lidera las exportaciones mundiales por delante de Holanda, que no produce pero es plataforma comercial y Perú, que sí produce y exporta.

La mayor parte del aguacate mexicano está destinada al mercado de Estados Unidos, que también cuenta con producción propia en California y Florida. La mayor parte de los aguacates de los supermercados británicos llegan desde España, Israel, Sudáfrica, Perú y Chile. Es un fruta cuya demanda está aumentando en China que en 2017 importó una cifra que multiplica por 1.000 la importada seis años antes.

El consumo de aguacate en Europa se mantiene en un kilo por persona y año, según el Centro para la Promoción de las Importaciones de Holanda. El consumo estadounidense es cuatro veces mayor. El país que más aguacate importa de Europa es Francia.

Los cárteles mexicanos tratan de diversificar su cartera de actividades desde que el Gobierno endureció su guerra contra las drogas. Según el analista de Verisk Maplecroft, entre sus actividades están “tanto la extorsión como el cultivo, habitualmente en tierras arrebatadas a los campesinos o ganadas a la masa forestal protegida”.

El estudio señala que “en 2019 se ha producido un incremento de organizaciones criminales que se comportan como cárteles de la droga, pero que no trafican con droga. El aguacate proporciona a los grupos criminales de Michoacán una diversificación de los ingresos equivalente a la que el robo de combustible genera en el resto del país”.

En la zona productora del aguacate funcionan al menos 12 grupos criminales. Algunos empaquetadores y productores han decidido reclutar sus propias fuerzas de autodefensa, pero “eso incrementa el riesgo de que aumente la violencia y las vulneraciones de los derechos humanos” que hace hincapié en que las organizaciones criminales obligan a algunas personas a trabajar de manera forzada.

Falko Ernst, analista senior del International Crisis Group en México, explica que los aguacates han jugado un papel importante en las actividades del crimen organizado en México desde hace al menos una década y Michoacán ha sido el epicentro de ese negocio. “No se trata solo de los aguacates. El crimen organizado mexicano ha dejado hace mucho de limitarse a traficar solo con drogas”. Y detalla el modelo actual: “Controlas un territorio y en ese territorio explotas cualquier producto disponible. Eso incluye, por mencionar algunos productos, el aguacate, la lima, la papaya, la fresa, la madera o la minería”.

Ernst, además, no cree que boicotear el aguacate mexicano sea la respuesta: “Hablamos de una industria que sostiene a miles de familias pacíficas que trabajan duro. Un boicot impulsaría probablemente a los grupos criminales a victimizar aún más a los civiles para compensar el dinero que pierden”.

“Lo que los consumidores pueden y deben hacer es expresar sus expectativas a las empresas que les venden. No deben permanecer en silencio ante las crisis de derechos humanos en las zonas productoras del sur global. Los Gobiernos ignoran a menudo a sus ciudadanos, pero si el sector privado, los inversores, comienzan a moverse, la historia cambia”, añade.

Ryan Aherin, asesor senior de recursos en Verisk Maplecroft no cree que haya una sola respuesta posible por parte de los consumidores. “Evitar el aguacate mexicano podría detener la expansión de las organizaciones criminales en el sector productivo, pero es poco probable que los cárteles abandonen el negocio de producirlos sin causar más sufrimiento a las comunidades locales”, explica.

Para Aherin, la trazabilidad es fundamental a la hora de controlar estos temas, pero es más fácil decirlo que hacerlo. La naturaleza de la cadena de valor del aguacate hace difícil, que no imposible, trazar una pieza de fruta hasta el lugar del que salió.

Traducido por Alberto Arce

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