La semana pasada, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una ley que criminaliza todos los abortos pasadas las 20 semanas de gestación, con castigos que incluyen multas y hasta cinco años de cárcel.
El líder de la mayoría republicana, Kevin McCarthy, dijo que el objetivo es “acabar con el sufrimiento y ayudar a la gente a vivir”, una posición un tanto irónica justo tres días después de que los republicanos hayan dejado que expire un programa de sanidad que probablemente deje a millones de niños sin seguro médico, y días después de la matanza en Las Vegas que el partido insiste no tiene nada que ver con la increíble facilidad para tener armas.
La verdad es que esta ley (que ahora debería ir al Senado), al igual que toda legislación antiaborto, no tiene, ni nunca ha tenido, nada que ver con ayudar a la gente. Es un intento descarado de desafiar el caso Roe contra Wade –que en 1973 sirvió para que el Tribunal Supremo de EEUU aprobara el derecho al aborto inducido– con el fin de acabar con todos los abortos, sin tener en cuenta todo el sufrimiento que esto conllevaría.
La legislación propuesta, apoyada por la Casa Blanca, es particularmente cruel: alrededor de las 20 semanas es cuando las embarazadas descubren si el feto presenta anormalidades en los cromosomas.
Abortos que salvan vidas
Casi el 99% de abortos se llevan a cabo antes de las 20 semanas de gestación; la gran mayoría de mujeres que ponen fin a su embarazo pasada esta etapa lo hacen porque supone un riesgo a su propia salud o porque el feto presenta complicaciones muy severas. Por ejemplo, muchas mujeres deciden abortar al descubrir que su hijo no podrá sobrevivir, o vivirá una corta y dolorosa existencia.
Hace unos días una mujer, Cheryl Axelrod, escribió sobre el momento en que descubrió que su “amado, deseado y esperado hijo” sufría una anormalidad tan grande que, en el caso de que viviese tanto tiempo, moriría por asfixia en el parto. “No puedes saber cuál es la decisión correcta para una familia en una circunstancia como esta hasta que no has pasado tú mismo por ella”.
Los republicanos quieren meter a la gente en la cárcel por este tipo de decisiones.
Sin ningún tipo de apoyo científico creíble, los partidarios de la propuesta de ley alegan que los fetos pueden sentir dolor a las 20 semanas de gestación. Sin embargo, los estudios señalan, apoyados por el Congreso Americano de Obstetras y Ginecólogos, que el feto no tiene capacidad de sentir dolor hasta el tercer trimestre de embarazo. Jennifer Conti, ginecóloga y profesora clínica auxiliar en la Universidad de Stanford dijo a Vox.com que 20 semanas “es un límite impuesto de manera arbitraria por políticos que no tiene ningún tipo de respaldo médico o científico”.
Los republicanos y los obstáculos al aborto
Además de depender únicamente de pseudociencia, los republicanos permanecen curiosamente callados sobre cómo ellos mismos son responsables de que las mujeres aborten más tarde de lo que quieren. La mayoría de condados estadounidenses no cuenta con un lugar en el que abortar (gracias a las leyes republicanas de Regulación de los Proveedores de Aborto - Targeted Regulation of Abortion Providers), por lo que un tercio de las mujeres tiene que viajar más de 40 kilómetros para poder poner fin al embarazo. Sin olvidar que también hay periodos de espera, múltiples visitas obligatorias a clínicas, leyes que obligan a notificar a los padres u obstáculos judiciales, además de los costes del procedimiento, ya que la enmienda Hyde se encarga de asegurar que los fondos federales no puedan ser empleados para interrumpir embarazos.
Los republicanos ponen todo tipo de obstáculos para asegurarse de que las mujeres no puedan abortar en las primeras semanas de gestación, y después insisten –sin prueba alguna– que abortar más tarde conlleva el sufrimiento del feto. Es absurdo.
Al Partido Republicano no le importa la vida o el sufrimiento. Sólo en las últimas semanas han mostrado al mundo su total indiferencia hacia la gente de Puerto Rico, las víctimas de armas de fuego y los niños necesitados de cuidado médico. Esto nunca ha tenido nada que ver con ayudar a los estadounidenses, sólo con hacer daño a las mujeres.
Traducción de Marina Leiva