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The Guardian en español

La extrema derecha usa la ironía para difundir su ideología fascista

El meme Pepe la Rana con la cara de Donald Trump. Este meme ha sido utilizado regulramente en foros y discusiones de la extrema derecha.

Jason Wilson

A principios de este mes, cientos de manifestantes de la “derecha alternativa” (extrema derecha) se reunieron en la rotonda del Boston Common, un importante parque de la ciudad, para reivindicar la libertad de expresión. Entre los manifestantes había grupúsculos nuevos y antiguos, como los Oath Keepers (guardianes de los juramentos) y los Proud Boys (chicos orgullosos). En cambio, no se vieron ni esvásticas ni a un solo cabeza rapada.

Predominaban las imágenes ostensiblemente cómicas, copiadas de foros y de las redes sociales. Parecía un poco la versión animada de 4chan, el tablón de mensajes favorito de la llamada derecha alternativa.

Al menos uno de los manifestantes iba disfrazado de Pepe la Rana (adoptada por este movimiento en contra de la voluntad de su creador). Otros llevaban la bandera de Kekistán, un país imaginario creado por los miembros de 4chan. Kyle Chapman, un partidario de Trump que se convirtió en un meme de Internet tras golpear a antifascistas con un palo mientras se protegía con una máscara de gas y el escudo de Capitán América, pronunció un breve discurso. Poco después los participantes se enfrentaron con un grupo de manifestantes antifascistas.

Hasta no hace mucho era difícil imaginar que la violencia callejera pudiera ir de la mano de memes de internet. Sin embargo, los expertos afirman que la derecha alternativa ha conseguido cambiar la consciencia colectiva y ha logrado que la ironía se convierta en un arma. Utiliza el humor y la ambigüedad como tácticas para confundir a los adversarios.

La semana pasada, el Data & Society Institute publicó un informe sobre la información falsa y la manipulación que circula por la red y que está alterando el debate político de Estados Unidos. El estudio analiza cómo ciertos miembros de la derecha alternativa “difunden la noción de la superioridad de los blancos, los mensajes islamófobos y la misoginia a través de la ironía y de su conocimiento de la cultura de internet”.

Una de los autoras de este informe, la doctora Alice Marwick, señala que los tropofascistas primero se dejaron ver en lugares recónditos de internet y más tarde fueron adoptados por la derecha alternativa.

Para el nuevo movimiento de la derecha alternativa “la ironía tiene una función estratégica”, ya que les permite rechazar ciertas ideas y al mismo tiempo defenderlas y difundirlas.

Marwick indica que desde el año 2000 en los foros como 4chan se ha utilizado, de forma muy calculada, lenguaje e imágenes ofensivos para provocar la airada reacción de terceros. Llamando “maricones” a los usuarios o creando memes que se hacen eco de horribles estereotipos racistas, consiguen alejar a los que no piensan como ellos de espacios de diálogo que, en principio, suelen ser abiertos.

Saltarse las reglas de lo políticamente correcto y de un intercambio de opiniones educado es “un acto de rebeldía” en estos espacios, donde abunda un tipo de virilidad adolescente.

Esta fue la táctica que utilizó el año pasado Milo Yiannopoulos en la página web Breitbart News. Afirmó que la difusión de imágenes antisemitas por parte del movimiento de la derecha alternativa no era nada más que una broma transgresora.

“¿Estamos ante unos fanáticos?”, se preguntaba: “No somos antisemitas, de la misma forma que los fans del death metal de los ochenta tampoco eran unos satanistas. Solo querían escandalizar a sus abuelos”.

Lo que Yiannopoulos no dijo, según Marwick, es que estos espacios de debate fueron resultando cada vez más interesantes para los supremacistas blancos convencidos. Se convirtieron en el sitio idóneo para captar a nuevos seguidores y para difundir sus ideas.

En otras palabras, la cultura trol se ha convertido en el espacio ideal para que el fascismo pudiera esconderse a plena luz del día.

Marwick señala que también se ha publicado otra guía de la derecha alternativa en una web nazi de Andrew Anglin [el fundador de la página web neonazi Daily Stormer] que también se impregna de la cultura trol para presentar pura ideología nazi como si fuera nazismo irónico.

“La ironía permite que las personas puedan distanciarse estratégicamente de los valores supremacistas que tienen la mayoría de estos foros”.

Además, los que utilizan la ironía como arma intentan desafiar los límites impuestos y tienen la opción de retroceder si encuentran resistencia.

