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The Guardian en español

Una vacuna de Oxford contra la malaria muestra una eficacia alta, según resultados preliminares

Imagen de archivo. Una mujer cubre a un menor con una mosquitera, herramienta esencial contra la malaria.

Sarah Boseley

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Una vacuna contra la malaria ha resultado ser altamente eficaz en ensayos clínicos efectuados en África, un hallazgo que brinda una posibilidad real de reducir el número de víctimas de una enfermedad que mata cada año a 400.000 personas, en su mayoría niños pequeños.

La fórmula, desarrollada por científicos del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, ha arrojado una eficacia de hasta el 77% en un ensayo con 450 niños de Burkina Faso durante 12 meses, según resultados preliminares.

La búsqueda de una vacuna contra la malaria ha sido constante durante casi un siglo. Una de ellas, la vacuna Mosquirix, desarrollada por GlaxoSmithKline, ha sido sometida a extensos ensayos clínicos, pero solo es parcialmente eficaz, al prevenir el 39% de los casos de malaria y el 29% de los casos graves entre los niños pequeños de África durante cuatro años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la está empleando en partes de Kenia, Ghana y Malawi.

La vacuna de Oxford es la primera que cumple el objetivo de la OMS de una eficacia del 75% contra la enfermedad parasitaria transmitida por mosquitos. Ahora se están iniciando ensayos más amplios, en los que participan 4.800 niños de cuatro países.

Los investigadores esperan reducir drásticamente las muertes

El profesor Adrian Hill, director del Instituto Jenner, donde se inventó la vacuna de Oxford/AstraZeneca contra el coronavirus, cree que la vacuna tiene el potencial de reducir drásticamente el número de muertes. “Lo que esperamos es reducir esas 400.000 muertes a decenas de miles en los próximos cinco años, lo que sería absolutamente fantástico”.

Otras intervenciones –como las mosquiteras impregnadas [de insecticida] y los medicamentos contra la malaria– han reducido el número de muertes de un millón al año, dice Hill, y deben continuar. Pero, si la vacuna pudiera reducir los fallecimientos a decenas de miles, se podría aspirar a “un objetivo mayor: acabar erradicando la malaria”.

Hill explica que el instituto podría solicitar una aprobación de emergencia para la vacuna contra la malaria, al igual que hizo con la vacuna COVID. “Estoy defendiendo con toda la contundencia que puedo que, dado que la malaria mata a mucha más gente que la COVID en África, hay que pensar en una autorización de uso de emergencia para una vacuna contra la malaria para su uso en el continente. Y eso no se ha hecho nunca”.

Es probable que el instituto pida a los organismos reguladores de Europa o Reino Unido un dictamen científico sobre la vacuna y luego solicite a la Organización Mundial de la Salud la aprobación para su uso en África. “Para la COVID lo hicieron en meses, ¿por qué no iban a hacerlo para la malaria en un plazo similar, si es un problema sanitario de una escala aún mayor en África?”, dice Hill.

Acuerdo para fabricarla en India

Los investigadores dicen que la vacuna se fabricará a gran escala y a bajo coste. Han llegado a un acuerdo con el Instituto Serum de India, que participa en la fabricación de la vacuna contra el coronavirus de Oxford/AstraZeneca.

El Serum Institute ha tenido que retrasar el suministro de la vacuna contra la COVID al resto del mundo debido al enorme aumento de casos en India, pero ha prometido entregar 200 millones de dosis al año de la vacuna contra la malaria si se autoriza.

Hill dice que, en el mejor de los casos, la aprobación se produciría a finales de 2022, momento en el que el Serum Institute tendría capacidad suficiente.

Cyrus Poonawalla y Adar Poonawalla, presidente y director general del Serum Institute respectivamente, señalan en un comunicado que están “muy emocionados de ver estos resultados sobre una vacuna contra la malaria segura y muy eficaz que estará disponible para todo el mundo”. El desarrollo se efectuó en colaboración con Oxford y también con Novavax, que suministra el adyuvante, una sustancia que potencia la respuesta del sistema inmunitario.

“Confiamos plenamente en que podremos suministrar más de 200 millones de dosis anuales, de acuerdo con la estrategia, tan pronto como se disponga de las autorizaciones reglamentarias”, dicen.

Los resultados preliminares

Los niños del ensayo, según un estudio preliminar [aún no revisado por pares], tenían entre cinco y 17 meses y vivían en Nanoro, una zona que abarca 24 pueblos con una población aproximada de 65.000 personas.

Se dividieron en tres grupos: dos recibieron la vacuna, pero con una dosis baja o alta de adyuvante, mientras que el tercer grupo recibió una vacuna antirrábica, por lo que actuó como grupo de control.

Los niños recibieron tres dosis y, desde entonces, un refuerzo. La vacuna Mosquirix también se administra en cuatro dosis.

Hill explica que las madres estaban dispuestas a volver a vacunar a sus hijos por su experiencia con la malaria. La eficacia fue del 77% en el grupo con dosis altas de adyuvante y del 74% en el grupo con dosis bajas.

“Podemos acabar con la malaria en nuestra generación, pero solo si los gobiernos invierten en la investigación necesaria para ofrecer los nuevos medicamentos y productos que puedan acelerar el fin de esta terrible enfermedad”, dice Gareth Jenkins, de la organización benéfica Malaria No More UK. “El trabajo pionero del Instituto Jenner sobre las nuevas vacunas contra el coronavirus y la malaria es un gran ejemplo de ello y demuestra hasta qué punto la seguridad de la humanidad depende de la nueva ciencia.

“Una vacuna eficaz y segura contra la malaria sería un arma más muy importante en el arsenal necesario para derrotar la malaria, que sigue matando a más de 270.000 niños cada año. Durante décadas, los científicos británicos han estado a la vanguardia del desarrollo de nuevas formas de detectar, diagnosticar, probar y tratar la malaria, y debemos seguir apoyándolos”, prosigue.

“Un mundo sin malaria es un mundo más seguro tanto para los niños que de otro modo morirían a causa de esta enfermedad como para nosotros. Los países liberados de la carga de la malaria estarán mucho mejor equipados para luchar contra las nuevas amenazas de la enfermedad cuando surjan inevitablemente en el futuro”, concluye Jenkins.

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