Cada vez más solicitantes de asilo están desafiando a las gélidas temperaturas para conseguir entrar a pie a Canadá desde EEUU. Lo hacen por el miedo a lo que pueda significar la presidencia de Donald Trump, explican algunos de los defensores de los refugiados.
La semana pasada, en medio del caos y la incertidumbre que se desencadenó tras el veto migratorio de Donald Trump, una agencia dedicada a reasentar refugiados e inmigrantes tramitó un total de 10 solicitudes de asilo en un solo día (una cifra sin precedentes). Ocho de los solicitantes habían entrado a pie en Canadá para evitar ser descubiertos por agentes fronterizos.
El martes, la Policía Montada de Canadá aseguró que otras 22 personas habían atravesado la frontera y habían entrado a Canadá durante el fin de semana, 19 el sábado y tres el domingo.
“No están cruzando por el lugar donde hay oficinas de inmigración y aduanas”, cuenta Rita Chahal del Manitoba Interfaith Immigration Council (consejo canadiense de inmigración). “Están cruzando praderas llenas de nieve profunda. En Europa estamos viendo personas en barcos. Imagina kilómetros y kilómetros de inmensas llanuras nevadas”.
Un pacto alcanzado en 2004 entre Canadá y EEUU, conocido como el Acuerdo del Tercer País Seguro (the Safe Third Country Agreement en inglés), obliga a la mayoría de los migrantes a solicitar asilo en el primer país al que llegan. Como resultado, los defensores de los refugiados aseguran que ha aumentado el número de solicitantes de asilo procedentes de EEUU que eligen rutas más largas e inseguras para cruzar la frontera hasta llegar a Canadá y presentar así las solicitudes tierra adentro, donde el acuerdo no se aplica.
Más de 7.000 solicitantes de asilo entraron en Canadá por tierra en 2016, un 63% más que el año anterior, según indica la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá. Se cree que otros 2.000 han entrado de manera irregular en el mismo periodo de tiempo, de acuerdo a las cifras que maneja Reuters.
Los riesgos que están tomando estos solicitantes de asilo quedaron patentes en la víspera de Navidad. Dos de ellos, Seidu Mohammed y Razak Iyal, fueron descubiertos caminando a través de la nieve que les llegaba hasta la cintura en Manitoba. Su travesía hasta Canadá comenzó en Dakota del Norte. Allí cogieron un taxi que les dejó justo en la frontera por 400 dólares canadienses (casi 300 euros).
Mohammed, que tiene 24 años, contó que había huido de Ghana porque tenía miedo a ser perseguido por ser gay y musulmán. Después de que un juez de EEUU denegase su petición de asilo, se enfrentaba a la deportación. En EEUU conoció a Iyal, de 35 años y también procedente de Ghana, y la pareja decidió probar suerte e intentar llegar a Canadá.
Con ropa completamente inadecuada para enfrentarse a un invierno que ha sido uno de los más fríos en los últimos años, la pareja caminó durante horas, atravesó oscuros campos y malezas para llegar a Canadá. “No veíamos ninguna señal pero podíamos sentir que estábamos en Canadá porque hacía mucho, mucho frío”, contó Mohammed en Macleans magazine. Desorientados por el frío y con severos síntomas de congelación, finalmente tropezaron con una autopista y un camionero les ayudó.
Congelación severa y dedos amputados
Ambos terminaron en el hospital. A causa de la congelación, Mohammed terminó con todos sus dedos amputados mientras que Iyal los perdió todos excepto los pulgares.
Esta travesía, y el hecho de que más personas estén optando por ella, preocupa a Chahal. “No queremos ver a una persona perder la vida o algunos de sus miembros mientras intenta salvarse. No queremos ver en las llanuras una imagen similar a la que dio la vuelta al mundo de Alan Kurdi”, apunta refiriéndose al niño que se encontró muerto en una playa de Turquía en el año 2015.
Desde octubre de ese año, la organización de Chahal ha tramitado 118 solicitudes de asilo. En un año normal, se suelen tramitar 50 o 70. Solo en enero comenzaron a tramitarse 40 de estas solicitudes. Aunque los refugiados llegan de todas las partes del mundo, la mayoría son de Somalia, Ghana y Yibuti.
Su organización asegura que van a seguir llegando más y más personas en los próximos meses. Esto se debe en parte al clima político que se vive al sur de la frontera. “Algo que quizá oigamos es que están asustados por lo que está sucediendo en EEUU. Una pareja nos contó que vieron lo que pasó en los aeropuertos el fin de semana pasado y que estaban asustados”, asegura Chahal. “Les da miedo que les lleven a centros de internamiento, ser deportados o que sus solicitudes no sean aceptadas. Todo esto les preocupa mucho”.
En Quebec, Columbia y Ontario se está produciendo un aumento similar de entradas irregulares, según cuenta Janet Dench del consejo canadiense de refugiados. Su organización pide, como tantas otras, al gobierno de Canadá que incremente el número de refugiados que acoge su país. Sobre todo, después de la decisión de Donald Trump de recortar el número de refugiados para 2017 de 110.000 a 50.000. También han pedido que se retiren del acuerdo que designa a EEUU como un país seguro para refugiados.
El acuerdo plantea el riesgo de conducir a los refugiados a una mayor clandestinidad, apunta Denche. “En este momento, uno de los resultados colaterales del acuerdo es que creamos incentivos para la gente que cruza irregularmente, da trabajo a los contrabandistas y pone la vida de las personas en peligro”.
Piden derogar el acuerdo con EEUU
Cientos de manifestantes se dieron cita en Otawa la semana pasada para formar una cadena humana frente a la embajada de EEUU. Pedían a Canadá que derogase el acuerdo. Una petición online ha conseguido ya más de 39.000 firmas.
El ministro de Inmigración del país, Ahmed Hussen, dijo que el Gobierno de Canadá sigue apoyando el Acuerdo del Tercer País Seguro. En unas declaraciones a the Guardian, el ministro dijo que el acuerdo “sigue siendo una herramienta importante para Canadá y EEUU para trabajar juntos en el manejo ordenado de las solicitudes de asilo que se hacen en nuestros países”.
Los críticos dicen que el acuerdo no refleja la dura situación a la que se enfrentan ahora los refugiados en EEUU. “Es una falsa realidad seguir fingiendo que EEUU es un país seguro para los refugiados”, dice tajante Alex Neve de Amnistía Internacional en Canadá, señalando la orden ejecutiva firmada por Trump que frena temporalmente la admisión de refugiados y veta a los refugiados sirios indefinidamente.
En una carta abierta dirigida al ministro de inmigración de Canadá, Amnistía Internacional en Canadá y EEUU unieron sus fuerzas para pedir a Canadá que deje de considerar a EEUU como un país seguro para refugiados. “Creemos firmemente que en este contexto Canadá no puede esperar a ver cómo se desarrollan los asuntos en los próximos días y semanas”, dice la carta.
“La situación es tan cambiante, tan impredecible y está marcada por un desprecio tan grande a los derechos humanos que seguir considerando a EEUU es completamente intolerable”, concluyen.
Traducido por Cristina Armunia Berges