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The Guardian en español

¿Qué significa para Europa la nueva gran coalición alemana?

La gran coalición alemana puede marcar el devenir de Europa

Alan Posener

Alemania casi tiene nuevo gobierno. “Casi”, porque un referéndum entre los militantes del Partido Socialdemócrata (SPD) podría desbaratar la Groko, la Grosse Koalition que el partido formó con la Unión Demócrata Cristiana de la canciller Angela Merkel (CDU) y el CSU, su partido hermano de Baviera. Y no cuenten con que eso no pueda suceder. En Alemania, la política solía ser algo que se definía desde arriba y hacia abajo. Ya no.

Dicho esto, los socialdemócratas tendrían que ser estúpidos para rechazar el pacto. En las elecciones generales de septiembre sufrieron una derrota histórica. Cuando escribo estas líneas, están sacando en torno a un irrisorio 18% en las encuestas, no mucho más que la recién llegada formación de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD).

Se puede argumentar que la caída se debe precisamente a la permanencia del SPD en el gobierno (desde 1998, con una interrupción de sólo cuatro años entre 2009 y 2013) y que un período en la oposición le vendría bien. Es lo que quieren los jóvenes del SPD. Miran con envidia el atractivo populista que ejerce Jeremy Corbyn en el Reino Unido y sueñan con un partido rejuvenecido. Quieren un enfoque más a la izquierda para triunfar en las elecciones de 2021 o de 2025, algo que les daría muchas oportunidades de hacer carrera en una coalición con los Verdes y con Die Linke, el partido radical de izquierda.

Si yo fuera un político en ciernes del SPD podría pensar lo mismo. Pero para la actual dirección de mediana edad, pasarse entre cuatro y ocho años en la oposición viendo crecer a la nueva generación dentro de su partido no es una opción atractiva. Y no hay garantías de que un giro hacia la izquierda vaya a hacerle ningún bien al SPD. Ese terreno ya está ocupado por Die Linke.

Además, el que dejará de ser pronto líder del SPD, Martin Schulz, ha logrado transformar en victoria la derrota (y su propio resentimiento, tras jurar en la noche de las elecciones que el partido se iba a la oposición). El nuevo acuerdo de coalición tiene un sabor decididamente socialdemócrata. Y el SPD se queda con el Ministerio de Hacienda. El misma que el tacaño esbirro de Merkel, Wolfgang Schäuble, usó para frustrar ambiciosos planes en Alemania y estrangular a Europa en nombre de la disciplina financiera. En el Elíseo y en el Berlaymont ya están sacando el champán.

Sin duda la perdedora en el juego de póker de los últimos meses ha sido Merkel. El único partido que de verdad quería gobernar con ella era el de los Verdes. Los liberales (FDP) se fueron de la mesa de negociaciones y el pacto para atraer de vuelta al SPD dejó a Merkel sin uno solo de los ministerios clave.

Horst Seehofer, al que su propio partido (CSU) está expulsando de su cargo como primer ministro de Baviera, obtiene como recompensa por sus constantes ataques contra la política de refugiados de Merkel el ingrato Ministerio del Interior, donde podrá asumir la responsabilidad por futuros ataques terroristas.

Todos creen que Merkel se marchará

Todo el mundo espera que la canciller abandone en medio del mandato y entregue el poder a un heredero. Conseguir una Coalición Jamaica (con los Demócratas Cristianos, el FDP y los Verdes) podía haber significado una nueva vida para ella. Pero como líder de su tercera Groko, parece debilitada. Las concesiones que hizo al SPD hacen superficialmente creíbles las afirmaciones de la AfD, que se presenta como la única fuerza verdaderamente conservadora del país, la que ocupó la posición que la CDU de Merkel dejó vacíos.

No es cierto. Alternativa para Alemania es antiglobalización, euroescéptica y rusófila, y la CDU nunca fue nada de eso. Pero si la AFD se las arregla para evitar los escándalos, las vendetas personales y una mayor radicalización (no parece probable), podría romper el actual molde de la política alemana y formar una coalición con una CDU/CSU post-Merkel que con toda seguridad se escoraría hacia la derecha.

Pensemos en el modelo austriaco: en 2021 podría haber una derecha revitalizada en Alemania que diera nuevas energías a la izquierda moribunda. Un retorno a lo que los alemanes llaman la Lagerpolitik, la política de los campos ideológicos opuestos. No es necesariamente lo peor que puede pasar, dicho sea de paso.

Pero por el momento, y asumiendo que el referéndum del SPD no ponga un palo en la rueda, lo que tenemos es a Merkel y la Groko. ¿Qué significa eso para Europa y Gran Bretaña? Martin Schulz iba a ser ministro de Asuntos Exteriores (aunque el viernes afirmó que no ocupará ningún cargo en el nuevo Gobierno). Como expresidente del Parlamento Europeo, es tan eurófilo como el que más. De hecho, entre sus últimas propuestas figura aspirar a unos “Estados Unidos de Europa” para el 2025.

No son palabras vacías. Schulz es un idealista y esta es probablemente su última oportunidad en la política de verdad. Emmanuel Macron no podía tener un aliado más impaciente y deseoso.

Es de esperar una mayor integración de la Eurozona, posiblemente con un ministro de Finanzas propio y otro de Desarrollo Económico. También, un aumento en los fondos para ayudar a las renqueantes economías del sur. Tal vez eurobonos o fórmulas parecidas que sirvan para mutualizar la deuda.

La resistencia del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa) a una mayor integración europea podría poner a Schulz frente a una seria división europea a pocos meses de asumir su cargo. Pero no crean que abandonará sus ideas de integración o que suavizará su postura sobre el Brexit.

Schulz cree que poner en marcha de nuevo al “motor” germano-francés y a la Eurozona servirá como factor de atracción para la gente de los Estados de Visegrado, que tarde o temprano se deshará de sus gobiernos nacionalistas. Y si no, que el Brexit sirva para demostrar a esos molestos húngaros, polacos, eslovacos y checos lo incómodo que es abandonar la UE.

¿La misma coalición de siempre significa la misma vieja política? Lo dudo. Las cosas se están calentando.

Alan Posener es corresponsal político y columnista de los periódicos Die Welt y Welt am Sonntag.

Traducido por Francisco de Zárate

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