Cathy Heller, de víctima de acoso a 'capitana' de un tren que marcha contra Trump

Molly Redden

Nueva York —

Cathy Heller (63) buscaba en Nueva York una forma de llegar a la Marcha de las Mujeres en Washington pero se topaba una y otra vez con el mismo problema. Todos los trenes que salían de la estación Pensilvania ya estaban llenos. Tras varias llamadas, se vio a sí misma haciéndole una original pregunta a un vendedor de Amtrak (la compañía ferroviaria): ¿A cuántas personas tendría que agrupar para que accedieran a añadir otro vagón?

Heller, que al final consiguió su pasaje de tren, marcha contra Donald Trump en protesta por su posturas racistas, misóginas y sobre la inmigración. También tiene otro motivo personal. En octubre, durante una entrevista con the Guardian, Heller acusó a Trump de intentar besarla por la fuerza. Se convertía así en la novena mujer que acusaba públicamente de acoso sexual al republicano. 

Desde entonces, Heller ha visto con incredulidad cómo el hombre al que denuncia como su atacante se ha convertido en el presidente de Estados Unidos. “Me gusta pensar que también habría ido a la marcha en Washington o, por lo menos a la de Nueva York, aunque no me hubiera pasado a mí”, dice sobre el supuesto incidente con Trump.

Pero si no fuera por ese supuesto encuentro, Heller nunca habría intentado llenar de pasajeros todo un vagón de tren. Aproximadamente una semana después de que Amtrak le avisara de que habían agregado nuevos vagones, Heller recibió la confirmación de 43 mujeres (y algunos hombres), listas para viajar a Washington con ella.

Una mujer “con mucho valor” 

Entre los pasajeros hay familiares de Heller y algunos de sus mejores amigos. También, amigos de amigos que planeaban participar de la marcha, felices de hacerlo junto a ella.

Para Letty Cottin Pogrebin, que fundó junto a Gloria Steinem la revista Ms, “es muy importante” apoyar a Heller: “(Trump) es una figura muy intimidante para las mujeres que han pasado por esa experiencia, ella dio a conocer su historia y eso es de verdad difícil”.

Para Gail Gordon (63), amiga de Heller desde los años de Bachillerato y otra de las pasajeras, “la marcha no es sobre ese tema en particular”: “Y no soy de estar yendo a manifestaciones cada cinco segundos. Pero Cathy me había contado lo que había sucedido y su experiencia con Trump. Creo que necesitó mucho valor por su parte contarlo ahora. Obviamente, no estaba sacando ningún rédito de la situación, salvo la posibilidad de ganarse un montón de problemas. Estoy muy orgullosa de ir con ella”.

Gordon es una de las personas que, antes de que se hiciera pública, conocían la historia del encontronazo entre Heller y el presidente electo.

“Pensé que si un número suficiente de mujeres salía a decir su verdad, Trump no podría ganar la elección”, recuerda Heller. “Pensé que eso es lo que podía hacer. Ahora, es como si hubiéramos retrocedido, como si le hubiéramos dado carta blanca al mal comportamiento”.

Según la denuncia de Heller, hace unos 20 años Trump intentó besarla mientras se presentaba durante una comida a la que ella y su familia asistían en Mar-a-Lago. De acuerdo con su versión, ella se echó hacia atrás y Trump se enojó. “Ay, por favor”, recuerda que le dijo el magnate. Según Heller, en ese momento Trump la agarró con firmeza y le plantó un beso en los labios.

Heller contó su historia el 15 de octubre, justo después de que se hiciera público un vídeo en el que Trump alardea de besar y toquetear a las mujeres sin su consentimiento ni mayores consecuencias. La historia de Heller rápidamente provocó la condena por parte del equipo de campaña Trump, que negaron en su nombre todas las acusaciones. 

Antes de publicar la historia, el periódico the Guardian tuvo acceso a diferentes relatos de lo sucedido por parte de familiares presentes y de amigos que escucharon la historia poco después de que sucediera el supuesto incidente. Todos corroboraron lo que dijo Heller. Según ella, el encuentro se había llevado a cabo en el almuerzo del Día de la Madre en 1997, aunque no estaba segura. Después de que diera su testimonio en público, una persona cercana la llamó para decirle que la fecha correcta, según lo que Heller le había contado muchos años atrás, podía haber sido el fin de semana de Acción de Gracias.    

Miedo por el futuro del país

El día de las elecciones, Heller escuchó los resultados con una mezcla de estupor y dolor. Formar parte de la marcha, dijo, era una manera de contraatacar. Pero Heller y las más de cuarenta mujeres que la acompañan también marchan por otras causas.

“Por supuesto que es importante ir con Cathy, pero lo que ella inició es aún más importante”, asegura Marti Reich, otra de sus amigas de toda la vida. “Creo que nunca en mis setenta años he temido tanto por el país. Realmente creo que están en peligro todos los aspectos de nuestra vida tal y como la conocemos… Supongo que lo único que me queda por hacer es subirme a un tren con mujeres que quiero y respeto, y marchar”.

Letty Cottin Pogrebin viaja en el vagón con su nieta y su hija, a la que llevaba en carrito cuando marchaba contra la guerra. Marchará en Washington en apoyo de la gente personalmente amenazada por el triunfo de Trump, como las personas de color y las que podrían quedarse sin atención médica.

“Hace mucho tiempo que soy extremadamente feminista”, dice Pogrebin. “Probablemente he ido a más marchas de las que recuerdo, así que esto no tuve ni que pensarlo. No podemos dejar de luchar y resistir… Las fuerzas del retroceso no se rinden”.

Traducción de Francisco de Zárate