Mi querido pueblo ruso: los ucranianos luchan contra el ejército de Putin para defender su libertad y la nuestra
La verdadera Rusia es un país de literatura y música, no un país que bombardea a niños y a niñas. La guerra que libra Putin nos deshonra a todos.
Soy ruso. Vladímir Putin está cometiendo crímenes monstruosos en nombre de mi pueblo, de mi país y en el mío. Putin no es Rusia. Rusia está dolida y avergonzada. En nombre de mi Rusia y de mi pueblo pido perdón a los ucranianos. Sin embargo, soy consciente de que ninguna de las atrocidades que se están cometiendo allí puede ser perdonadas.
Esta guerra no empezó ahora, sino en 2014, con la toma de Crimea por parte de Putin. El mundo occidental se negó a reconocer la gravedad de esa acción y fingió que no ocurría nada terrible. Todos estos años he intentado en mis declaraciones y publicaciones explicar a la gente cómo es el verdadero rostro de Putin. No ha funcionado. Y ahora el propio Putin se lo ha explicado a todo el mundo.
Cada vez que se publica un artículo mío en los medios de comunicación de Suiza, donde vivo, los editores reciben cartas de indignación de los responsables de la embajada rusa en Berna. Ahora están callados. ¿Quizás estén haciendo las maletas y solicitando asilo político?
Quiero volver a Rusia. ¿Pero a qué Rusia? La Rusia de Putin es un lugar donde no se puede respirar. El hedor de la bota del policía es demasiado fuerte. Volveré a mi país. Como escribí en una carta abierta cuando me negué a representar a la Rusia de Putin en un evento internacional en 2013, antes de la anexión de Crimea: “Quiero representar y representaré otra Rusia, mi Rusia, libre de impostores, un país con una estructura estatal que defienda no los derechos de los corruptos, sino los derechos de las personas. Un país con medios de comunicación libres, elecciones libres y personas libres”.
El espacio para la libertad de expresión en Rusia se limitó hace tiempo a Internet, pero ahora incluso online vemos la censura militar. Las autoridades han anunciado que todas las declaraciones críticas con respecto a Rusia y su guerra serán consideradas traición y castigadas según la ley marcial.
¿Qué puede hacer un escritor ante una situación como la actual? Lo único que está en sus manos: hablar sin tapujos. El silencio significa apoyar al agresor. En el siglo XIX, los polacos rebeldes lucharon contra el zarismo ruso “por su libertad y la nuestra”. Ahora los ucranianos luchan contra el ejército de Putin para defender su libertad y la nuestra. Están defendiendo no sólo su propia dignidad humana, sino la dignidad de toda la humanidad. Debemos ayudar en todo lo que podamos.
Colapso del imperio
El crimen del régimen es también que la mancha de la desgracia ha caído sobre todo el país. Ahora se asocia a Rusia no con la literatura y la música rusa, sino con el bombardeo de niños. El crimen de Putin es que ha envenenado a la gente con odio. Putin se irá, pero el dolor y el odio pueden permanecer en el alma de la gente durante mucho tiempo. Solo el arte, la literatura y la cultura pueden ayudar a superar este trauma.
Tarde o temprano, la repugnante e inútil vida del dictador llegará a su fin, pero la cultura continuará como siempre lo ha hecho y como lo hará después de Putin. La literatura no gira en torno a Putin. La literatura no tiene que explicar la guerra. La guerra no se puede explicar. ¿Por qué se ordena a los soldados de un país que maten a los de otro? La literatura es lo que se opone a la guerra. La verdadera literatura trata siempre de la pulsión del ser humano por el amor, no por el odio.
¿Qué nos espera? En el mejor de los casos, no habrá una guerra nuclear. Espero fervientemente que no se permita al loco pulsar el botón rojo o que uno de sus lacayos se niegue a cumplir esta orden final. Pero esto es aparentemente lo único bueno que se vislumbra. Después de Putin, la Federación Rusa dejará de existir en el mapa como país. El proceso de colapso del imperio continuará. A la independencia de Chechenia le seguirá la de otros pueblos y regiones.
Se producirá una lucha por el poder. La población no deseará vivir en el caos y la demanda de mano dura se reforzará. Incluso en las elecciones más democráticas -si es que las hay- puede llegar al poder un nuevo dictador. Y Occidente lo apoyará porque les prometerá tener el botón rojo bajo control. ¿Y quién sabe? Un día esto puede volver a suceder de nuevo otra vez.
* Mikhail Shishkin es novelista y el único autor que ha ganado el Premio Booker ruso, el Bestseller nacional ruso y el Big Book Prize.
Traducción de Emma Reverter
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