Existe un refrán que se suele decir en la capital de Estados Unidos: una cosa es Washington y otra cosa el Distrito de Columbia. Washington es ese lugar al que van los turistas para visitar la Casa Blanca, donde el Congreso aprueba las leyes y donde Donald Trump protagoniza a diario una telenovela política.
Pero el Distrito de Columbia (DC), al que pertenece la ciudad, es un lugar donde viven más de 700.000 personas y donde la gente va a trabajar, las familias comen juntas y los niños van al colegio. Y muchos de esos niños, que viven a pocas millas de la sede del Congreso en el Capitolio, enfrentan la amenaza diaria de no tener techo ni comida suficiente.
Los niños del DC son los más desfavorecidos del país, de acuerdo con un informe que el sitio online de finanzas personales WalletHub elaboró a partir de varios factores, desde la población infantil en orfanatos hasta el porcentaje de los que terminan la secundaria. Según el estudio, las condiciones que enfrentan los niños del DC son peores que las de los que viven en Virginia Occidental (el tercer peor estado para los niños), Luisiana (el quinto) y Oklahoma (el séptimo).
En opinión de Judith Sandalow, directora ejecutiva de Children's Law Center [una organización benéfica para los niños del DC], los resultados demuestran la “enorme disparidad” que hay entre la percepción de Washington como la sede del gobierno más poderoso del mundo y la dolorosa realidad que a menudo viven muchos niños de la ciudad. “A tres kilómetros de la Casa Blanca hay niños que se acuestan con hambre y sin saber dónde dormirán la noche siguiente”, afirma Sandalow.
Según Jill González, analista de WalletHub, el DC tiene los mayores porcentajes de niños en familias monoparentales, de niños en hogares de bajos ingresos donde no trabaja ninguno de los adultos y de niños con padres sin empleo estable. González mantiene que la clasificación del DC como el peor lugar para los niños también se debe a las altas tasas de inseguridad alimentaria, mortalidad y depresión infantil.
“Incluso en uno de los países más ricos y poderosos del mundo, existe una gran necesidad”, mantiene Radha Muthiah, directora del Banco de Alimentos de la Zona Capital. De las 400.000 personas que su organización atiende en la región del DC, un tercio está formado por niños. Su equipo ha visto de primera mano los efectos de la creciente inequidad en la ciudad. Según el DC Policy Center, el 20 por ciento de los que ganan más dinero en la ciudad se llevan a casa unas 29 veces más que el 20 por ciento de los que menos ganan.
Según los expertos, la falta de una vivienda accesible es uno de los principales factores detrás de la inequidad. De acuerdo con los datos publicados en junio por la Jefatura Financiera del DC, en un año el precio medio de una vivienda unifamiliar creció un 10,9 por ciento para llegar hasta los 809.500 dólares. La Asociación de Agentes Inmobiliarios del Área Capital también ha informado que el precio promedio de las casas en la ciudad ha alcanzado nuevos récords en 2019.
Según Michael L. Ferrell, director ejecutivo de la DC Coalition for the Homeless [Coalición del DC para las personas sin techo], los precios en la ciudad han subido tanto que muchas familias del DC consideradas como “trabajadoras pobres” ya no pueden permitirse una vivienda: “La razón número uno es la falta de vivienda accesible, no sólo en el DC, sino en todo el país”.
Ferrell sabe que el porcentaje de personas sin techo en el DC ha disminuido en los últimos años pero con una reducción paralela en la cantidad de casas accesibles. “Yo diría que es atribuible, en gran medida, a las familias de mayores ingresos que están mudándose al DC y a otros grandes centros urbanos”, mantiene Ferrell. “Se puede considerar como uno de los efectos secundarios, no creo que fuera el plan, pero no hay dudas de que es una de las derivadas”.
El estudio de WalletHub confirma esta paradoja. Según la analista Jill González, como la ciudad puntúa bien en movilidad económica, los investigadores se sorprendieron cuando vieron las altas tasas de niños en hogares bajo el umbral de la pobreza.
En la opinión de Judith Sandalow, “la creciente desigualdad en la ciudad es de hecho parte del problema” y agrega: “Aunque la ciudad está queriendo transformarse en un lugar deseable para los más ricos y esté construyendo para ese grupo de gente, no ha habido ninguna planificación de ciudad para las familias que hoy están viviendo en ella”.
La organización de Sandalow, el Children's Law Center trabaja con uno de cada nueve niños en los barrios más pobres del DC, dando asistencia jurídica y haciendo lobby por los cambios sistémicos necesarios para solucionar los problemas que encuentran. Según ella, el efecto dominó que sufren muchas familias de la ciudad con ingresos bajos a menudo comienza con la incapacidad de acceder a una vivienda. “Hay una reacción en cadena tremenda”, sostiene Sandalow, y añade: “Para las familias de bajos y medianos ingresos en el DC, las fichas de dominó están demasiado juntas. Cuando se cae una ficha, se puede ver cómo caen todas en cascada, desmoronándose la estabilidad familiar, la salud, la educación y la vivienda del niño”.
En vez de aliviar esos problemas acumulativos, las propuestas del Gobierno de Trump podrían exacerbar los riesgos. Como explica Radha Muthiah, hasta 12.000 familias del DC podrían verse afectadas por la propuesta del Gobierno de Trump de revisar los criterios de elegibilidad para recibir cupones de alimentos.
A escasos kilómetros de la Casa Blanca, miles de familias trabajadoras están preocupadas por los malabarismos financieros que van a tener que hacer si Trump se sale con la suya. “Estas familias ahora están tratando de no hundirse y nos preocupa que cualquier tipo de recorte al Programa Asistencial de Nutrición Suplementaria las empuje por debajo de la superficie, incluso cuando están trabajando increíblemente duro”, afirma Muthiah.
Sandlow prefiere no caer en la desesperación por la cantidad de problemas que enfrentan las familias trabajadoras de la ciudad. En su opinión, es mejor fijarse en las soluciones al alcance para mejorar sus circunstancias. Se refirió en concreto al proyecto de ley aprobado en 2018 por el Consejo del DC para limitar los castigos que consisten en suspender la asistencia de los alumnos al colegio. Gracias a esa ley, solo las faltas más graves podrán tener como consecuencia ese tipo de suspensiones.
De aprobarse antes, la legislación habría ayudado a algunos de los usuarios del Children's Law Center, como un niño de orfanato que en cuarto grado fue suspendido por robar un bocadillo del armario de su clase. “Son problemas absolutamente solucionables”, dijo Sandlow. “Todos los días vemos que podemos resolver los problemas, darle estabilidad a esa familia y mejorar el bienestar de ese niño si... nos ocupamos de las preocupaciones muy concretas que a menudo se derivan de la falta de recursos financieros”.