Más de 36 millones de personas se enfrentan al hambre en todo el sur y este de África, al mismo tiempo que una franja del continente lucha contra la peor sequía de las últimas décadas en un período de altas temperaturas extremas, ha advertido la ONU.
La causa más directa de la sequía que asola a tantos países, desde Etiopía hasta Zimbabue, es el fenómeno El Niño, que ha golpeado el continente como nunca antes se había visto. Según científicos meteorológicos, El Niño ha hecho que las condiciones atmosféricas normales de todo el planeta se vuelvan extrañas
Pero, debido a que el mundo todavía siente el impacto de las altas temperaturas extremas de febrero, se teme que los efectos del cambio climático a largo plazo también estén socavando la capacidad de la región para subsistir en climas extremos, dejando a un gran número de personas vulnerables al hambre y a las enfermedades.
Etiopía es hoy el país más afectado por la crisis. Allí nunca llegaron las lluvias, vitales para el 80% de las cosechas del país. Unicef ha anunciado que planea tratar a más de 2 millones de niños por desnutrición y que más de 10 millones de personas necesitarán ayuda alimentaria.
“Etiopía ha recibido dos golpes; uno, debido al cambio de las temporadas de lluvias, que está asociado con los efectos del cambio climático a largo plazo y, el otro, debido al fenómeno de El Niño, que muy probablemente ha sido la causa principal de una de las peores sequías en las últimas décadas”, explica Gillian Mellsop, representante de Unicef en Etiopía.
La crisis ha perjudicado incluso a aquellos etíopes que no corrían riesgo inmediato de padecer hambre. Según Mellsop, el fenómeno climático ha afectado a la educación de unos 4 millones de niños y adolescentes, que “se vieron imposibilitados de acceder a una educación de calidad debido a las sequías”.
Entre los países vecinos que padecen hambre tras las cosechas fallidas se encuentran Somalia, Sudán y Kenia. En conjunto, la falta de lluvias ha dejado a más de 20 millones de personas de la región con “inseguridad alimentaria”.
Un Niño sin lluvias
Aunque se había pronosticado la llegada de El Niño, las sequías han tomado por sorpresa a muchos funcionarios porque, por lo general, el fenómeno climático trae consigo más lluvias a la región y no menos.
“El comportamiento típico que se esperaría de El Niño es que produjera un clima muy seco en el sur de África y algo más húmedo de lo normal en el este”, explica la doctora Linda Hirons, del National Centre for Atmospheric Science (NCAS). “Por eso, que hayamos tenido sequías en algunas zonas del este de África es poco habitual. Pero cada fenómeno de El Niño se manifiesta de forma diferente”.
En el sur de África sí se esperaba que El Niño provocara sequías, pero esta vez han sido más graves de lo que se temía porque, por segundo año consecutivo, no ha habido lluvias.
En total, casi 16 millones de personas del sur de África ya padecen hambre y la cifra podría aumentar rápidamente. “Más de 40 millones de personas pobres del campo y otras 9 millones de personas pobres en centros urbanos corren riesgo debido a los efectos de la sequía y de las precipitaciones erráticas que han llegado de la mano de El Niño”, advierten desde el Programa Mundial de Alimentos.
Una gran sequía cada tres años
Zimbabue, el que alguna vez fue el granero de la región, está entre los países donde peor ha golpeado la crisis. En febrero, el presidente de ese país, Robert Mugabe, declaró el estado de emergencia por la sequía. En menos de un mes, las cifras oficiales con el número de personas necesitadas de ayuda alimentaria pasaron de 3 a 4 millones. Los países vecinos pelean por conseguir ayuda alimentaria, incluido Sudáfrica, por cuyo puerto llega la ayuda para toda la región.
“En nuestra opinión, esta es una crisis regional; una crisis humanitaria de extremo a extremo de la región”, asegura Víctor Chinyama, representante de Unicef en Zimbabue. “Es posible que la cantidad de gente que padece hambre en cada uno de los países no sea ni comparable con lo que ocurre en Etiopía, pero si se suman todas las cifras, como región, uno se empieza a dar cuenta de la dimensión de la crisis”.
Actualmente, más de un tercio de los hogares padece hambre, afirma Chinyama. Según el representante de Unicef, las familias que antes tenían para comer dos comidas al día están reduciendo la cantidad a una, y aquellas personas que podían proporcionar una sola comida a sus familiares dependen ahora por completo de la ayuda alimentaria.
Más allá de la gran urgencia por proporcionar comida a los que la necesitan, los trabajadores humanitarios de la región dicen que la sequía ha servido como recordatorio de que las comunidades vulnerables a cambios en los patrones climáticos necesitan ayuda a largo plazo para poder adaptarse.
“Ya es del dominio público que experimentaremos muchas más sequías”, asegura Beatrice Mwangi, directora de capacidad de recuperación y de sustentación de World Vision, una organización que ayuda en el sector sur de África. Mwangi explica que está enfocada en respuestas a mediano y largo plazo.
“Antes, era una gran sequía cada 10 años, después pasó a ser una sequía cada 5 años y, ahora, la tendencia marca que será una sequía cada 3 o 5 años. Así que ya estamos en presencia de una crisis, esa es la verdad”.
“Pero será la nueva norma. Así que nuestra reacción tiene que tomar en cuenta eso. El cambio climático existe y afectará a la gente con la que trabajamos; a las comunidades a las que servimos”.
Traducción de Francisco de Zárate