Uber ha lanzado una agresiva batalla contra California tras el conflicto generado por sus polémicos coches de conducción automática. Los reguladores y defensores de los consumidores acusan a la compañía de violar la ley de forma flagrante, poner en peligro la seguridad pública y de tratar mal a sus conductores.
La intensa batalla, que estalló horas después de que se cazase a varios de estos coches saltándose semáforos en rojo en la ciudad natal de Uber, ha expuesto, según los críticos, las tácticas ilegales e inmorales que ha utilizado constantemente la empresa para hacer crecer su negocio.
El Departamento de Vehículos a Motor del Estado de California ha obligado a la empresa de transporte compartido, que lanzó esta semana en San Francisco los vehículos de conducción semiautomática sin los permisos necesarios, a sacar inmediatamente de la circulación dichos vehículos o, de lo contrario, a enfrentarse a acciones legales.
Pero Uber, que no ha respondido públicamente a las demandas del Estado, atribuyó las infracciones de tráfico a “un error humano” y suspendió a los conductores que estaban vigilando y controlando los coches. Esta estrategia audaz de desviación de la culpa resalta la negativa de la empresa a asumir la responsabilidad de potenciales fallos en su tecnología y plantea la cuestión sobre los peligros de lanzar prematuramente los vehículos de conducción automática.
“¿A cuántas personas van a matar para comprender que no están haciendo lo correcto?”, denuncia John Simpson, director del proyecto de privacidad Consumer Watchdog, una organización sin ánimo de lucro que ha pedido que Uber se enfrente a las consecuencias por haber esquivado la regulación de California. “Si vas a utilizar las autopistas públicas como tu propio laboratorio privado, tienes la obligación de cumplir las normas”, explica.
El desafío público de Uber a los legisladores de California marca el último caso en que la plataforma ignora al Gobierno bajo el disfraz de la “ruptura” y la “innovación”. Uber ha reivindicado desde hace tiempo que es una “plataforma” tecnológica y no una empresa de transportes y, por tanto, no tiene que registrar a sus conductores como empleados ni seguir las regulaciones tradicionales de los taxis.
Esta estrategia ha tenido como resultado más de 70 demandas en tribunales federales e importantes acuerdos, así como quejas de sus críticos por abusar de los derechos de los trabajadores y no lograr garantizar la seguridad de los clientes.
El escándalo de los vehículos de conducción automática se centra en el Volvo modelo XC90s, que puede circular por sí mismo con un conductor sentado al volante para tomar el control cuando sea necesario. En un primer momento, la compañía utilizó vehículos de conducción semiautomática en la ciudad de Pittsburgh, Pensilvania, en agosto de este año.
En Pensilvania, algunos conductores reaccionaron a la iniciativa con sorpresa y preocupación y pensaron lo rápido que podrían perder sus empleos ante la automatización completa.
El brusco lanzamiento en San Francisco y las paralizaciones subsiguientes han llevado a pensar a algunos conductores de Uber de California si la empresa les dejará de lado cuando falle la tecnología o cuando cometan un error.
“Uber es una compañía inmoral”, afirma Travis Taborek, un residente de 26 años de Bay Area que conduce a tiempo completo para Uber y para su principal competidor, Lyft. “Si lanzas una tecnología como esta en una ciudad entera, entonces hay que acudir a los canales adecuados. Así es como se protege a la gente”. “Me preocupa que los coches de conducción automática dejen sin trabajo a muchas personas”, añade.
Un conductor de Uber de San Francisco que pidió permanecer en el anonimato por miedo a represalias siguió a uno de los coches de conducción automática de la empresa durante 15 minutos y grabó sus movimientos. La grabación muestra múltiples violaciones menores de la regulación y movimientos potencialmente peligrosos, como no frenar por completo en una señal de stop y cortar el paso a un autobús. “Esperaba un comportamiento mejor de una compañía con tanta influencia en la industria de transporte”, señala el conductor.
“Un error humano”
Uber defiende que no necesita permisos dado que sus coches no son totalmente autónomos, aunque el Departamento de Vehículos a Motor de California afirma que 20 empresas han seguido los procesos adecuados y se les ha permitido probar coches de conducción automática en California.
La empresa no ha respondido a las preguntas sobre la orden estatal de retirar sus vehículos y la amenaza de demanda. En un comunicado a the Guardian, un portavoz afirma que los dos coches que se saltaron los semáforos en rojo no eran parte de la prueba y que no llevaban clientes.
“Estos incidentes se deben a un error humano. Por eso creemos tanto en hacer más seguras las carreteras produciendo Ubers de conducción automática”, señala la declaración. El portavoz también afirma que los coches requieren “control e intervención humana en muchas condiciones, incluido el mal tiempo”.
Los expertos explican que Uber tiene un interés económico obvio en un sistema con las mínimas regulaciones. Ignorando a los reguladores de California, la empresa está intentando crear de forma preventiva un marco en el cual los coches de conducción automática sean tratados igual que los vehículos tradicionales, explica Arun Sundararajan, profesor de Negocios de la Universidad de Nueva York y experto en economía colaborativa.
“El hecho de pedir permiso es una forma de admitir tácitamente que esto necesita ser regulado”, señala Sundararajan. “Tienen una gran estrategia... están intentando definir cómo será el espacio regulatorio”, añade.
Michael Gumora, antiguo conductor de Uber en San Francisco con experiencia y que dirige la página web RideshareReport.com afirma que se trata de una estratagema de relaciones públicas para anunciar suspensiones y decir que los conductores fallaron cuando claramente fue el sistema de conducción automática el que no funcionó de la forma adecuada. “Es un error humano, pero el coche y la tecnología no lo compensan”, explica. “La tecnología no fue capaz de impedir al coche saltarse el semáforo en rojo”, añade.
Tborek, conductor de Uber y Lyft, señala que amonestar públicamente a los conductores es otro ejemplo de cómo Uber no les trata adecuadamente. “Cogería con pinzas todo lo que diga Uber. Me apostaría una buena cantidad de dinero a que la tecnología es la culpable”, añade el conductor.
La respuesta de Uber recuerda a las declaraciones de Tesla a principios de año después de que un conductor que utilizaba su tecnología de “conducción automática” muriese en un accidente. La empresa negó toda responsabilidad y defendió su tecnología, aunque el sistema del coche no logró detectar al camión que tenía enfrente.
“Pones coches inseguros en la circulación y después culpas a un humano”, critica Simpson, quien cree que la policía de San Francisco debería responder a la audaz estrategia de Uber incautando los vehículos que circulan sin permiso.
Consumer Watchdog también pidió cargos criminales contra el director de Uber, Travis Kalanick, por violar los requerimientos del Departamento de Vehículos a Motor de tecnología. “Esto es básicamente conducir sin licencia”, señala Simpson. “Es inadmisible”, concluye.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti