Tan solo dos días antes, allí había un par de plazas de aparcamiento. Ahora, el espacio situado frente al establecimiento de salchichas gourmet de Malin Henriksson Talcoth en Gotemburgo cuenta con un banco, una mesa de picnic y aparcamientos para bicicletas y patinetes eléctricos. Además, en este espacio ahora hay personas, que hablan entre ellas, comen y se divierten, a pesar de las temperaturas bajo cero.
La semana anterior, unos operarios construyeron el mueble de madera con los bancos orientados hacia la acera –y esto es importante–. “Cuando salió el sol el viernes y el sábado, se llenó de gente que pedía una café y una salchicha para llevar”, dice Talcoth.
Este espacio público emergente forma parte de un experimento urbano sueco llamado “ciudad de un minuto”. Se han diseñado espacios como éste por todo el país en el marco de un proyecto gubernamental llamado Street Moves, cuyo objetivo es investigar qué ocurre cuando los automóviles desaparecen del espacio urbano, y qué se debería hacer para que las calles de Suecia sean más saludables, sostenibles y dinámicas de aquí a 2030.
El espacio público
“Suecia cuenta con unos 40.000 kilómetros de calles urbanizadas que, si piensas en ello como un espacio, es un dato extraordinario”, afirma Dan Hill, director de diseño estratégico en la agencia de innovación sueca Vinnova, que lidera este proyecto junto con el comisario de arquitectura Kieran Long.
“Es un espacio sobre el que se puede trabajar. Es algo donde podríamos intervenir y empezar a probar posibles versiones del futuro. En todo el mundo existe la conciencia generalizada de que es necesario reducir el protagonismo de los automóviles y esto abre nuevos interrogantes”, dice.
Long es el director de ArkDes, el museo nacional de arquitectura y diseño de Suecia, que ha recibido financiación de Vinnova para dirigir el proyecto. Dice que Street Moves consiste en poner sobre la mesa “una serie de reflexiones sobre para qué se podrían utilizar las calles y, de paso, sobre cómo podemos eliminar las plazas de aparcamiento en la ciudad, porque es obvio que ese es un mal uso de un espacio público esencial”.
“¿Cómo se puede crear algo que se asiente en esos espacios y se perciba como un lugar público que merece la pena, para que los habitantes de esa ciudad no tengan la sensación de que han perdido una plaza de aparcamiento?”, se pregunta.
Aunque en líneas generales este proyecto le parece sumamente positivo, a Talcoth le preocupa que la eliminación de plazas de aparcamiento le pueda suponer perder algunos clientes, pero reconoce que conducir en Gotemburgo se ha vuelto tan difícil que cada vez son menos los clientes que llegan a su establecimiento en coche.
El proyecto también se ha concebido como una solución al problema del aparcamiento de patinete eléctrico. La empresa sueca de patinete eléctrico Voi Technology participó desde las primeras fases (aunque sin aportar financiación), cuando se describieron inicialmente como “centros de movilidad”.
Lugar de encuentro para la ciudadanía
El creador de esta iniciativa, Olle Lundberg, cuyo estudio está a dos minutos a pie de una de las obras en Estocolmo, dice estar satisfecho con la acogida. “Paso por delante todos los días y veo que la gente se para para sentarse y hablar. Lo hicimos con los bancos orientados hacia la acera para que se convierta en un microespacio, un lugar de encuentro para la gente del barrio, sobre todo para los adolescentes de 13 o 14 años. Es increíble ver cómo se instalan y hacen uso del espacio”.
Cerca del 70% de las 322 personas encuestadas sobre los proyectos de Estocolmo se han mostrado a favor de este cambio, y ArkDes afirma que el movimiento en las calles de alrededor de cada uno de estos pequeños espacios ha aumentado un 400%.
Lundberg describe los módulos que su empresa ha desarrollado como “un sistema de Lego” construidos con listones de madera de nueve centímetros de ancho que pueden colocarse rápidamente para crear una base que cubra una, dos o más plazas de aparcamiento y, a continuación, rematarse con cualquier nuevo equipamiento o reclamo que se adapte a la zona. Los carpinteros del proyecto pueden instalar una unidad desde cero en cinco horas.
Para Hill, el proyecto también consiste en averiguar si una ciudad o un gobierno nacional pueden recurrir al tipo de estrategias activistas de las que fue pionero Ron Finley con su “jardinería de guerrilla”. Finley plantó verduras y árboles frutales junto a la acera en el centro-sur de Los Ángeles. Otro ejemplo es el del estudio de diseño Rebar, que alquiló plazas de aparcamiento con parquímetro en San Francisco y las convirtió en extensiones de la acera temporales.
“Queríamos aprender del urbanismo táctico, pero hacerlo de forma estratégica”, dice. Es también un intento de perfeccionar el concepto de “ciudad de 15 minutos”, adoptado con tanto éxito en París, según el cual todos los servicios esenciales deberían estar a menos de 15 minutos a pie o en bicicleta.
“Es una idea genial que busca que las necesidades cotidianas del ciudadano se encuentren dentro de ese margen de tiempo, pero en realidad, la ciudad de un minuto, el espacio fuera de tu puerta, fuera de tu edificio o casa o lo que sea, es el lugar donde puedes tener un vínculo muy íntimo y comprometido con tu comunidad. Ese es tu barrio, en realidad”, señala Hill.
A la unidad de Gotemburgo le seguirá en breve otra en Helsingborg, y otras ciudades de Suecia también han manifestado su interés. La unidad de Helsingborg estará en el exterior de un instituto de enseñanza secundaria, y combina asientos con jardineras e iluminación LED integrada.
“Hicimos un estilo de asiento que son más bien pequeñas islas apiladas unas sobre otras, y nuestra idea era que los estudiantes pasaran un rato antes o después de las clases”, dice Lundberg. “Será muy interesante ver cómo funciona”.
Traducido por Emma Reverter