Pocos días después del 7 de octubre del año pasado, los investigadores israelíes identificaron a Yahya Sinwar, entonces jefe militar de Hamás en Gaza, como el cerebro del ataque sorpresa contra Israel.
Para su asombro, se enteraron de que Sinwar no sólo había concebido lo que había llamado “Operación Inundación Al-Aqsa”, sino que había planeado y organizado el asalto casi en solitario. Sólo un puñado de colaboradores cercanos habían sido informados de los planes, algunos con sólo unos días de antelación al ataque, que causó la muerte de unas 1.200 personas, en su mayoría civiles, el secuestro de más de 250 israelíes y que fue seguido de una masacre israelí que hasta el momento ha causado más de 42.000 muertos y arrasado la franja de Gaza.
Su compromiso inquebrantable con la causa de Hamás marcó la carrera militante de Sinwar.
Nacido en un campo de refugiados de Jan Yunis, en el sur de Gaza, de padres que se habían visto obligados a huir de sus hogares en el lugar que pasó a convertirse Israel en 1948, Sinwar se sintió atraído por el activismo islamista cuando era adolescente. A principios de los ochenta, Sinwar, estudiante de ciencias en la Universidad Islámica de Gaza, se acercó a Ahmed Yasin, un carismático clérigo que creó una rama local de los Hermanos Musulmanes.
En 1987, Yasin reclutó a Sinwar para el recién creado grupo de Hamás y lo nombró jefe de su incipiente servicio de inteligencia. Sus funciones incluían descubrir y castigar a espías y colaboradores de Israel, así como a personas de Gaza que infringieran los estrictos códigos de “moralidad” de Hamás. Sinwar lo cumplió con determinación, confesando más tarde haber asesinado al menos a 12 palestinos.
Detenido en 1988 y condenado a cuatro cadenas perpetuas por intento de asesinato y sabotaje, pasó 23 años en cárceles israelíes. En prisión, Sinwar se negaba a hablar con ningún israelí y castigaba personalmente a los que lo hacían, según un antiguo interrogador israelí que trabajó en la institución donde estuvo recluido Sinwar. También intentó escapar en repetidas ocasiones: “Es 1.000% comprometido y 1.000% violento, un hombre muy, muy duro«, dijo el interrogador”.
Pero Sinwar era también un sutil operador político con una mente aguda que decidió aprovechar sus años de prisión para aprender hebreo y estudiar a su enemigo. En varias ocasiones, Sinwar organizó huelgas en la cárcel para mejorar las condiciones de trabajo, y sobrevivió a un cáncer cerebral en 2008 tras ser tratado por médicos israelíes. Sinwar también escribió una novela semiautobiográfica en la que describe la vida y la militancia en Gaza.
Iba a estar entre los más de 1.000 presos que iban a ser canjeados en 2011 por Gilad Shalit, soldado israelí capturado por Hamás cinco años antes, pero Sinwar rechazó el trato. El acuerdo se llevó a cabo de todos modos, y Sinwar, de vuelta en Gaza, volvió inmediatamente a la primera línea de la militancia. Un periodista que se reunió con él en aquel momento declaró a The Guardian que el líder de Hamás estaba tan concentrado que era como si “el mundo no existiera más allá de sus ojos”.
En Gaza, donde Hamás se había hecho con el poder cuatro años antes, Sinwar se casó, tuvo hijos y empezó rápidamente a ganarse seguidores. Aplastó un intento de yihadistas independientes de establecer una cabeza de puente en el territorio y se le atribuye el asesinato en 2016 de otro alto mando de Hamás, Mahmud Ishtewi, en una lucha interna por el poder.
Con su reputación de determinación bien asentada, Sinwar asumió el mando general de Hamás en Gaza en 2018, consolidando las relaciones entre las alas militar y administrativa civil de la organización y apartando progresivamente a la cúpula política en el exterior.
Convencido de que la captura de soldados israelíes era la “única manera de liberar prisioneros”, una tarea que consideraba central para su visión del papel de Hamás, Sinwar comenzó a planificar una gran operación para proporcionar monedas de cambio para liberar a los palestinos de las cárceles israelíes.
No está claro cuándo concibió lo que se convirtió en los ataques del 7 de octubre, pero es posible que hubiera sopesado diferentes planes a lo largo de muchos años. En 2022, Israel se hizo con un plan de Hamás para un gran ataque a través de la valla, cuyo nombre en clave era Muro de Jericó. A pesar de su importancia, el plan fue archivado porque las autoridades creían que el grupo era incapaz de llevar a cabo una operación de ese tipo.
Sinwar también tendió una cortina de humo, adormeciendo a Israel en una falsa seguridad con declaraciones públicas que podían inducir a error.
En 2022, Hamás produjo una serie de televisión llamada Fist of the Free, que mostraba a sus militantes asaltando Israel en masa. Sinwar entregó premios a todos los participantes en una ceremonia pública, elogiando en un discurso la precisión de la serie y afirmando que su trabajo era “parte integrante de lo que estamos preparando”.
Los analistas están divididos sobre si Sinwar previó las consecuencias de la incursión del 7 de octubre, así como sus objetivos principales. Parece claro que creía que Hizbulá lanzaría una ofensiva de apoyo contra Israel –lo que no acabó de suceder– y quizá pudo haber pensado que Israel no atacaría Gaza de la manera que lleva un año haciendo con tantos rehenes israelíes.
Tras el ataque del 7 de octubre, Sinwar se ocultó, posiblemente en la red de túneles que Hamás ha construido bajo el sur de Gaza. Hasta su asesinato por Israel.