Las autoridades rusas están considerando prohibir una comedia sobre la muerte del dictador soviético Iósif Stalin alegando que la película puede provocar protestas violentas, según ha dicho un alto cargo del consejo del Ministerio de Cultura.
Pavel Pozhigailo ha asegurado que La muerte de Stalin, dirigida por Armando Iannucci –el británico tras las sátiras políticas Veep y The thick of it– constituye una “provocación premeditada” destinada a enfurecer a los comunistas rusos. Y especula con que la producción británico-francesa puede ser parte de una estrategia occidental para desestabilizar Rusia provocando divisiones en la sociedad.
Pozhigailo, un alto cargo de la cámara pública nombrada por el Estado, ha dicho que el Ministerio de Cultura se negaría a permitir la proyección de la película en Rusia en el caso de que las autoridades decidan que tuviese el peligro de “incitar al odio”.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha asegurado que confía en que el Ministerio de Cultura tomará la decisión correcta a la hora de decidir si otorga una licencia de distribución a La muerte de Stalin.
La trama satírica de la película gira alrededor de las disputas en el Kremlin tras la muerte por infarto de Stalin en 1953. Está protagonizada por Steve Buscemi en el papel de Nikita Khrushchev, el sucesor de Stalin, y con Michael Palin como el diplomático soviético Vyacheslav Molotov. El mes que viene se estrenará en Europa y en Estados Unidos.
El Partido Comunista ruso, el segundo más grande en el parlamento, ha calificado previamente de “repugnante” a la película. Alexander Yushchenko, un portavoz del partido, dijo que la película, basada en una novela gráfica del mismo nombre, es un intento de provocar descontento.
Vzglyad, un periódico pro-Kremlin, expresó su postura con respecto a la película en estos términos: “Una burla hecha por extranjeros que no saben nada sobre nuestra historia. ¿Debería ser proyectada en Rusia? Por supuesto que no”.
La popularidad de Stalin en Rusia ha estado en ascenso durante los últimos años, a la luz de la confrontación entre el Kremlin y Occidente en relación con Ucrania y Siria. En junio, el dictador soviético encabezó una encuesta realizada por el centro de estudios sociológicos Levada, en Moscú, en busca de la “persona más destacada” en la historia de la humanidad.
El presidente, Vladímir Putin, ocupó el segundo lugar junto a Alexander Pushkin, el poeta nacional ruso en el siglo XIX.
La muerte de Stalin es la segunda película sobre una figura histórica en los últimos meses que produce gran polémica.
Matilda, sobre el último zar de Rusia, ha provocado una oleada de incendios premeditados en Rusia a manos de extremistas cristianos ortodoxos que la acusan de “blasfema” por mostrar escenas eróticas de Nicolás II.
Nicolás II, que fue asesinado en 1918 junto a su familia por revolucionarios comunistas, fue canonizado por la Iglesia ortodoxa rusa tras el colapso de la Unión Soviética.
Natalya Poklonskaya, una destacada diputada del partido de Putin, dijo que Matilda “ofende los sentimientos de los creyentes religiosos”, considerado delito en Rusia desde 2013.