La tragedia de muchas familias libias: “Las aguas se llevaron a mi hijo delante de mis ojos”
Omar al Rifadi ha estado buscando a su hija de 20 años desde que el desastre asoló la ciudad libia de Derna, el domingo 10. La joven desapareció y se perdió en la oscuridad, en medio de una catastrófica inundación que se cobró la vida de miles de personas y arrastró a muchas hasta el mar.
“La he buscado por todas partes. He ido a todos los hospitales y escuelas. La suerte no ha estado de mi lado”, cuenta este hombre de 52 años, con lágrimas en los ojos. Rifadi explica que la noche de la catástrofe estaba trabajando.
La inundación arrasó gran parte de esta ciudad situada en el litoral mediterráneo. Las fuertes lluvias caídas por la tormenta Daniel inundaron lo que solía ser un cauce de un río seco y provocaron el colapso de dos presas en mal estado. El agua se llevó por delante edificios enteros en el centro de Derna mientras las familias dormían.
Rifadi vuelve a llamar al teléfono de su mujer. Nadie contesta, el teléfono está apagado. “Al menos 50 miembros de mi familia, entre desaparecidos y fallecidos, están en paradero desconocido”, lamenta.
Muertos y desaparecidos
Las autoridades calculan que la cifra de desaparecidos ronda las 10.000 personas. La Media Luna Roja libia afirma que casi 2.000 cadáveres han sido arrastrados hasta el mar. Se mire por donde se mire, es un desastre de proporciones terribles.
En la costa de Derna, se podía ver ropa de niños, juguetes, muebles, zapatos y otras pertenencias esparcidas por toda la orilla. Un pie asomaba debajo de un montón de escombros. El barro cubría las calles, con árboles arrancados de raíz y cientos de coches destrozados, muchos de los cuales estaban volcados. Un coche había quedado encajado en el balcón del segundo piso de un edificio demolido.
“Mi mujer y yo sobrevivimos, pero he perdido a mi hermano”, explica Salem Omar, un ingeniero de 38 años. “Mi hermano vive en el centro de la ciudad, donde ocurrió la mayor destrucción. No hemos encontrado su cuerpo. Tememos que los cuerpos se infecten con enfermedades graves”. En su apartamento fueron encontrados los cadáveres de dos desconocidos.
Mientras habla con The Guardian, un equipo de búsqueda y rescate de Emiratos Árabes Unidos, que trabaja en las inmediaciones, le informa que ha recuperado el cadáver de una vecina. “Es mi tía, Amina. Que descanse en paz”, explica.
“Decenas de miles de personas se han quedado sin hogar. Necesitamos ayuda internacional. Libia no tiene la experiencia necesaria para hacer frente a este tipo de desastres” naturales.
La magnitud de la destrucción se puede apreciar desde las zonas elevadas de Derna: el centro de la ciudad estaba densamente poblado y construido a lo largo del curso de un río estacional en forma de media luna. Ahora está sumergido en aguas fangosas que brillan a la luz del sol, después de que la inundación arrasara edificios enteros y borrara el paisaje urbano.
El alcalde de Derna, Abdelmonem al Ghaithi, explica que la cifra de muertos en la ciudad podría oscilar entre 20.000 y 25.000, a tenor del número de barrios inundados. La tormenta Daniel también inundó zonas cercanas, entre ellas el balneario de Soussa.
Señala que han llegado a Derna equipos de rescate procedentes de Egipto, Túnez, Emiratos Árabes Unidos, Turquía y Qatar. En su opinión, se necesitan equipos especializados en la recuperación de cadáveres: “me preocupa que la gran cifra de cadáveres bajo los escombros y en el agua cause una epidemia en la ciudad”.
Ante esos temores, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha afirmado que los cuerpos de quienes mueren en desastres naturales o conflictos armaos “casi nunca suponen un peligro para la salud de las comunidades”.
Otro organismo de Naciones Unidas, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), calcula que el desastre ha dejado más de 30.000 personas desplazadas, que se han quedado sin hogar y sin comida.
División política y tragedias humanas
Las operaciones de rescate son más complicadas debido a la división política en Libia, un país con siete millones de habitantes. Ha sido escenario de combates intermitentes desde 2011, cuando un levantamiento armado respaldado por la OTAN derrocó al dictador Muamar al Gadafi. A día de hoy, no tiene un gobierno central sino dos administraciones paralelas, en el este y el oeste del país: el Gobierno reconocido internacionalmente con sede en Trípoli y uno rival en el este, encabezado por el mariscal Khalifa Hafter.
Al margen de la política, están las tragedias humanas. Una familia perdió a 40 de sus miembros después de que su casa, con vistas al valle de Derna, fuera arrasada. En otra historia desgarradora, un padre sobrevivió pero vio impotente cómo su único hijo, de 22 años, moría delante de él.
El hombre, que prefiere no ser identificado, habló con The Guardian en el abarrotado hospital de Derna, repleto de heridos. “A las dos de la madrugada, después de que las inundaciones alcanzaran niveles peligrosos y llegaran a nuestra casa, fui a buscar a mi hijo”, recuerda el padre, hablando con visible dificultad.
“Mi hijo estaba en casa de un amigo. Lo encontré, pero instantes después las aguas nos sobrepasaron, empujándonos hasta el tejado. Luchamos durante horas. Finalmente, las aguas se llevaron a mi hijo delante de mis ojos, golpeando su cabeza contra una puerta. Permaneció allí atrapado hasta la mañana. Las últimas palabras que oí de él fueron: 'Perdóname, papá', y perdí a mi único hijo. Estudiaba en la universidad”.
Derna ya ha sufrido antes catástrofes naturales, como una inundación en 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, que causó importantes pérdidas a las tropas alemanas estacionado en las afueras de la ciudad. Hubo otras inundaciones catastróficas en 1959 y 1968, y otra en 1986 que, aunque grave, fue mitigada gracias a dos presas que desempeñaron un papel crucial para evitar daños en la ciudad.
En la inundación del domingo, esas presas en mal estado se derrumbaron. Aunque el país está dividido en dos partes, ambas han pedido que se investigue lo ocurrido y si hubo negligencia.
Sea cual sea la causa, se trata de la peor catástrofe desde que se tienen registros, a principios del siglo pasado. Las consecuencias no pueden compararse, en términos de pérdidas materiales y humanas, con ninguna de las inundaciones anteriores.
Los equipos de rescate llegados de todo el este y el oeste de Libia han tenido dificultades para llegar a los barrios afectados de Derna y otras ciudades montañosas afectadas. La mayoría de las carreteras y puentes que conducen a ellas se han derrumbado. Los habitantes de Derna han quedado incomunicados y los servicios de teléfono e Internet se van restableciendo poco a poco. Los equipos y la ayuda internacional también ha empezado a llegar.
Derna ha quedado dividida en dos mitades por el torrente que bajó de las montañas hacia el mar Mediterráneo, del que también se han recuperado numerosos cadáveres. Ahora, las autoridades libias buscan salvar lo que queda de la ciudad y sus habitantes, aunque se estima que harán falta mucho tiempo y recursos, que escasean.
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