Se suponía que este miércoles la Cámara de los Comunes arrebataría al Gobierno británico el control sobre el Brexit de una forma dramática. Al final, todo resultó ser bastante decepcionante: ninguna de las ocho alternativas sometidas a votación sumó una mayoría suficiente.
La verdadera acción tuvo lugar lejos de allí, durante una reunión del Grupo Europeo de Investigación (formado por diputados del Partido Conservador partidarios del Brexit) en la que su vicepresidente, Steve Baker, se refirió así al Parlamento: “Podría demoler el lugar y tirar sus escombros al río”.
Si hay una moraleja de la noche de los votos indicativos es que los diputados no parecen estar a favor de nada. A pesar de eso, las votaciones sirven para adelantar lo que podría ocurrir a partir de ahora.
Cuatro hechos relevantes pueden deducirse de la sesión. La primera es que la posibilidad de un referéndum de confirmación del acuerdo ya tiene el pistoletazo de salida. Con 268 votos a favor, fue la opción más popular (consiguió unos 20 votos más que el acuerdo de May durante la segunda votación significativa). Sí, es cierto que 295 diputados votaron en contra. Eso sí, no parecerá un resultado tan improbable tras otra semana de incertidumbre y si Theresa May acepta ese referéndum como una forma de conseguir que el Parlamento lo apruebe.
En segundo lugar, se ha dicho mucho eso de que un Brexit suave (la opción 'Mercado Común 2.0' en la que el Reino Unido sigue en la unión aduanera y el mercado único) era la alternativa con más posibilidades de ser apoyada por los diputados, pero los resultados de la noche del miércoles demostraron que quizás el optimismo había sido demasiado elevado. La opción sólo obtuvo 188 votos a favor.
En tercer lugar, la Cámara de los Comunes ya ha declarado varias veces que no quiere un Brexit sin acuerdo, pero se resiste a hacer nada concreto para evitarlo. Así lo demostró rechazando la enmienda presentada por Joanna Cherry, que avocaba por la rescisión del artículo 50 en caso de que no hubiese un acuerdo fijado.
Es tan simple como que los diputados no están dispuestos a respaldar nada que suponga una derogación del artículo 50, aunque casi 6 millones de personas hayan firmado un documento en el piden precisamente eso. Tal vez, cuando nos acerquemos al borde del acantilado, haya diputados que cambien de opinión, pero el miércoles se demostró que la posibilidad de estrellarnos sigue siendo muy real.
En cuarto lugar, un número considerable de diputados (160) expresó su conformidad con la posibilidad de un Brexit sin acuerdo. Dentro de ese conjunto, existe un grupo mucho más pequeño de partidarios del Brexit duro que nunca votará por el acuerdo de May.
El Partido Unionista Democrático norirlandés (DUP, por sus siglas en inglés) se ha mantenido firme en su rechazo al acuerdo de May. Pero aunque decidieran cambiar de idea y apoyarlo, lo más probable es que ese núcleo duro conservador obligue a May a buscar el voto de entre 15 y 20 diputados laboristas. Y aquí es donde reside el verdadero problema de la primera ministra: no hay ningún acuerdo capaz de aglutinar a personas como Boris Johnson y Jacob Rees-Mogg y, a su vez, a un número suficiente de diputados laboristas. Las cosas que quiere cada uno de esos grupos son fundamentalmente diferentes.
Para los Rees-Moggs de este mundo, llegar al liderazgo del Partido Conservador es la forma de hacer realidad la relación que los partidarios de un Brexit duro quieren con la Unión Europea. Pero la única forma de sumar un número suficiente de diputados laboristas al acuerdo de May sería garantizándoles de manera irrefutable un Brexit blando con protección a los derechos de los trabajadores.
De modo que el Parlamento ha recobrado el control pero poco ha cambiado por el momento. Es difícil imaginar cómo se las arreglará May para que aprueben su acuerdo si no es tomando medidas drásticas.
Pese a todo, los resultados de las votaciones del miércoles sugieren la posibilidad de un nuevo camino para la mandataria: convocar un referéndum sobre su acuerdo con el objetivo de sumar diputados a su causa. ¿Seguirá esa ruta? Esa es la gran pregunta. Por ahora, nadie sabe la respuesta.
Traducido por Francisco de Zárate