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The Guardian en español

Los libios acusan a Goldman Sachs de engañarlos con prostitutas y jets

Jill Treanor

Los banqueros de Goldman Sachs pagaron prostitutas, jets privados y hoteles de cinco estrellas y organizaron reuniones de negocios en yates para obtener negocios de un fondo de inversión libio creado bajo el régimen de Gadafi, según ha determinado un tribunal de alto rango en Londres.

Las acusaciones llegaron al comienzo de un proceso legal emprendido por la Autoridad Libia de Inversión (LIA) en el que reclama a Goldman Sachs 1.200 millones de dólares (unos 1.100 millones de euros). Los abogados de la LIA reclaman por las pérdidas de nueve negocios que Goldman Sachs ejecutó para el fondo entre enero y abril de 2008.

La LIA perdió casi todas sus inversiones en esos negocios –uno de los cuales fue el mayor que el banco emprendió en una única operación–, mientras que Goldman Sachs generó beneficios “increíbles” de más de 200 millones de dólares, según Roger Masefield, uno de los abogados de la LIA.

Masefield manifestó ante el tribunal que la institución se sintió traicionada porque los negocios generaron beneficios excesivos para Goldman y fueron inapropiados para la LIA, en la que trabajaban personas no elegidas por sus méritos. Una vez que las pérdidas emergieron, Masefield indicó que una autoridad libia describió a Goldman Sachs como “el banco de la mafia”.

La LIA se creó en 2006 para invertir la riqueza petrolera del país. Masefield explicó que era un fondo soberano de inversión con una “capacidad limitada” de entender los grandes negocios.

Goldman está rebatiendo las acusaciones, presentadas en 2014. Sus abogados pronto comparecerán ante la justicia. Pero unos documentos del banco en los que se resume su defensa dicen que el proceso no se emprendió hasta que maduraron los negocios. “La LIA fue víctima de una depresión financiera inesperada, no de ningún delito de Goldman”, defiende el banco.

En documentos proporcionados al tribunal, la LIA afirma que Goldman Sachs ha calificado al fondo soberano de inversión como una entidad con “nula” sofisticación financiera y que “da un discurso sobre préstamos apalancados estructurados a alguien que vive en mitad del desierto con sus camellos”.

Masefield aseguró ante el tribunal que a un antiguo ejecutivo de Goldman, Youseff Kabbaj, le dijeron que se quedara “mucho tiempo en Trípoli. Es importante que permanezcas muy cerca de los clientes todos los días. Enséñales, fórmalos, cena con ellos”. Goldman aceptó unas prácticas para Haitem Zarti, el hermano de Mustafa Zarti, que fue subdirector de la LIA. La institución considera que lo hizo con la intención de influir en las decisiones del fondo.

Según un escrito presentado por la LIA a la justicia, “el señor Kabbaj se llevó a Haitem Zarti de vacaciones a Marruecos en varias ocasiones. El señor Kabbaj también lo llevó a Dubái para una conferencia, y fue Goldman Sachs quien pagó los vuelos y el alojamiento cinco estrellas. Los documentos revelados por Goldman muestran que el señor Kabbaj llegó a contratar a unas prostitutas para entreterlos a ambos una noche”. La LIA añade que el programa de prácticas “ha estado y podría seguir estando bajo investigación” de la Comisión de Seguridad e Intercambios de Estados Unidos.

Goldman Sachs dijo no creer que las prácticas influyeran en la decisión de la LIA de emprender esos negocios. “Las acusaciones no tienen fundamento y vamos a seguir defendiéndonos con energía”, afirmó el banco.

A Kabbaj, que reclamaba 27.300 libras por un viaje, no lo convocaron para aportar pruebas para Goldman, según explicó Masefield, que leyó un acuerdo entre el banco y Kabbaj. Goldman prometió al antiguo ejecutivo un bonus de 9 millones de dólares, pero este solo recibió la mitad. El objetivo, de acuerdo con Masefield, era acabar con la preocupación de Kabbaj sobre la posibilidad de que salieran a la luz los negocios.

En un correo electrónico citado por la agencia Bloomberg, Kabbaj dijo: “Ni Goldman Sachs ni yo mismo pagamos nunca ninguna diversión inapropiada a ningún empleado de la LIA. Estoy bajo un acuerdo estricto de confidencialidad, pero espero que Goldman Sachs corrija las informaciones y proteja mi reputación”.

Masefield declaró al tribunal que Driss Ben-Brahim –en aquel momento, socio de Goldman Sachs– se reunió en julio de 2007 con Zarti, de la LIA, en el yate de Saif Gadafi en Cannes. Ben-Brahim escribió después del encuentro que estaba nervioso por la relación y quería autorización de un banquero de mayor rango. Después, según la documentación judicial, los ejecutivos de Goldman se gastaron 25.800 euros –incluidas contribuciones de sus propios bolsillos– para fletar un jet privado de la misma compañía que usaba el coronel Gadafi para viajar a Trípoli.

Nueve contratos –en relación con las empresas financieras Citigroup, Santander y UniCredit, la eléctrica francesa EDF, la de servicios públicos ENI y la aseguradora alemana Allianz– son sujetos del caso.

La LIA defiende que es un caso de “abuso de confianza, influencia indebida y negocio desmedidamente ventajoso”. Añade que “sobre todo no es, como argumenta Goldman Sachs, el caso de un comprador arrepentido; de una contraparte que, como muchos otros, perdió dinero por la caída del mercado en 2008 y ahora quiere tergiversar las cosas”.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

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