Saludos nazis “irónicos”

Cuando Richard Spencer (un supremacista blanco de Estados Unidos) mandó a Donald Trump un saludo fascista en el marco de la Conferencia del Instituto de Política Nacional [el think tank de nacionalismo blanco que preside] en vísperas de su victoria electoral, afirmó que lo había hecho “de forma exuberantemente irónica”.

Una dificultad añadida para los detractores de la alt right es que en Internet siempre ha sido difícil distinguir la sinceridad de la ironía.

Ryan Milner imparte clases de comunicación en el College de Charleston y es el coautor de un nuevo libro titulado Internet ambivalente (The Ambivalent InternetThe Ambivalent Internet). El libro señala las implicaciones de la Ley de Poe, un aforismo surgido de internet según el cual en ausencia de una aclaración es difícil diferenciar en la red una postura ideológica extrema de una parodia.

“Salvo que te aclaren cuáles eran las intenciones de la persona, no puedes saberlo. Podría estar bromeando o podría estar hablando en serio. O ambas cosas”, indica Milner.

Lo cierto es que el contenido irónico también tiene repercusiones en la vida real. Milner pone el ejemplo de Edgar Welch, que se presentó en el establecimiento Comet Ping Pong Pizza, situado en Washington DC, cargado con un arma tras interiorizar la llamada teoría de la conspiración del Pizzagate. Difundieron esta teoría los foros de trols de internet y los medios de comunicación de extrema derecha. Según esta teoría, que se fundamentaba en correos electrónicos filtrados de John Podesta [presidente de la última campaña presidencial de Hillary Clinton], el restaurante era el punto de encuentro de una red de pederastas.

En diciembre del año pasado, Welch condujo de Carolina del Norte a Washington con tres armas en el maletero, Cuando llegó a la capital, mandó un mensaje a un amigo: “Voy a atacar a una red de pederastas y posiblemente tendré que sacrificar la vida de algunos para salvar la vida de muchos”. Cuando llegó al restaurante, abrió fuego, pero afortunadamente fue detenido antes de que pudiera matar o herir a alguien.

“Muchas de las personas que difundieron esta teoría de la conspiración estaban bromeando. Sin embargo, cuando un tipo entró en el restaurante cargado con un arma, todas las bromas sobre la conspiración pasaron a tener consecuencias serias”, indica Milner.

De hecho, el hecho de repetir con ironía las ideas de la extrema derecha contribuye a sentar las bases de la normalización del racismo, la misoginia y la islamofobia.

“Cada vez que veas un vídeo viral sobre una persona insultando a alguien de origen musulmán en la cola de un supermercado, estás viendo los efectos de un clima en el que cada vez es más normal y está más aceptado este tipo de lenguaje y, de hecho, es lo que se espera, haya empezado o no como una broma”, indica Milner.

El autor Alexander Reid Ross también cree que la extrema derecha ha utilizado el recurso de la ironía para esquivar y cargarse aquellas normas que les prohibían expresar las mismas ideas con seriedad. Su libro, Contra la corriente fascista (Against the Fascist CreepAgainst the Fascist Creep,) publicado el año pasado, explora la larga tradición fascista de intentar normalizar sus ideas; incluso intentar vendérselas a la izquierda.

“El fascismo es, en mayor o menor medida, un tabú social. Es inaceptable en la sociedad moderna”, indica Ross. “A través del humor y la ironía pueden avanzar en el terreno afectivo sin tener que retroceder en el ideológico”, indica. Asimismo, puntualiza que “avanzan posiciones para fomentar la ira, el sentimiento de traición, la sed de venganza, el resentimiento y la violencia. Fomentan las fantasías masculinas, el deseo de una comunidad nacional y un sentimiento de unidad y de rechazo hacia los musulmanes. Lo hacen y no lo tienen que admitir”.

La mejor respuesta es tomarse las palabras de la derecha alternativa en serio. El libro de Angela Nagle sobre la derecha alternativa, Matar a todos los normies (Kill all Normies) se publica en un mes. En su opinión, la ironía de la derecha alternativa tiene el objetivo de socavar la confianza de sus críticos.

“Conocemos sus creencias, y si dices que tú también formas parte del movimiento, presumiblemente compartes esas ideas también”, señala Nagle. Más que perdernos entre las malas hierbas de un mundo virtual que cambia a gran velocidad, deberíamos derribar sus creencias fundamentales.

“Los periodistas deberían dejar de hablar de memes sobre Pepe la Rana y saludos que se hacen con la mano. Deberíamos obligarles a explicarnos en qué creen”, afirma Nagle.

En el futuro, la mejor estrategia será contraatacar la ironía con sinceridad.

Traducido por Emma Reverter

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