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Qué significaría para Europa una victoria de Macron en Francia

Hace menos de diez años, los diplomáticos de Reino Unido en París se preguntaban si algún día sería posible una reunión entre políticos británicos y miembros del Frente Nacional. En un signo de lo mucho que ha cambiado la política europea en estos años, el partido que entonces dirigía Jean-Marie Le Pen estaba tan fuera de lo aceptable que parecía casi imposible acercarse a él.

Muy posiblemente, los actuales ocupantes de la embajada británica en París hayan dado un suspiro de alivio tras la primera vuelta de las presidenciales francesas: parece poco probable una remontada de 20 puntos por parte de Marine Le Pen, la hija de Jean-Marie. Pero también saben que la alternativa, un gobierno de Emmanuel Macron, con una idea casi romántica de Europa, puede terminar convirtiéndose en un dolor de cabeza igual de importante en términos diplomáticos.

La presidencia de Macron no está tan clara en lo que se refiere a reformas en Francia, pero en su campaña fijó objetivos inequívocos sobre el Brexit y sobre el futuro de Europa, especialmente la reactivación del largamente estancado motor franco-alemán.

Cuando le preguntaban los periodistas británicos, Macron decía siempre que no daría su apoyo a un acuerdo que permita al Reino Unido convertirse en un paraíso fiscal de la Unión Europea, con acceso al mercado único. Como ya hizo su exjefe, François Hollande, está decidido a impedir que el Brexit se convierta en un modelo a imitar para otros países de la Unión. Como antiguo banquero, también tendrá la tentación de atraer a muchos de sus simpatizantes en Reino Unido para que regresen a Francia y conviertan a París en un centro financiero capaz de rivalizar con la City londinense.

Su relación con Berlín

Que lo consiga o no dependerá en gran medida de la relación que logre establecer con Berlín. Durante la campaña visitó dos veces Alemania. Y en enero, durante una conferencia de 70 minutos que pronunció en inglés en la Universidad de Humboldt (Berlín), prometió terminar con la desconfianza y con el atasco que ha desvirtuado al eje franco-alemán.

Algunos economistas franceses creen que sus grandes planes de reformar la eurozona, tener un presupuesto común, nombrar a un ministro de Finanzas europeo, asegurar una Defensa común y permitir una Europa de varias velocidades no son sino una repetición del tipo de grandilocuencia sobre Europa que los ministros de Asuntos Exteriores de Francia llevan generaciones cocinando. Dicen también que ha sido rechazado una y otra vez por los gobiernos alemanes. Como explicó un economista de la Comisión Europea, cuando reciben estas propuestas en Alemania, “la mayoría simplemente bosteza y espera al siguiente punto de discusión”.

Pero Sylvie Goulard, una de las asesoras en política exterior de Macron, dice que esta vez va en serio: la víspera de las elecciones francesas y alemanas puede ser la última oportunidad de los partidos liberales de centro para reformar a la Unión.

En su discurso de Berlín, Macron argumentó que un euro disfuncional ayudaba a Alemania. También dijo que la desconfianza entre Francia y Alemania estaba bloqueando las grandes reformas necesarias para hacer crecer la solidaridad entre los 19 miembros de la unión monetaria.

“Debemos reconocer colectivamente que el euro está incompleto y que no podrá mantenerse sin reformas importantes. No le ha dado a Europa una soberanía internacional plena para enfrentarse con sus propias reglas al dólar. No ha traído a Europa una convergencia natural entre los diferentes países miembro”.

En palabras de Macron, “el euro es un marco alemán débil”. En su opinión, mantener el statu quo significa, “en un plazo de 10 años, el desmantelamiento del euro”.

Esbozadas antes por el político Sigmar Gabriel, del Partido Socialdemócrata alemán, las ideas de Macron para reformar al euro atentan contra la preferencia de Berlín por los superávits comerciales, que para el candidato francés son insostenibles.

Muchas de las propuestas siguen siendo vagas pero al menos Macron ha tenido la honestidad necesaria para reconocer que Berlín sólo las escuchará si Francia se gana su credibilidad llevando a cabo reformas económicas internas.

Su reforma económica no cuenta con apoyos

El problema, según muchos analistas, es la dificultad que tendrá Macron en reunir el capital político imprescindible para su agenda proeuropea, no sólo en Alemania sino también en Francia. Según el economista francés Charles Wyplosz, la reforma económica no tiene un apoyo amplio. En la primera vuelta de las elecciones, sólo dos candidatos presidenciales (Macron y el de la derecha, François Fillon) hablaron de su necesidad.

En opinión de Wyplosz, “la buena noticia es que Macron y Fillon ganaron el 50% del voto, pero la mala es que el 50% del pueblo francés sigue sin tener idea sobre lo que hay que hacer, y eso hace que abunden las preguntas sobre qué puede pasar ahora”. “Francia lleva décadas a media velocidad y perdiendo influencia política en Europa, principalmente por una serie de acuerdos donde los que consiguen privilegios han perfeccionado la forma de protegerlos. Macron tiene que enfrentarse a fuerzas poderosas que han ganado cada batalla de los últimos diez años sacando a la calle a dos millones de personas”.

La fragilidad interna de Macron hace que las miradas se pongan sobre Alemania. Según Ronja Kempin, politóloga del Instituto Alemán para Política Internacional y de Seguridad, es necesario que Berlín mire a 2022, cuando será más cierto el riesgo de una victoria del Frente Nacional en la segunda vuelta. “Si cae Francia, Alemania se quedará sola. Para evitarlo, Berlín tendrá que hacer sacrificios ideológicos y económicos”.

Traducido por Francisco de Zárate