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The Guardian en español

El testimonio de un voluntario en el primer ensayo que expondrá a personas sanas al coronavirus: “Asumo los riesgos”

Imagen de archivo. Un investigador se pone los guantes para un ensayo de tratamientos contra el coronavirus.

Molly Blackall

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Reino Unido está a punto de comenzar “ensayos de provocación”, una novedad en la lucha mundial contra la COVID-19. Un grupo de voluntarios adultos, sanos y de entre 18 y 30 años se expondrá al coronavirus en un entorno controlado para saber más sobre cómo reacciona su cuerpo, cómo se transmite y qué cantidad de virus es necesaria para causar la infección.

Una de las 90 personas que participarán en los ensayos es el joven de 18 años Alastair Fraser-Urquhart, que se apuntó “al instante”. En el hospital Royal Free de Londres le infectarán con el virus a través de un espray nasal o de un cuentagotas. Luego pasará unos 17 días en biocontención para garantizar que no contagia a otros.

“Los ensayos de provocación pueden acelerar el desarrollo de vacunas, y mejorarlas”, dice Fraser-Urquhart, que vive en la ciudad de Stoke-on-Trent, en el centro de Inglaterra. “Si los hubiéramos empezado antes, podríamos haber estado distribuyendo más vacunas en Navidad. Tener a alguien con COVID-19 dispuesto a someterse a pruebas y pinchazos es enormemente útil”.

“Claro que tengo preocupaciones, todo el mundo debería tenerlas antes de participar en un ensayo”, dice. “Hay riesgos que desconocemos, ¿acabaré con una mayor probabilidad de cáncer de pulmón a los 50 años por haber tenido coronavirus? Pero es algo que forma parte del proceso. He asumido esos riesgos”.

Su familia no está muy entusiasmada, explica, “pero entiende lo que estoy haciendo y por qué lo hago y me da mucho apoyo”.

“Los beneficios son gigantescos”

Fraser-Urquhart también espera que este tipo de “ensayos de provocación” hayan llegado para quedarse y permitan un desarrollo más acelerado de las vacunas en futuras pandemias. “Es probable que otras enfermedades pandémicas tengan perfiles de mortalidad similares a la COVID-19 y los ensayos de provocación podrían convertirse en la norma si sentamos un precedente para que se usen en otras pandemias”.

Si bien a los participantes no se les paga por el ensayo, sí hay una compensación de unas 4.500 libras (5.196 euros). Fraser-Urquhart dice que espera donarla a la People's Vaccine Alliance, que trabaja por un acceso más equitativo a las vacunas en todo el mundo.

“No es que necesite el dinero en este momento de mi vida y, realmente, no lo quiero”, dice. “Por mucho que piense que la compensación es algo bueno, siempre hay gente que cree que los voluntarios solo lo hacen por la compensación, y creo que es bueno que uno lo haga público y diga que no la va a aceptar”.

Fraser-Urquhart tenía previsto estudiar biomedicina oncológica en el University College de Londres en septiembre de 2020 antes de unirse a 1Day Sooner, una organización que promueve la participación en ensayos médicos de alto impacto. A pesar de ello, Fraser-Urquhart asegura que nunca “rogaría” a otras personas que participen en “ensayos de provocación”.

“Es una decisión totalmente personal y yo animaría a la gente a pensar detenidamente en el impacto y los riesgos para cada uno. No me dedico a pedirle a la gente que participe en estos ensayos. Si quieren hacerlo, estupendo, pero si creen que los riesgos son demasiado altos, no tienen por qué presentarse como voluntarios”, dice.

Pero Fraser-Urquhart tampoco cree que los estudios sean tan “descabellados” como parecen. “En esta pandemia mucha gente ha hecho un gran esfuerzo, con un montón de contribuciones increíbles”, dice. “A los médicos de las plantas de COVID-19 de los hospitales no les controlaban, y no todos tenían entre 18 y 30 años, y al principio de la pandemia no tenían los tratamientos que tenemos ahora. No difiere mucho de lo que hemos pedido a otras personas que hagan y los beneficios son sencillamente gigantescos”.

Traducido por Francisco de Zárate.

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