El pulso entre las autoridades de Kiev y las milicias prorrusas que se han sublevado contra el Gobierno central en el este de Ucrania se tornó el martes violento con la primera demostración de fuerza de Kiev. “Se acabaron los ultimátum. Los ultimátum son cosa de civiles. Esto es una operación militar. Unos 300 hombres armados actúan en el este de Ucrania. Los vamos a combatir porque son invasores extranjeros, bandidos y terroristas”, dijo el general Vasili Krútov, jefe de la operación militar lanzada por Kiev.
Krútov hizo estas declaraciones a un grupo de reporteros en un cruce de carreteras cerca de la localidad de Izium (región de Járkov), donde se encontraban estacionados más de una veintena de blindados ucranianos. Seguidamente, varios helicópteros aterrizaron en las inmediaciones del aeródromo de Kramatorsk en la región oriental de Donetsk, baluarte de la sublevación prorrusa.
El objetivo de la operación protagonizada por fuerzas especiales ucranianas era liberar el aeródromo, bajo control rebelde desde hace varios días.
Las milicias intentaron oponer resistencia, pero tuvieron que entregar el aeródromo y retirarse tras sufrir varias bajas. “Sí, hay muertos”, aseguró a la agencia UNN un portavoz del Ministerio de Defensa, que añadió que en las filas del Ejército ucraniano no había bajas.
Medios rusos que citan fuentes de las milicias prorrusas y de las fuerzas de autodefensa popular de la ciudad, informaron de entre 4 y 11 muertos entre los sublevados. “En el aeródromo hay cuatro muertos y dos heridos entre las milicias (prorrusas). Los combates han cesado. Las milicias se han retirado”, dijo un portavoz de los sublevados a la agencia oficial rusa RIA-Nóvosti.
No obstante, a su llegada al aeródromo los periodistas no pudieron confirmar las muertes, aunque sí varios heridos que fueron trasladados al hospital en ambulancia.
“Llevábamos cinco días aquí bloqueando el aeródromo. No teníamos ningún problema hasta que hoy fuimos a negociar. Entonces un avión de combate sobrevoló el campo y disparó una ráfaga de advertencia. Al sobrevolar el campo por segunda vez disparó contra los milicianos”, aseguró Serguéi, uno de los líderes de los insurgentes locales.
Pese al revés sufrido, los prorrusos no se arredraron y varios centenares de civiles desarmados, entre los que había mujeres y ancianos, bloquearon con sacos y neumáticos los accesos al aeródromo, mientras los insurgentes seguían controlando Kramatorsk. “¡No pasarán!”, aseguró un activista que tachó al Gobierno de Kiev de “junta golpista”.
Mientras, las milicias prorrusas se han hecho fuertes en la ciudad de Sláviansk, situada a unos 120 kilómetros de la capital de la región de Donetsk, donde decomisaron unos mil fusiles, un centenar de bazocas antitanque y 400 pistolas a la policía local, según las autoridades.
Los sublevados controlan las sedes locales del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) y del Ministerio del Interior, y han levantado barricadas en las inmediaciones de esos edificios, en previsión de que la ciudad, donde todos los comercios están cerrados, sea el próximo objetivo de la operación.
El servicio secreto ucraniano (SBU) denunció que un oficial del Servicio de Inteligencia Militar de Rusia (GRU), Ígor Strelkov, coordina las actividades subversivas en Sláviansk, según informa la agencia UNIAN. Strelkov ya coordinó la toma de unidades militares ucranianas en la península de Crimea y después el asalto a edificios gubernamentales en las regiones orientales de Járkov y Lugansk.
Tras la violenta operación en Kramatorsk, el presidente ruso, Vladímir Putin, llamó a la comunidad internacional a condenar el uso de la fuerza por parte de Kiev durante una conversación telefónica con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
“En particular, Putin subrayó que Rusia espera de la ONU y de la comunidad internacional una firme condena de estas acciones anticonstitucionales”, informó el Kremlin en un comunicado. Putin y Ban abordaron la tensa situación en Ucrania que, según el Kremlin, “se ha agudizado de manera brusca debido a la operación de fuerza iniciada por las autoridades de Kiev en el sureste del país”, de mayoría rusohablante.