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The Guardian en español

“Son viejos, pero siguen siendo culpables”: el último cazador de nazis está en una carrera contra el tiempo

Efraim Zuroff muestra las fotografías de varios de sus investigados en una presentación celebrada en 2009 en Los Angeles.

Harriet Sherwood

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Se describe a sí mismo como “el único judío que reza por que los nazis tengan buena salud”. Efraim Zuroff, el último cazador de nazis que intenta encontrar a los criminales del Holocausto que quedan vivos, está en una carrera contra el tiempo.

Aquellos que participaron en la masacre sistemática de seis millones de judíos ahora tienen más de 90 años y casi todos están enfermos o en estado delicado. El propio Zuroff tiene 72 años –nació tres años después del fin de la guerra– y lleva más de 40 años cazando nazis. Sigue igual de comprometido que siempre con su misión.

Actualmente, sus energías están en una mujer lituana, que ahora tiene probablemente unos 97 años y que vive en un país de habla inglesa. La mujer fue vista en su adolescencia destrozándole la cabeza a unos bebés judíos que eran vecinos suyos.

Hace tres meses Zuroff tuvo una pista positiva, pero la pandemia del coronavirus ha frustrado sus investigaciones por el momento. “Podría morirse en cualquier momento. Son los riesgos de mi trabajo”, le dice Zuroff a the Observer durante una llamada por Zoom desde Jerusalén.

Zuroff ha entregado nombres de más de 3.000 sospechosos

En las cuatro décadas que lleva como cazador de nazis, Zuroff ha entregado los nombres de más de 3.000 sospechosos a 20 países. Dice que muchos Estados son lentos a la hora de iniciar acciones legales. La muerte le ha permitido a muchos sospechosos escapar de la justicia, mientras las pruebas juntan polvo en las oficinas de los fiscales.

Sin embargo, también ha habido triunfos notables. Ante la pregunta sobre su captura más importante, Zuroff menciona a Dinko Šaki, quien fue comandante del campo de concentración de Jasenovac en Croacia a los 22 años y fue responsable del asesinato de 2.000 personas.

Tras la guerra se mudó a Argentina, donde vivió durante 50 años antes de ser llevado a los tribunales en 1998. Zuroff estuvo allí para ver cómo Šakić se reía al ser condenado y enviado a prisión 20 años.

El domingo se cumplieron 60 años del inicio en Jerusalén del juicio contra Adolf Eichmann, artífice esencial de la Solución Final nazi. El mundo entero miró el proceso judicial televisado, incluidos los testimonios de los supervivientes de los campos de exterminio.

“Básicamente, no fue solo un juicio contra Eichmann, sino contra todos los crímenes del Holocausto. Por primera vez, los supervivientes tuvieron voz propia”, dice Zuroff. En aquel momento, él era un niño de 12 años que vivía en Brooklyn, en la ciudad de Nueva York. “Lo recuerdo muy bien. Lo vimos por televisión”.

Aunque su tío abuelo había sido asesinado en Lituania durante la guerra, Zuroff describe el juicio contra Eichmann como “mi primer encuentro con el Holocausto”. Se mudó a Israel, estudió historia y en 1986 se convirtió en director de la oficina de Jerusalén del Centro Simon Wiesenthal, que lleva el nombre del famoso cazador de nazis que murió en 2005.

“Cuando logras un resultado, es la sensación más maravillosa del mundo”, dice. Zuroff ha establecido una escala de triunfos del uno al seis: uno es la exposición pública –“a veces esto es lo más doloroso, cuando sus familias no tienen idea de lo que hicieron”– y seis es una condena a prisión. “En pocos casos logramos obtener un seis”.

Saber y defender la verdad sobre el Holocausto

Su trabajo se basa en tres líneas principales: ubicar a los exnazis, reunir pruebas para desarrollar un caso judicial y ejercer presión para generar la voluntad política de que se haga justicia. En los últimos años, las redes sociales le han ayudado a encontrar testigos. Hace diez años, relanzó la Operación Última Oportunidad, con una recompensa de más de 20.000 euros a cambio de información que llevase al arresto y condena de exnazis y sus colaboradores.

Actualmente, se concentra en colaboradores de los países bálticos. “Lituania tiene el porcentaje más alto de víctimas del Holocausto: vivían 220.000 judíos en Lituania y mataron a 212.000. En las provincias, en las zonas rurales, la tasa de asesinatos es de casi el 98-99%. Muchos de los asesinatos fueron perpetrados por ciudadanos locales, vecinos que mataban a otros vecinos. Así que los supervivientes conocían a los asesinos”.

Zuroff descarta enérgicamente cualquier sugerencia de que es hora de trazar una raya en la arena, dada la edad y debilidad de las presas. Sin casi respirar, dice: “Número uno: el paso del tiempo no disminuye la culpabilidad de los asesinos. Número dos: la edad avanzada no debería servir como protección para personas que cometieron crímenes tan espantosos. Número tres: se lo debemos a las víctimas y a sus familias el juzgar a estas personas. Número cuatro: se envía el potente mensaje de que si cometes este tipo de crímenes, serás juzgado, aunque hayan pasado muchos años. Número cinco: los juicios y los testimonios tienen una función muy importante en la lucha contra la negación del Holocausto y las distorsiones de la historia. Número seis: estas personas no eran débiles cuando cometieron los crímenes, estaban en su mejor momento físico y dedicaron toda su energía a asesinar hombres, mujeres y niños. Y número siete: en todos los casos en que he trabajado, jamás me encontré con un nazi que expresara remordimiento ni arrepentimiento”.

Zuroff enfatiza la diferencia entre negación del Holocausto y distorsión de la historia. “Negación es cuando dicen que no sucedió. Distorsión es cuando admiten que el Holocausto sucedió, pero intentan cambiar la narrativa porque no quieren admitir el importante papel que tuvo su pueblo en los asesinatos, junto con los alemanes y en algunos casos, en lugar de los alemanes”. Menciona Polonia, Lituania y Letonia como países que entran en esta última categoría.

Desde el comienzo de este año se han presentado acusaciones en Alemania contra dos personas: Irmgard Furchner, de 95 años, acusada de ser cómplice del asesinato de 11.430 personas, y un “NN” de 100 años, acusado de ser cómplice del asesinato de 3.518 personas.

Karen Pollock, directora ejecutiva del Holocaust Educational Trust, dice: “Es realmente una vergüenza que seis décadas después del juicio contra Eichmann, la mayoría de los criminales haya podido envejecer en libertad mientras sigue sin haber justicia para sus víctimas, incluido el millón y medio de niños asesinados. Hoy, todos debemos ser parte del legado de esos juicios. Debemos saber y defender la verdad sobre el Holocausto”.

Traducido por Lucía Balducci

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