Represión de las protestas en Irán: disparos contra pasajeros en el metro, mujeres apaleadas y un niño de 9 años muerto

17 de noviembre de 2022 11:19 h

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En una de las noches de protestas más intensas y generalizadas en Irán, al menos 15 personas han muerto, entre ellas un niño de nueve años y miembros de las fuerzas de seguridad. Se trata de las protestas más extendidas desde que empezaron en septiembre por la muerte bajo custodia policial de Masha Amini, de 22 años y detenida por no llevar correctamente colocado el velo. Este martes la policía disparó contra pasajeros en el metro de Teherán y golpeó a mujeres que no llevaban el pelo cubierto, según testigos y vídeos verificados por la agencia de noticias Afp.

Estos días se recuerda el tercer aniversario del llamado noviembre sangriento de 2019, cuando cientos de personas murieron durante las protestas contra el aumento de los precios del combustible.

Ahora las agencias de noticias estatales culparon a “terroristas en dos motocicletas” del asesinato de siete personas en un centro comercial de la ciudad sureña de Izeh Khuzesta. Sin embargo, los manifestantes dijeron que los miembros de la fuerza miliciana Basij se descontrolaron, matando entre otros a un niño de nueve años que estaba sentado en un coche con su padre. Las agencias de noticias estatales afirmaron que entre los muertos se encontraban dos patrulleros voluntarios de los Basij, y que había 10 heridos.

En la región de Isfahán, murieron en un tiroteo otras cinco personas, entre ellas agentes de las fuerzas de seguridad. La información disponible sobre otras muertes en el Kurdistán elevan el número total de víctimas de la noche a al menos 15.

Disparos en el metro

Mientras, en Teherán, las fuerzas de seguridad iraníes abrieron fuego contra los pasajeros en una estación de metro y golpearon a las mujeres que no llevaban el pelo cubierto.

Las agencias de noticias estatales iraníes siguieron la línea gubernamental de que los responsables eran fuerzas antigubernamentales desconocidas o terroristas del Estado Islámico, pero los testigos afirmaron que se disparó a civiles desarmados.

El número total de muertos durante las últimas protestas llega a 348, según Harana, una agencia de derechos humanos, aunque las cifras son imposibles de verificar. En al menos tres ciudades se incendiaron seminarios.

Las agencias de noticias gubernamentales dijeron que los asesinatos podrían ser una señal de que las protestas se estaban convirtiendo en una insurrección armada. Se va a llevar a cabo una investigación de las balas en los cuerpos de los muertos por disparos y ahora es probable que se produzca una batalla propagandística masiva en la que el Gobierno argumentará que las protestas son el semillero de la “sirianización” de Irán, y un colapso del orden público.

Los vídeos publicados en las redes sociales muestran tiendas cerradas en el Gran Bazar de Teherán mientras los manifestantes coreaban consignas antigubernamentales. Pero el Estado afirma que no hay entusiasmo por estas huelgas y que bandas organizadas estaban acosando a los propietarios de los comercios más presionados para que bajaran sus persianas.

Condenas a muerte

El problema para el régimen, reconocido por muchos políticos y académicos reformistas dentro de Irán, es que muchos manifestantes hace tiempo que dejaron de informarse por las fuentes oficiales que consideran totalmente desacreditadas. En su lugar confían en las redes sociales internas o en los canales internacionales por satélite en farsi, como la BBC Persa o Iran International.

Más de 300 personas han muerto a manos de las fuerzas de seguridad a lo largo de dos meses de protestas, según el grupo Iran Human Rights, con sede en Oslo. El grupo afirma que se ha detenido a 15.000 personas, cifra que las autoridades iraníes niegan.

Esta semana, al menos cinco manifestantes han sido condenados oficialmente a muerte, uno de ellos por incendiar supuestamente un edificio gubernamental, según el centro de medios de comunicación del poder judicial. Se trata de los primeros condenados desde que empezaron las manifestaciones.

A principios de este mes, 272 de los 290 legisladores iraníes votaron a favor de la aplicación de la pena de muerte para los delitos graves contra el Estado, y se repitieron las demandas de algunos representantes oficiales de adoptar una línea más dura contra unos disturbios que dan pocas señales de remitir.

Una revolución

Las protestas comenzaron por la muerte de una mujer kurda de 22 años, Mahsa Amini, pero desde entonces se han transformado en una protesta más amplia contra el régimen, que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha comparado con una revolución.

En su intervención en Bali el miércoles, Macron dijo: “Algo que ha cambiado es esta revolución de las mujeres, de los jóvenes de Irán, que defienden valores universales como la igualdad de género. Es importante elogiar el valor y la legitimidad de esta lucha”.

El ministro del Interior iraní, Ahmad Vahiidi, dijo que se ha detenido a varios presuntos agentes de la inteligencia francesa. “En los disturbios fueron detenidas personas de otras nacionalidades, algunas de las cuales desempeñaron un papel importante. Había elementos de la agencia de inteligencia francesa y serán tratados de acuerdo con la ley”.

Vahiidi también afirmó que “en los disturbios fueron detenidas personas de otras nacionalidades, algunas de las cuales desempeñaron un papel importante. Había elementos de la agencia de inteligencia francesa y serán tratados de acuerdo con la ley”.

Siete ciudadanos franceses fueron detenidos, posiblemente como respuesta a la reunión de Macron con iraníes exiliados y opositores al régimen.

Francia forma parte de un grupo de gobiernos occidentales que planean votar a favor de una condena a Irán en una reunión de la junta directiva del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que se celebra esta semana en Viena. La moción condena a Irán por su falta de cooperación con los inspectores nucleares de la ONU sobre su programa nuclear y dice que las reservas de uranio del país son ahora 18 veces el límite establecido en el acuerdo nuclear de 2015.

Traducción de Celia Broncano