Donald Trump ha sacado pecho este jueves del rol que han jugado los republicanos en la caída de la rectora de Harvard a raíz de las protestas propalestinas y ha atacado a su rival, la demócrata Kamala Harris, dibujándola como una candidata que “odia a Israel”. “Israel no existirá en dos años si Harris es presidenta”, ha asegurado en la reunión anual del Consejo Americano Israelí (AIC, en inglés) que se ha celebrado este jueves por la noche en Washington. Este año, el acto se ha centrado en denunciar el antisemitismo y ha recordado las víctimas y rehenes capturados por Hamás el 7 de octubre.
“Si no gano estas elecciones, en mi opinión el pueblo judío tendrá mucho que ver con la derrota”, ha avisado Trump. Los judíos son considerados como uno de los grupos demográficos más liberales y demócratas en Estados Unidos, y eso parece que preocupa a Trump.
A pesar de que el expresidente haya vuelto a tachar una vez más las encuestas de “falsedades”, es consciente de que la carrera presidencial sigue siendo reñida a menos de 50 días de los comicios y es por eso que busca el voto de los americanos-israelís, así como las personas judías. Una encuesta del Pew Research Center publicada el 9 de setiembre muestra como Harris es más popular que Trump entre los votantes judíos. Un 65% dicen que preferían a Harris, frente el 34% que se decanta por Trump.
“Estuve allí durante años, les di miles y miles de millones de dólares. Fui el mejor amigo que Israel haya tenido. Y aun así, en 2020, después de haber hecho todas estas cosas… ahora el pueblo judío no tiene excusa”, ha recriminado Trump a la audiencia, y ha añadido: “Ahora, en las encuestas estoy rondando el 40%, lo que significa que el 60% de los judíos van a votar por Kamala o un demócrata, y sinceramente, deberían mirarse la cabeza. Esos votos puede que nos sean necesarios para ganar”.
Trump ha sacado pecho de haber conseguido los Acuerdos de Abraham durante su presidencia o de haber reconocido Jerusalén como la capital de Israel y haber trasladado la embajada estadounidense allí. “Yo soy el que os está protegiendo”, ha afirmado el expresidente, que se ha contrapuesto a los demócratas como “las personas que os van a destruir”.
El republicano, que esta noche ha asegurado ser “el mejor amigo que los judíos estadounidenses han tenido en la Casa Blanca”, justificó en 2017 la manifestación de los supremacistas blancos que hubo ese año en Charlottesville (Virginia). Durante la marcha se corearon proclamas claramente antisemitas como “los judíos no nos reemplazarán” y se exhibieron esvásticas. Trump, que por ese entonces estaba en la Casa Blanca, quitó gravedad al asunto y las comparó con los movimientos antirracistas.
No ha habido comentarios sobre la reciente escalada de tensión entre Hizbulá e Israel, aunque tampoco ha faltado la afirmación, recurrente ya en sus mítines, de que el mundo está “al borde de una Tercera Guerra Mundial”. Trump ha calificado el ataque del 7 de octubre como el “más letal desde el Holocausto”, aunque poco después ha criticado a Harris por querer cerrar un alto el fuego, que también implica la liberación inmediata de los rehenes. “Kamala Harris ha exigido repetidamente un alto el fuego inmediato para salvar a Hamás. Ella quiere salvar a Hamás”, ha afirmado. Entre el público había familiares de víctimas y rehenes capturados por Hamás durante el 7 de octubre. Uno de ellos era Andrey Kozlov, que fue liberado después de ocho meses en Gaza y a quien Trump ha invitado a subir al escenario
Trump también ha asegurado que la demócrata “consideraría imponer un embargo total de armas contra Israel. Y eso es lo que ella quiere hacer”. Precisamente un embargo de armas es por lo que protestaban los manifestantes propalestinos a las puertas de la Convención Demócrata. El asesor de seguridad nacional, Phil Gordon, ya dijo a principios de agosto que Harris no apoyaría tal medida y que “siempre se asegurará de que Israel pueda defenderse contra Irán y los grupos terroristas respaldados por Irán”. Semanas después, durante la primera entrevista que dio en la CNN, fue la misma quien Harris aseguró que no cambiará la política de envío de armas a Tel Aviv.
Como ya se va volviendo habitual en su arsenal para descalificar a su rival, el expresidente también ha hecho mofa del nombre de Kamala. “La llamo Kamala porque si digo Harris nadie sabe de quién hablo”. Tampoco ha desperdiciado la ocasión para poner sobre la mesa la frontera y la cuestión migratoria, aunque esta vez no ha hablado de Venezuela o Guatemala, países que cita con frecuencia. Trump ha acusado Harris de “importar migrantes desde puntos críticos del terrorismo y ahora tenemos ejércitos de simpatizantes yihadistas marchando descaradamente por nuestras ciudades”.
El speaker de la Cámara de los Representantes, Mike Johnson, y la congresista Elise Stefanik también han asistido al acto en representación del Partido Republicano. Su presencia no ha sido casual: Johnson hizo suya la lucha contra las protestas propalestinas que se extendieron por los campus universitarios y las tachó de “antisemitas”; Stefanik está en el Comité de Educación dirigido por Virginia Foxx y fue quién arrinconó a la rectora de Harvard, Claudine Gay, cuando compareció por las protestas propalestinas en su campus.
Gay dimitió a raíz de ese interrogatorio y esta noche Trump ha sacado pecho -e incluso parecía que hacía burla-: “[Stefanik] destruyó totalmente a la rectora de Harvard. La veías allí con sus grandes gafas, esas grandes gafas... y ella le hizo una pregunta simple, y al final, no obtuvo una respuesta muy buena”.
El magnate también ha acusado a Harris de permitir que el “antisemitismo se extienda por toda América” y ha asegurado que retirará los fondos federales de aquellas universidades que no pongan fin a las protestas propalestinas. “Y para enfrentar la crisis del antisemitismo en nuestras universidades, les diré a los rectores que deben poner fin a la propaganda antisemita, o perderán su acreditación y todo el apoyo federal”, ha afirmado.
En las últimas semanas, las universidades norteamericanas han retomado las clases con el inicio del nuevo curso. Después de las manifestaciones y acampadas propalestinas de la primavera, algunos centros han modificado sus políticas sobre el derecho a la protesta. En la Universidad de Case Western Reserve de Cleveland, los estudiantes necesitan que la administración apruebe las protestas para poder llevarlas a cabo. En la Universidad de Indiana no se pueden realizar manifestaciones ni “actividades expresivas” entre las 11 de la noche y las 6 de la mañana.