Nor Diana recuerda vívidamente la primera vez que reunió el valor para entrar en un ring. Fuera de la competición, siempre ha sido una joven malasia discreta y estudiosa. Y que lleva hiyab. Sin embargo, cuando participa en un torneo, enfundada en un traje de piel negra con llamaradas rojas, envalentonada por el público, la sangre hierve en su interior: se convierte en Phoenix.
En julio, Nor ganó el torneo de lucha libre más importante de Malasia. Tuvo que derrotar a cuatro hombres. Y eso pese a que su físico no encaja en los cánones de lo que se espera de un luchador profesional. Tiene 19 años, mide 1,52 metros y pesa 43 kilos. Responde las preguntas de The Guardian en el centro donde entrena, en la localidad de Puchong, cerca de Kuala Lumpur. Lleva hiyab, unas gafas grandes y un baju kurung, el vestido tradicional malasio, con un estampado de flores.
“En el mundo real soy muy tímida y reservada pero cuando salto al ring, me transformo en Phoenix y me convierto en una persona completamente diferente”, explica. “Phoenix es más divertida, más energética y valiente, tiene fuego en su interior y siempre quiere ganar. Y este es el motivo por el que me encanta la lucha libre. Puedo hacer cosas que nunca haría en mi vida real”, añade.
Durante los últimos cuatro años, Phoenix ha ido ganando popularidad y se ha convertido en uno de los nombres más célebres de la lucha libre de Malasia, rompiendo los prejuicios y las expectativas que la sociedad malasia deposita en las mujeres musulmanas. Ha conseguido que las mujeres se sientan atraídas por un deporte que hasta ahora había estado dominado por los hombres.
“La reacción ha sido increíble”, indica Nor: “El año pasado, se convocaron varias pruebas para seleccionar a luchadoras y ninguna mujer se presentó. En cambio, esta semana se han convocado las mismas pruebas y tres mujeres con hiyab vinieron a los entrenamientos”, celebra.
“Se transforma en una persona diferente”
Su pasión por la lucha libre empezó a los 14 años. Con su hermano jugaba al WWE (la promoción World Wrestling Entertainment, que significa Espectáculo mundial de lucha libre) en la Playstation y seguía los campeonatos por televisión con su padre y sus cuatro hermanos.
Ver cómo luchadores icónicos de WWE como The Rock, The Undertaker y John Cena eran lanzados contra las cuerdas, hizo que algo se agitara en ella. “Me encantaban los personajes de los luchadores y las historias que contaban en cada torneo”, recuerda. “Y aunque parecía imposible, no dejaba de pensar: ¿y si algún día pudiera ser uno de ellos?”, reflexiona.
Y cuando vio un combate de la luchadora Sasha Banks, encontrar la manera de saltar al ring se convirtió en su obsesión. Buscó frenéticamente en Google y en Facebook información sobre la lucha libre profesional en Malasia, hasta que encontró MyPW, el primer y único equipo de lucha profesional de Malasia que en 2015 estaba a punto de poner en marcha su primer programa.
Nor asistió a dos combates en directo antes de reunir el valor suficiente para presentarse a las pruebas, a las que le acompañaron su hermano menor y su padre para apoyarla. Su entrenador, Ayez Shaukat Fonseka Farid, recuerda el primer encuentro con Nor después de que la joven le enviara un mensaje en Instagram para preguntarle cómo podía entrar en un equipo de lucha profesional.
“Cuando vi que era una chica menuda y con hiyab me quedé bastante sorprendido. Pero siempre he creído que si una persona siente pasión por algo nadie debe intentar cortarle las alas”, indica Ayez.
“Desde que la entreno nunca ha faltado a una sola sesión. El único problema fue que es muy, muy tímida y para ella fue muy difícil atreverse a salir del cascarón. Para ser un buen luchador necesitas tener mucha confianza en ti mismo y ser muy carismático”, continúa.
“Sin embargo, desde su primer combate me di cuenta de que tenía potencial porque en cuanto empezaba a luchar se transformaba en una persona completamente diferente”, afirma. “Lo que cautiva a sus seguidores es su corazón. Recibe muchos golpes pero siempre logra levantarse”, apunta.
En Malasia, la lucha profesional está todavía en una fase muy incipiente, y si bien en estos momentos el país tiene 30 luchadores profesionales que participan en cinco torneos anuales, la mayoría de los luchadores son simples aficionados. Antes de su primer combate, Nor, que trabaja a jornada completa en un hospital, fue con su padre a una tienda de segunda mano para comprar su disfraz de Phoenix.
Sin embargo, para la joven malasia no ha sido fácil convertirse en el centro de atención por ser la primera luchadora con hiyab del mundo. Aunque es un país tolerante donde el 60% de la población es musulmana, todavía mantiene un fuerte conservadurismo religioso.
A esto está contribuyendo la creciente influencia del Partido Islámico de Malasia, que presiona para que se apliquen partes de la sharía o ley islámica en el estado de Kelantan, en el noreste del país. En abril, un debate público en torno a si las mujeres podían decidir libremente no llevar hiyab propició que la Policía islámica investigara a las mujeres que habían participado en la mesa redonda.
“Algunos chicos también lloraron de emoción”
Durante los tres primeros años, Nor decidió que cuando luchara en público como Phoenix se cubriría el rostro con una máscara de luchador. “Siempre me dio miedo lo que pudiera pensar el público malasio, y muy especialmente mis seguidores, cuando vieran a una chica con hiyab en el ring, así que el hecho de ponerme una máscara me hizo la vida un poco más fácil”, explica. Sin embargo, en diciembre de 2018, decidió un desenlace para su próximo combate: si perdía, tendría que desenmascararse y revelar su identidad.
Cuando perdió frente a su rival, Luna, sintió se le revolvieron las tripas. “Antes de quitarme la máscara estaba muy asustada”, reconoce Nor. “Pero tan pronto como me la quité y el público pudo ver que llevaba hiyab, empezó a aplaudir y a gritar palabras de apoyo y lloré de emoción en el ring. Mis amigos me contaron más tarde que en el backstage otros luchadores, chicos con los que entreno, también lloraron de emoción. Consideraron que mi gesto demuestra lo orgullosa que estoy de ser una luchadora”, recuerda.
El apoyo que ha recibido por parte de la comunidad de la lucha libre ha hecho que pueda lidiar con los insultos que algunas personas de sectores más conservadores vierten sobre ella en Internet, especialmente en Facebook. Hacen comentarios sobre moralidad o la llaman pendón o puta. Nor suspira profundamente al hablar de los comentarios negativos que ha tenido que soportar.
“Han reaccionado con contundencia, señalando que las chicas con hiyab no deberían practicar deportes extremos y yo no debería entrenar con chicos porque es indecoroso”, señala Nor. “Es difícil para mí porque mi teléfono me acompaña las 24 horas del día, siete días a la semana, y no puedes evitar leer todos los comentarios”, asegura.
“Lo cierto es que alimentan mi fuego interno” afirma. “Si hubiera escuchado sus críticas cuando empecé no habría conseguido llegar a lo más alto. Así que utilizo sus palabras como fuente de motivación para entrenar con más intensidad y demostrar a estas personas que el hecho de ser una chica con hiyab no me frena, que he encontrado algo que realmente hago bien, digan lo que digan”.
Traducido por Emma Reverter