El próximo gobierno de Alemania es una extraña combinación de reformadores y defensores del statu quo. Lo dirige un partido que en 12 de los últimos 16 años ha sido el principal socio en la coalición de Angela Merkel y sus nuevos compañeros de Gobierno son dos partidos con ganas de hacer las cosas de otro modo.
El acuerdo de coalición que acaban de presentar el Partido Socialdemócrata (SPD por sus siglas en alemán), Los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP por sus siglas en alemán) da una idea de las cosas que pueden cambiar en Alemania y de las que pueden seguir igual.
Medio ambiente
Al exigir la creación de un nuevo súper Ministerio de Clima-Energía-Economía, en paralelo a los ministerios de Medio Ambiente y de Agricultura, el partido de Los Verdes debería poder dar forma a la agenda medioambiental alemana de una manera nueva y más unificada. En los gobiernos anteriores, los ministerios de Medio Ambiente y de Economía solían trabajar en direcciones opuestas.
El acuerdo de coalición establece que Alemania cerrará su última central eléctrica de carbón en 2030, ocho años antes de lo previsto por el Ejecutivo de Merkel. El plan para 2030 es obtener el 80% de la energía de Alemania a partir de fuentes renovables. El uso de gas para generar electricidad se terminará a partir de 2040; se prohíben las calderas de gas en las construcciones nuevas; y las ya existentes serán reemplazadas para 2030.
En un movimiento inesperado, el Ministerio de Transportes será para los liberales del FDP, tirando al suelo las esperanzas de los que piden la imposición de un máximo de velocidad en las autopistas de Alemania. Amigo de las empresas, el FDP se presenta a sí mismo como el último defensor del motor de combustión.
Economía
El Gobierno cumplirá la promesa central de la campaña del canciller entrante, Olaf Scholz, de aumentar el salario mínimo nacional a 12 euros por hora, una medida que afectará a unos 10 millones de personas, especialmente en las zonas con dificultades de la cuenca del Ruhr, donde el SPD obtuvo unos buenos resultados en las elecciones de septiembre.
Lo que no ha sobrevivido a las negociaciones de coalición ha sido la reintroducción del impuesto sobre el patrimonio, algo que pedían el SDP y Los Verdes en sus programas electorales. Por su postura anti deuda, es probable que el nuevo ministro de Economía del FDP, Christian Lindner, sea más un obstáculo que un impulsor de nuevos planes de gasto por parte de los dos partidos progresistas de izquierda.
Alemania legalizará la venta controlada y a adultos del cannabis para uso recreativo, una decisión que, según el Instituto Económico Alemán de Colonia, podría generar 2.500 millones de euros al año en ingresos adicionales.
Europa
Ninguno de los partidos en el nuevo Gobierno ha prometido cambios radicales en la postura de Alemania en relación a Europa. La elección de Lindner como ministro de Economía hace que muchos países del sur europeo teman una deriva de la economía más poderosa del continente hacia la postura fiscalmente conservadora que caracterizó al país en los años anteriores a la pandemia. Queda por ver si Lindner dará forma al Ministerio de Economía o si será el Ministerio el que lo moldee a él.
El acuerdo de coalición establece que Alemania debe estar a la altura de su papel como “ancla de estabilidad” en Europa. En el texto se dice que “la solidez de las finanzas y la frugalidad en el manejo del dinero de los contribuyentes son los principios de nuestra política presupuestaria y financiera”.
Los Verdes han logrado el derecho a nombrar al comisario europeo del país siempre y cuando el presidente de la Comisión no sea alemán (como ocurre actualmente con Ursula von der Leyen). Es probable que eso les permita influir en la elaboración de las políticas europeas.
El nuevo Ejecutivo menciona de pasada a Reino Unido como uno de los socios con los que quiere mantener relaciones estrechas: “Reino Unido sigue siendo uno de los socios más cercanos de Alemania fuera de la UE... También queremos cooperar en política exterior y de seguridad”.
Relaciones con China y con Rusia
La que será la nueva ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, se ha comprometido a forjar una agenda de política exterior más “activa” que la de su predecesor, sobre todo con la adopción de un tono más firme en las relaciones con Rusia y con China. Se hará un mayor hincapié en los valores democráticos y en los derechos humanos, y se prestará menos atención al viejo credo de Wandel durch Handel, según el cual la democratización debe fomentarse con relaciones económicas. Es probable que el FDP, con una perspectiva principalmente transatlántica, apoye este rumbo.
En la práctica, la política exterior alemana durante la era Merkel se dirigía desde la cancillería, con el Ministerio de Asuntos Exteriores reducido a declaraciones diplomáticas en muchas ocasiones. No está claro si ocurrirá lo mismo con Scholz, poco conocido por sus opiniones sobre política exterior.
Un lenguaje bastante específico en el acuerdo de coalición sugiere que podría haber en efecto un cambio de dirección: piden nuevas elecciones en Bielorrusia y apoyan la imposición de más sanciones si Alexander Lukashenko no cambia de rumbo. El Gobierno afirma que en sus relaciones con China sacará a relucir el tema de las violaciones de los derechos humanos, especialmente en Xinjiang, y que “apoya la participación en las organizaciones internacionales de la Taiwán democrática”.
NordStream II, el gasoducto que unirá Rusia y Alemania, es apoyado por el SPD y rechazado por Los Verdes. En el acuerdo de coalición no se dice nada de él.
COVID-19
El problema más acuciante para el nuevo Ejecutivo alemán es la pandemia, debido al aumento de los contagios, al estancamiento en las tasas de vacunación y al fin del estado de emergencia, que se producirá este mes.
Pero, durante las conversaciones de coalición, la gestión de la pandemia ha sido el tema donde los tres partidos parecían menos dispuestos a dar respuestas. Según los medios de comunicación alemanes, los partidos trataron de pasarse la pelota de quién dirigiría el Ministerio de Sanidad unos a otros. Saben perfectamente que el próximo político a cargo enfrentará expectativas prácticamente incumplibles y tendrá que tomar la difícil decisión sobre una posible obligatoriedad de la vacunación.
Al final, el Ministerio de Sanidad fue a parar al SPD. Los socialdemócratas ya dijeron este miércoles que no darán el nombre del nuevo ministro hasta principios de diciembre.
Traducción de Francisco de Zárate