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The Guardian en español

ANÁLISIS

Ucrania encara un invierno duro tras los ataques rusos contra el suministro energético

Los servicios de emergencia apagando un incendio en una infraestructura energética tras un bombardeo en Kiev, Ucrania.

Dan Sabbagh

Kiev (Ucrania) —
19 de octubre de 2022 22:41 h

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Con toda la atención puesta en las víctimas civiles y el caos desatado en Kiev y otras grandes ciudades de Ucrania, hasta ahora no se había medido el impacto que están teniendo los recientes bombardeos rusos sobre el suministro energético del país. El panorama es desalentador: según el presidente Volodímir Zelenski, el 30% de las centrales eléctricas del país ha quedado fuera de servicio en solo ocho días, una proporción asombrosa para tan poco tiempo, con apagones en la zona oriental de Kiev.

Conectada a la red eléctrica europea, Ucrania llegó a ser un país exportador de energía gracias, en parte, a sus grandes centrales nucleares. Pero con la planta nuclear de Zaporiyia bajo control ruso y cerrada, el excedente ya ha desaparecido, como reconoció el propio Zelenski a principios de mes.

Un invierno “duro” por delante

Ahora, los ucranianos tienen que prepararse para los “cortes de electricidad” y empezar a ahorrar energía, advirtió el subdirector de la oficina del presidente, Kirill Timoshenko, el pasado jueves en la televisión nacional. El país tiene que prepararse para “un invierno duro”, dijo.

A las 7 de la mañana de este lunes, Ucrania comenzó a restringir el suministro de electricidad en respuesta a los ataques de Rusia contra su infraestructura energética. “A partir de las 7 de la mañana y hasta las 11 de la noche, es necesario minimizar el uso de la electricidad. Esto se aplica a los residentes de todas las regiones del país. Si no se hace esto, deben prepararse para cortes temporales”, avisó el miércoles por la tarde Timoshenko.

La compañía nacional de energía de Ucrania, Ukrenergo, también instó a los ciudadanos a “cargar todo” antes de las 7 de la mañana de este jueves, y avisó que este jueves se podrían producir cortes de energía, que serían de un máximo de cuatro horas cada vez.

Los políticos ucranianos llevan meses advirtiendo de posibles ataques rusos contra la infraestructura energética de cara al invierno, en el que las temperaturas podrían descender hasta los 10, e incluso, los 20 grados bajo cero. En algunas zonas del frente, como el Donbás, ya no hay gas para calentar los bloques de viviendas donde residen muchas personas.

Por todo el país ha habido preparaciones discretas para garantizar que los hospitales y las instalaciones militares dispongan de generadores de reserva. Pero no habrá suficiente para los civiles y está claro que la situación, y la cruda eficacia con que ha comenzado la estrategia rusa, podrían hacer que la temporada sea muy difícil.

Algunos expertos incluso han temido una nueva crisis migratoria, a medida que la gente intente abandonar el país en busca de calor. Según las estimaciones de un organización humanitaria que no quiso ser citada, hasta dos millones de personas querrán irse, además de los 7,7 millones que ya lo han hecho.

Los problemas pueden empeorar

Ucrania ha dicho que cree que la nueva estrategia de Rusia está relacionada con una oferta de conversaciones de paz por parte de Vladímir Putin que llegó a finales de septiembre. Pero Kiev ve en esa oferta un intento de detener los combates que permitiría a Rusia reagruparse y estabilizar la línea del frente mientras llega la nueva oleada de reclutas.

Ante tales preocupaciones, no sorprende que los ministros de Exteriores y de Defensa de Reino Unido, James Cleverly y Ben Wallace, hayan volado a Washington para hablar sobre un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania que mejore sus defensas anti aéreas, entre otros temas. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que la ayuda podría llegar en cuestión de días.

Aunque los drones Shahed-136 de fabricación iraní tienen un valor limitado en el campo de batalla y los ucranianos están derribando tres de cada cuatro, es evidente que están llegando los suficientes como para afectar a la generación de energía. Los problemas podrían empeorar a toda velocidad si no llega urgentemente un suministro de armas nuevas para hacerles frentes.

Garantizar la continuidad del suministro eléctrico y de calefacción para los militares ha sido prioritario para Kiev, aunque lo más probable es que cualquier dificultad a la que se enfrenten los ucranianos del frente la sufran también los invasores rusos. Eso significa que la peor parte se la van a llevar los civiles, y su moral, una estrategia clásica de Rusia para dar más importancia a los efectos psicológicos que a los éxitos en el campo de batalla.

Casi con toda seguridad, hará falta mucho más que un invierno frío y oscuro para enfriar la voluntad generalizada de los ucranianos de luchar contra el invasor ruso. Pero un intento ruso de avivar una crisis humanitaria durante el invierno también generará más costes a Ucrania y a sus partidarios occidentales. El éxito fulgurante de los ataques contra las centrales eléctricas sugiere que los próximos meses serán duros, a menos que se encuentre una solución militar urgente.

Traducido por Francisco de Zárate.

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