Alrededor de las 10.30 de la mañana de un lunes abrasador, un grupo de cinco jóvenes colonos israelíes llega al punto de control de Tarqumiya, al oeste de Hebrón (Cisjordania), donde decenas de camiones de ayuda humanitaria con destino a Gaza esperan la autorización para pasar. Resulta evidente que los colonos han recibido información detallada sobre el horario, la ubicación y el número de camiones que integran el convoy. Lo que nadie les había dicho es que decenas de activistas también han llegado a Tarqumiya con una misión concreta: impedir que los colonos bloqueen los vehículos y garantizar que la ayuda humanitaria llegue a Gaza.
“Decidimos formar un grupo de guardianes humanitarios porque entendemos que estamos ante una lucha para salvar la vida de personas inocentes en Gaza”, explica Alon-Lee Green, codirector nacional de la coalición de pacifistas judíos y árabes Standing Together, un movimiento que moviliza a ciudadanos judíos y palestinos de Israel en favor de la paz, la igualdad y la justicia social. Green recuerda que los camiones van cargados con artículos de primera necesidad para “personas que han perdido sus hogares [y] sus tierras, personas que se enfrentan a la inanición”.
“Pero no se trata sólo de esto”, matiza: “Es también una batalla por el alma de nuestra sociedad, por la cuestión de si podemos seguir siendo humanos frente al miedo, frente al trauma; si podemos asegurarnos de que elegimos la vida sobre la muerte, o elegimos la solidaridad sobre el odio y el hambre”.
En las últimas semanas se han difundido vídeos en los que se ve cómo colonos israelíes bloquean y vandalizan convoyes de ayuda humanitaria, y cómo incendian camiones. Los colonos que impiden el pase de los camiones afirman que la ayuda que transportan es desviada por Hamás en lugar de ser entregada a la población civil. Las organizaciones humanitarias afirman que esta afirmación es falsa. Las acciones de los colonos han causado indignación y la Casa Blanca ha afirmado que se trata de “un comportamiento total y absolutamente inaceptable”.
En Tarqumiya, cuando uno de los camiones se dispone a pasar por el punto de control, los jóvenes colonos se sitúan en medio de la carretera, y obligan al camión a detenerse. Green y decenas de activistas más rodean a los colonos, cogidos de la mano para formar una barrera a su alrededor. El camión puede seguir su ruta.
Los colonos intentan liberarse de la barrera humana para volver a colocarse frente al camión. Gritan a los activistas y los acusan de apoyar a Hamás. Los soldados israelíes se acercan al grupo pero explican que no pueden intervenir. En videos que se han difundido se puede ver cómo soldados israelíes escoltan los convoyes, pero no toman ninguna medida contra los colonos que intentan bloquear el paso de los camiones con acciones vandálicas.
Green explica que el objetivo de los activistas es que la policía se vea obligada a estar en los puntos de control. “No podemos pelearnos con ellos [los colonos]”, señala: “No es algo que busquemos, no es algo que queramos. Pero podemos impedir que se acerquen a los camiones y asegurarnos de que la policía lo vea... Proteger los camiones no es nuestro papel. Es la policía la que debe hacer ese trabajo”. Tras revisar decenas de vídeos, Standing Together ha identificado al menos a 20 colonos que han participado en los ataques a los convoyes. “Si nosotros podemos identificar a esas personas, la policía también puede”, afirma Green.
Múltiples fuentes han afirmado que miembros de las fuerzas de seguridad israelíes informan a activistas de extrema derecha y colonos de la ruta y horario de los camiones. La relación ha sido confirmada por un portavoz del principal grupo activista israelí que promueve los bloqueos y respaldada por mensajes de grupos de chat internos de colonos revisados por The Guardian, así como por relatos de testigos y activistas de derechos humanos.
La ONU ha declarado que 1,1 millones de personas en Gaza, casi la mitad de la población, se enfrentan a niveles catastróficos de hambre y que el territorio está al borde de la hambruna. En los últimos tres días, los colonos han seguido bloqueando y saqueando decenas de camiones de ayuda con destino a Gaza.
La táctica de Standing Together funciona el día que han convocado a medios. Al cabo de media hora, mientras se forma una larga cola de vehículos en el punto de control, llega un grupo de policías. Frente a decenas de activistas y periodistas que filman la escena, la policía interviene y obliga a los colonos a despejar la carretera. El convoy sigue la ruta que se había marcado. La policía mueve por la fuerza a un joven colono que intenta tumbarse en el suelo y se lo lleva a un vehículo.
Los colonos suelen ir armados con fusiles automáticos. A la pregunta de si los activistas de Standing Together temen un enfrentamiento físico, Stav, de 32 años, miembro del grupo, responde: “Siempre que hay armas de por medio, por supuesto que existe el temor de que la situación escale. Pero esperamos que nuestra presencia aquí, porque somos judíos israelíes, marque una especie de diferencia y los colonos se lo piensen dos veces antes de usar armas”.
Emanuel Yitzhak Levi, de 28 años, otro activista por la paz, señala que “por supuesto que tenemos miedo. Pero estamos convencidos de que lo que estamos haciendo es necesario. Según nuestra religión, cuando se está en guerra con otra ciudad, no se puede matar de hambre a la población. Por desgracia, somos una minoría dentro de una minoría en Israel”.
Ninguno de los colonos implicados en el incidente de Tarqumiya quiso hacer comentarios para este reportaje.
Promover la paz y oponerse a la ocupación de los territorios palestinos no ha sido tarea fácil en Israel desde el ataque de Hamás del 7 de octubre. Ese mismo mes, mientras la población de Israel seguía sacudida por el ataque, la policía detuvo a dos activistas de Standing Together que colgaron carteles con el mensaje “judíos y árabes, superaremos esto juntos”, por considerar que el mensaje era ofensivo. La policía confiscó los carteles, así como camisetas con lemas pacifistas en hebreo y árabe.
No fue un incidente aislado. En Israel las personas que expresan sentimientos que algunos interpretan como de simpatía con Hamás son detenidas, despedidas de sus trabajos e incluso agredidas. “Al principio de la guerra intentamos enviar camiones de ayuda a Gaza, pero la policía nos impidió llegar a la frontera, a pesar de que nos coordinamos con organizaciones internacionales de ayuda humanitaria”, explica Green. “Más tarde, convocamos algunas manifestaciones en la frontera e intentamos llegar al paso de Kerem Shalom para denunciar el bloqueo de los camiones que transportan ayuda urgente. No funcionó”. Green señala que, llegados a ese punto, sintieron que “había llegado el momento de una acción directa”.
Traducción por Emma Reverter