Los 'refugiados climáticos' chinos: la nube tóxica afecta a 460 millones de personas

Tom Phillips

Pekín —

Miles de “refugiados climáticos” han huido de la contaminación que azota al norte de China desde que el país fue alcanzado por un “apocalipsis del aire” que forzó a casi quinientos millones de personas a vivir bajo un manto de gases tóxicos.

Una gran parte del norte y del centro de China ha estado viviendo con alerta roja por contaminación desde el viernes 16 de diciembre, cuando un peligroso cóctel de contaminantes transformó el cielo en una neblina de tintes amarillos y negros.

Según Greenpeace, la catástrofe afecta a una población equivalente a la de EEUU, Canadá y México juntos: unas 460 millones de personas respirando altos niveles de gases tóxicos o contaminantes peligrosos para la salud.

Una imagen tomada desde la provincia de Henan se difundió por las redes sociales. Mostraba a más de 400 estudiantes haciendo un examen en un campo de fútbol después de que su escuela se viera obligada a cerrar.

La activista de Greenpeace residente en Pekín Lauri Myllyvirta ha estado publicando en Twitter una crónica de la alerta roja. En un intento por proteger sus pulmones, contó que evitaba salir al exterior y que usaba dos purificadores de aire y una máscara industrial antipolvo: “Me hace parecer a Darth Vader”.

“El objetivo es aislarse del aire lo más posible”, asegura Myllyvirta, experto en contaminación ambiental. Otros han preferido huir. Según los informes de la prensa china, los vuelos hacia las regiones libres de contaminación se llenan sin cesar.

La agencia de viajes online líder de China, Ctrip, espera que 150.000 personas viajen al extranjero este mes en un intento por escaparse de la niebla tóxica. Entre los destinos más buscados se encuentran Australia, Indonesia, Japón y las Islas Maldivas.

“Era como un campo de refugiados”

Jiang Aoshuang, una de los tantos “refugiados por la contaminación” de Pekín, le dijo al medio estatal chino Global Times que se había ido de la ciudad junto a su esposo y su hijo de 10 años para no sufrir daños en los pulmones. Se fue con su familia a Chongli, un centro de esquí libre de contaminación a unas tres horas al noreste de la capital. Al llegar, descubrió que estaba lleno de otras personas que, como ellos, buscaban un lugar libre contaminación. “Era como un campo de refugiados”.

Yang Xinglin (27), otro de los que huyeron a Chongli, pidió vacaciones en la agencia inmobiliaria donde trabaja para no inhalar el smog. “¿Me preguntan por qué me fui de Pekín? Porque quiero vivir”, dijo al periódico the Guardian.

Emma Zhang, otra “refugiada climática”, le dijo al periódico South China Morning Post que ella y su pequeño hijo habían cambiado su casa de Chengdu (una ciudad del oeste del país también castigada por la contaminación) por un hotel en la templada provincia de Yunnan, en el sudeste del país. “Por fin pude ver el cielo azul, ¡fue maravilloso!”, dijo.

“Es terrible”, asegura Li Dongke, de 27 años. Esta residente en Pekín explica que toda su familia ha salido corriendo hacia Kunming, la capital de la provincia de Yunnan, o hacia la isla tropical de Hainan, en el mar del Sur de China.

Pero escapar de la zona de riesgo no ha sido sencillo para los exiliados ambientales. Según el China Daily, el éxodo ha paralizado los aeropuertos de Pekín y de las ciudades del centro industrial del norte, como Tianjin y Shijiazhuang, haciendo imposible el escape.

Nanyuan, el aeropuerto nacional de Pekín, canceló todos los vuelos domésticos del martes. El aeropuerto internacional de la capital canceló al menos 273 vuelos.

Greenpeace lleva alertando desde julio

Myllyvirta cuenta que Greenpeace comenzó a alertar en julio que en invierno se produciría una crisis de contaminación. Se dieron cuenta porque el gobierno estaba incentivando industrias altamente contaminantes como la del cemento y la del acero. “Gran parte de lo que pasó tiene que ver con la subida del precio del acero derivada de la enorme cantidad de proyectos de construcción que el gobierno lanzó con el fin de estimular a la economía”.

Muchos productores de acero pequeños y mal regulados sintieron que “llegaba la racha”. El aumento de su producción provocó un aumento de las emisiones que ahora estaban oscureciendo el cielo del norte de China.

Myllyvirta no duda de que el medio ambiente chino mejorará en el futuro, a pesar del reciente “apocalipsis del aire”. En su opinión, lo más probable es que el uso del carbón y la contaminación caigan en los próximos tres o cinco años, cuando se tomen medidas urgentes para reestructurar la economía y conservar el medio ambiente.

Por ahora, el exilio temporario o permanente ha sido la única opción para muchos. Según Myllyvirta, mientras la gente sigue pensando en cómo salir, las empresas se quejan de lo difícil que es conseguir empleados cualificados. “Nadie quiere vivir en lugares con tanta contaminación ambiental”.

Información adicional: Christy Yao

Traducido por Francisco de Zárate