La noticia de que la vacuna de Oxford/AstraZeneca protege menos contra la variante sudafricana de la COVID-19 ha generado una gran preocupación. Sin embargo, antes de empezar a alarmarnos, deberíamos conocer todos los detalles. Si bien la vacuna actual es menos eficaz contra la variante detectada en Sudáfrica, cuando se utiliza contra la variante que se identificó por primera vez en Reino Unido, su protección sólo baja ligeramente.
Además, se considera que la vacuna protege contra las manifestaciones más graves de la enfermedad causada por la variante sudafricana. Este detalle es importante. La cifra actual de muertos por COVID-19 en Reino Unido [y otros países europeos] es preocupantemente alta. Miles de personas se encuentran en el hospital recibiendo tratamiento para la COVID-19 y muchas más están muriendo en sus domicilios.
Nuestra prioridad es reducir la cifra de muertes y de ingresos hospitalarios, los cuales están desbordando al Sistema Nacional de Salud de Reino Unido. Si la vacuna de Oxford/AstraZeneca sigue siendo eficaz en la prevención de los casos más graves de la enfermedad causados por la variante detectada en Sudáfrica, debería contribuir a la reducción de ambas cifras. Una vacuna que previene los casos más graves es más que suficiente en este momento para tener la pandemia bajo control.
En general, las vacunas son más eficaces en la prevención de las manifestaciones más graves de una enfermedad y menos eficaces a la hora de prevenir enfermedades leves o moderadas. Las vacunas actúan preparando al sistema inmunitario del organismo para que, si se encuentra con el virus, lo reconozca inmediatamente.
Tras vacunarse, una persona puede tener suficientes anticuerpos neutralizantes circulando por su sangre como para destruir un virus antes de que pueda causar la infección. En caso contrario, dispondrá de células de memoria, que pueden producir rápidamente los anticuerpos necesarios.
La vacunación también prepara al sistema inmunitario para realizar otras respuestas, como las células T, que destruyen las células infectadas por el virus. Esta respuesta inmunitaria puede llevar algo de tiempo, en este periodo el virus puede empezar a causar algunos síntomas. Pero los efectos de la vacuna pueden llegar a tiempo para prevenir una enfermedad grave.
Por supuesto que, si queremos vencer a este virus por completo, necesitaremos vacunas que eviten la infección y la transmisión. Todavía no está claro si las vacunas actuales evitan que las personas vacunadas transmitan el virus, incluso en el caso de las variantes originales del virus.
Los ensayos de fase 3 no han podido demostrar si la vacuna evita la transmisión, pero tenemos motivos para esperar que así sea, sobre todo por los estudios que indican que la vacuna de AstraZeneca parece reducir las infecciones en un 67%.
Los científicos que se alarmaron por la propagación de enfermedades como el Sars, el Mers y el Ébola llevan más de una década trabajando en lo que llaman “plataformas”, sistemas que permiten diseñar y crear vacunas rápidamente.
En el pasado, el desarrollo de vacunas seguía el enfoque de “un fármaco, un bicho”, en el que los científicos luchaban por encontrar un nuevo tratamiento para cada virus nuevo. La forma tradicional de fabricar una vacuna consistía en cultivar un patógeno a gran escala antes de inyectar una pequeña cantidad neutralizada de virus o bacteria en los pacientes, cuyo sistema inmunitario reaccionaba a los antígenos de su superficie y desarrollaba anticuerpos que podían evitar la enfermedad.
Por su parte, las plataformas de vacunas permiten a los científicos identificar los genes de un patógeno y luego “taponar” los genes de la parte del virus, el antígeno, contra el cual los humanos necesitan desarrollar anticuerpos.
De este modo, una vez que se ha desarrollado una plataforma para la administración de una vacuna, se puede introducir fácil y rápidamente material genético diferente en ella, lo que permite desarrollar vacunas para diferentes variantes mucho más rápido que antes.
A medida que se encuentren nuevas variantes del Sars-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, producir vacunas debería ser relativamente sencillo. Y siempre que la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido [y la europea] trate estas nuevas vacunas como las vacunas contra la gripe estacional que se actualizan anualmente, en lugar de como vacunas totalmente nuevas. Estas deberían estar disponibles con relativa rapidez.
En el futuro, podríamos incluso disponer de una única inyección cada año para protegernos contra las nuevas variantes tanto del Sars-CoV-2 como de la gripe.
Las próximas vacunas contra las nuevas variantes de la COVID-19 ayudarán a reducir aún más los casos, suprimiendo la transmisión y llevando finalmente el número R (la media de personas que contagia cada infectado) por debajo de uno. En ese momento, la enfermedad empezará a extinguirse. Sin embargo, por ahora, aunque las vacunas que tenemos no sean perfectas contra todas las variantes, tenemos que ir lo más rápido posible y vacunar al mayor número de personas para evitar los casos más graves y las muertes por la enfermedad.
Una vez que hayamos reducido el número de hospitalizaciones y fallecimientos, podremos centrarnos en suprimir la infección, la transmisión y los casos leves o moderados.
Peter English es un exmédico de familia que en la actualidad trabaja como consultor en salud pública y protección de la salud en el sureste de Inglaterra.
Traducido por Emma Reverter