Defendemos la posesión de armas a ultranza, y Orlando ha pagado las consecuencias

El ataque en el club Pulse en Orlando, un punto de encuentro para la comunidad gay de la ciudad, fue llevado a cabo con un AR-15, un fusil automático. Estas armas tienen la capacidad de disparar cientos de balas por minuto y permiten al asaltante matar a escala industrial, rociando a sus víctimas con plomo caliente y fuego.

La Asociación Nacional del Rifle y sus simpatizantes han defendido con fanatismo la noción de que estas armas deben ser baratas, legales y fáciles de conseguir, a pesar de que nadie las compra con finalidades lúdicas. No puedes cazar un ciervo con un rifle de asalto y los animales más pequeños saltarían en mil pedazos con una sola ronda de disparos.

También es cuestionable que sirvan para defenderse de un intruso que entre en un hogar, aunque lo cierto es que lo mismo se puede decir de todas las armas. Según el FBI, por cada caso de homicidio “justificable” con arma de fuego en Estados Unidos, es decir, en legítima defensa, se producen 32 asesinatos, suicidios o muertes accidentales. El abrumador peso de las pruebas disponibles constata que la alta prevalencia de propiedad de armas de fuego no nos hace estar más seguros; nos pone en peligro.

En el sur, defender con histerismo la posesión de armas es la regla general. Muchos hombres y mujeres que solo han ido de caza a grandes almacenes durante las rebajas creen que no estarán realmente seguros hasta que tengan un arsenal en casa. Mi estado natal, Georgia, aprobó el año pasado una ley para que las armas fueran legales en cualquier sitio, incluidas las escuelas y las iglesias. Se trata de una de las leyes a favor de las armas más radicales de todo el país.

Sin embargo, esta ley no me hace sentir más seguro y más si tenemos en cuenta que durante todo el año pasado Fox News y otros medios de derechas han criticado sistemáticamente a las minorías sexuales y han intentado convencer al mundo de que todos los gays son unos abusadores de niños que los esperan escondidos en los aseos de Target (una cadena de tiendas de Estados Unidos)

Son muchas las personas que están convencidas de que necesitan un arma, especialmente un arma de asalto, para sentirse seguras. Lo cierto es que salvo que seas un soldado y estés en Fallujah o seas un policía de Chicago de una unidad especial, no necesitas un arma. En realidad, la quieres y este deseo no tiene nada de razonable. Se debe al hecho de que eres un sociópata o tienes un miedo absolutamente irracional. Y ninguna de estas posibilidades te permitiría tomar una decisión razonada. Tal vez la matanza en Orlando sea un punto de inflexión para que Estados Unidos se percate de la situación e imponga límites a la posesión y tráfico de armas de fuego. Sin embargo, no tengo muchas esperanzas de que así sea.

Tras la matanza de Sandy Hook, que nos mostró una horrible escena de muerte en una escuela infantil, al final optamos por mirar hacia otro lado y no hacer nada. Desde entonces, he llegado a la conclusión de que la obsesión de mis compatriotas por las armas es una dependencia irracional, la misma que puede tener un alcohólico que se autodestruye.

Me gustaría pensar que de esta tragedia sacaremos alguna conclusión, pero lo cierto es que me temo que lo único que vamos a aprender es que cuando estamos en un lugar público, especialmente en un lugar que solía ser seguro, como una iglesia o un bar, debemos mantener los ojos abiertos, saber dónde están las salidas de emergencia, y estar siempre preparados para salir corriendo.

Traducción de Emma Reverter