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The Guardian en español

Rusia está usando bombas de racimo contra civiles, según una investigación de 'The Guardian'

Fragmentos de municiones en racimo 9N210 o 9N235 documentados por Amnistía Internacional.

Lorenzo Tondo / Dan Sabbagh

Kiev —

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Las tropas rusas han matado a cientos de civiles en la región de Kiev usando armas que están prohibidas por todo el mundo, según una investigación del periódico The Guardian.

El ejército invasor ha sido acusado de cometer atrocidades contra los residentes de Bucha, Hostomel y Borodianka, donde las pruebas recogidas durante una visita del periódico británico demuestran el uso en zonas pobladas de municiones en racimo, bombas de racimo y bombas no guiadas extremadamente potentes, provocando la destrucción de al menos ocho edificios civiles.

Bellingcat, un proyecto periodístico sin ánimo de lucro dedicado a la investigación de crímenes de guerra, revisó algunas de las imágenes tomadas por The Guardian y confirmó la presencia del estabilizador vertical característico de la bomba de racimo RBK-500 con submuniciones PTAB-1M, y de cohetes de racimo lanzados por el lanzacohetes soviético BM-30 Smerch.

El Kremlin ha negado una y otra vez que haya atacado a civiles y dice que las acusaciones ucranianas y occidentales por crímenes de guerra rusos son inventadas. Pero la retirada de la región de Kiev que los invasores ocuparon hasta principios de abril ha dejado tras de sí rastros de municiones en racimo en coches, calles, edificios civiles y cadáveres. Prohibidas en la mayor parte del mundo tras la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008, las municiones en racimo rusas fueron usadas en zonas de Ucrania donde no había presencia del ejército defensor ni infraestructura militar.

Las bombas de racimo están diseñadas para liberar en un área extensa docenas de bombas menores llamadas submuniciones. Pero esas submuniciones no siempre explotan, convirtiéndose en un riesgo futuro para los civiles. El tratado de 2008 que las prohibió fue firmado por más de 100 países, aunque Rusia y Ucrania no lo ratificaron.

Según el periódico The New York Times, a principios de marzo las tropas ucranianas también lanzaron un cohete con munición en racimo en Husarivka, un pueblo del este ucraniano que intentaban recuperar.

Ataques rusos contra Bucha y Borodianka

Los restos de decenas de coches en Bucha y Borodianka, vistos y fotografiados por The Guardian y revisados por expertos, muestran los agujeros característicos de las submuniciones de las bombas de racimo rusas. También se ha informado sobre el uso de este tipo de bombas y municiones en otras zonas de Ucrania.

El 4 de abril se produjeron varias explosiones muy cerca de un equipo de Médicos Sin Fronteras que trabajaba en un hospital de oncología de Mykolaiv (sudeste de Ucrania). “No se veía ningún cráter grande”, publicó la organización humanitaria en un comunicado. “Tras las explosiones, nuestro equipo vio numerosos agujeros pequeños en el suelo, dispersos en una gran zona; que podrían ser consistentes con el uso de bombas de racimo”.

The Guardian encontró un cohete de racimo ruso utilizado para descargar municiones en racimo cerca de una aldea agrícola en Hostómel. Supuestamente, lo lanzó un BM-30 Smerch.

Los fiscales ucranianos han recopilado muchas de las pruebas que evidencian el uso de armas prohibidas internacionalmente y pronto las enviarán a la Corte Penal Internacional para su investigación sobre posibles crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad cometidos en Ucrania. “Rusia está aplicando medios y métodos de guerra prohibidos. En particular, está utilizando munición prohibida, como bombas de racimo y munición en racimo de artillería”, dice Oleh Tkalenko, fiscal jefe adjunto de la región de Kiev.

“En la ciudad de Borodianka, durante su ocupación, usaron munición en racimo del sistema Smerch, que está prohibida”, dice. “Además, bombardearon objetivos civiles con bombas FAB-250, una información que fue proporcionada por especialistas. Destruyeron ocho edificios”. 

De diseño soviético, la FAB-250 es una muy imprecisa bomba de 250 kilos que se lanza desde el aire. La Unión Soviética la usó mucho durante su guerra en Afganistán y Rusia también la empleó en Siria. La FAB-250 desciende en caída libre desde aviones y ha sido diseñada exclusivamente para atacar objetivos militares, destruir instalaciones fortificadas del enemigo o fortificaciones de superficie como búnkeres y depósitos de equipos militares.

Minas en las viviendas

Rusia sostiene que trata de destruir objetivos militares pero las pruebas recogidas o revisadas por The Guardian, y verificadas de forma independiente por expertos en armamento, demuestran que las bombas fueron lanzadas contra edificios residenciales y contra infraestructuras civiles. Una FAB-250 alcanzó un edificio residencial de Borodianka donde vivían cientos de civiles y lo destruyó partiéndolo en dos. La mayoría de sus habitantes murió.

“No hace falta ser un experto en armas para entender que Rusia ignoró las reglas de la guerra en Bucha”, dice el alcalde de la ciudad, Anatoliy Fedoruk. “Bucha se convirtió en un safari checheno, donde utilizaban minas terrestres contra los civiles”. Un empleado de la fiscalía de Kiev lo confirma: “En Bucha y en Irpin hay muchos casos en los que han dejado minas en casas particulares”.

El fiscal Tkalenko dice que los médicos forenses están analizando los cadáveres encontrados en las fosas comunes, en las calles, en los sótanos y entre los escombros, y que han encontrado fragmentos de bombas de racimo y de municiones en racimo. “Se encuentran pequeños objetos en los cuerpos”, dice. “El proceso se organiza así: se desentierran los cuerpos, se designa a los forenses y los expertos se ponen a trabajar; no puedo dar información más precisa porque se están redactando miles de informes, todo se está recopilando y clasificándose”.

“Toda la munición encontrada será clasificada, nos estamos preparando para [una futura investigación por crímenes de guerra en] La Haya; este trabajo lo realizan dos especialistas: uno encuentra los objetos, otro los saca y designa el peritaje; la tarea del fiscal es asegurarse de que se cumpla la ley”, dice.

“Lo que puedo decir es que en 20 años de carrera nunca había visto horrores como los que he visto desde el 24 de febrero, y nunca he visto hechos tan horribles”, añade. “La guerra da mucho miedo. Eso es todo”.

Traducción de Francisco de Zárate

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