Ucrania presiona a los aliados para superar otra 'línea roja': usar las armas de largo alcance para atacar en Rusia

Mariangela Paone

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Ucrania quiere más. Cuando se cumplen 30 meses desde el comienzo de la invasión rusa, Kiev, que este verano ha sorprendido a sus aliados con la ofensiva en la región fronteriza rusa de Kursk, pide a sus aliados mover una vez más la última línea roja que habían marcado: levantar el veto al uso de las armas de largo alcance entregadas por los socios occidentales para ataques en territorio ruso.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, volvió este lunes a reiterar una petición que no ha parado de hacer llegar en las últimas semanas a las cancillerías de los países de la OTAN que apoyan a Ucrania, principalmente Estados Unidos.

“La debilidad y la falta de determinación en la respuesta alimentan el terror”, dijo Zelenski después del ataque aéreo masivo de este lunes lanzado por Moscú —con mísiles de vario tipo y drones kamikazes Shahed de fabricación iraní—, que causó la muerte de al menos cinco personas y volvió a dañar las infraestructuras energéticas del país. El presidente definió el ataque como uno de los mayores que han golpeado Ucrania desde el comienzo de la guerra. Las alarmas volvieron a sonar este martes en todo el país tras una nueva oleada de bombardeos que causaron otros cuatro muertos.  

“Todo dirigente y todo socio nuestro sabe qué decisiones firmes son necesarias para poner fin a esta guerra y para ponerle fin con justicia. No debería haber restricciones en el alcance de las armas para Ucrania cuando los terroristas no las tienen. Los defensores de la vida no deberían tener restricciones de armamento, mientras Rusia utiliza todo tipo de armas propias, así como drones Shahed y misiles balísticos de Corea del Norte”, dijo Zelenski.

“Estados Unidos, Reino Unido, Francia y otros socios tienen el poder de ayudarnos a detener el terror. Necesitamos decisiones”, insistió Zelenski, repitiendo lo que poco antes había dicho el ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba. Tanto Zelenski como Kuleba pidieron también ayuda en la defensa aérea. El presidente ucraniano citó como ejemplo la intervención de EEUU, Reino Unido y Francia en la defensa de Israel durante el ataque de Irán el pasado abril como respuesta al bombardeo de uno de sus consulados en Siria.

Kuleba habló de “dos decisiones concretas” necesarias para Ucrania: permitir “los ataques de largo alcance contra todos los objetivos militares legítimos en territorio ruso” y usar “las capacidades de defensa aérea de los socios para derribar misiles y aviones no tripulados cerca de su espacio aéreo”.

La petición del ministro llegaba mientras en Polonia el Ejército informaba de la búsqueda de un objeto sin identificar caído en su territorio durante el ataque ruso a Ucrania, que podría ser un dron. Al mismo tiempo el Mando Operacional del Ejército polaco también emitía un mensaje urgente en el que informaba de la intensificación de las patrullas aéreas “con participación aliada” en la frontera con Ucrania debido a los ataques lanzados por Rusia en la región de Leópolis, en el oeste de Ucrania.

“Desde primeras horas de la mañana se ha observado una intensa actividad de la aviación de largo alcance de la Federación Rusa relacionada con ataques contra objetos ubicados, entre otros, en el territorio occidental de Ucrania”, se leía en el comunicado. La última vez que se había activado este tipo de alarma fue el 8 de julio.

“Ninguna de estas decisiones es una escalada”, decía Kuleba en redes sociales en referencia al levantamiento del veto. “Al contrario, disuadirán a Rusia, ayudarán a reducir el terror y el número de ataques rusos, así como las bajas resultantes. Actúen ahora, no más tarde. Ayúdennos a salvar vidas”.

El lenguaje es el mismo que han utilizado los dirigentes ucranianos en su batalla paralela a la guerra sobre el terreno para ir abriendo brechas en las reticencias de los aliados sobre la entrega y el uso de las armas. Un 'pressing' diplomático constante que ha ido desplazando hasta borrarlas, una tras otra, las líneas rojas que los aliados habían marcado. 

Los tanques y los F-16

Muy lejos parece ahora el debate sobre el envío de los carros de combate alemanes Leopard o los estadounidenses Abrams que acabaron entregándose poco más de un año después desde el comienzo de la invasión rusa. Inmediatamente después, Kiev volvió a la carga pidiendo a los aliados mísiles de largo alcance y aviones de combate.

Las reticencias eran fuertes también en EEUU. En las primeras semanas del conflicto, el Pentágono decía que “el envío de aviones de combate [a Ucrania] proporciona un aumento de las capacidades reducido a un riesgo elevado”. Destacados representantes del Departamento de Defensa apuntaban a que no representarían un cambio significativo y que aumentaban las posibilidades de una escalada militar con la OTAN.

Pero el Gobierno ucraniano no se resignó. Cumbre tras cumbre, encuentro tras encuentro con los líderes de los países aliados, siguió insistiendo en la necesidad de tener aviones de combate. Y si en enero de 2023 el presidente de EEUU, Joe Biden, aún excluía esa posibilidad, Washington acabó en agosto del mismo año aprobando la entrega de los codiciados F-16 por parte de países europeos.

Tras varios meses de espera, las primeras unidades —de las 70 que Países Bajos, Noruega, Dinamarca y Bélgica se han comprometido a transferir a Kiev— llegaron a Ucrania a finales de julio, después de que los pilotos ucranianos recibieran entrenamiento en EEUU y Europa. “A menudo oíamos 'es imposible' como respuesta, pero aún así hicimos posible nuestra ambición, nuestra necesidad defensiva”, dijo Zelenski confirmando la llegada de los primeros cazabombarderos. 

Siguiendo la misma estrategia —y usando como baza de los avances logrados en las casi tres semanas de ofensiva en el territorio ruso de Kursk— Kiev insiste ahora en la necesidad de superar el veto al uso de los mísiles de largo alcance recibidos en todo el territorio ruso. La prensa estadounidense informó a finales de mayo que Biden dio permiso en secreto a Ucrania para golpear dentro de Rusia en la zona fronteriza, para responder a la ofensiva de Moscú sobre la región de Jarkóv. Una información que fue confirmada poco después por el secretario de Estado, Anthony Blinken, al término de la reunión informal de ministros de Exteriores de la OTAN en Praga.

A pesar de las presiones en encuentros con congresistas y altos cargos, de momento la Casa Blanca no está dispuesta a levantar las últimas restricciones, según revelaba una larga reconstrucción publicada la semana pasada por Politico. El medio estadounidense, que ha hablado con ocho funcionarios de EEUU, Ucrania y otros países europeos bajo condición de anonimato, sostiene que parte del debate consiste en permitir el uso de los misiles Storm Shadow de fabricación británica que ya se encuentran en disposición de las fuerzas ucranianas para alcanzar los aeródromos y depósitos de suministros rusos. Pero, puesto que los misiles contienen componentes estadounidenses, la administración Biden tendría que dar vía libre, aunque, según fuentes de ambos lados del Atlántico citadas por el medio estadounidense, Londres no ha presentado una petición formal.

Las fuerzas ucranianas también disponen de los SCALP franceses y de los ATACMS suministrados por EEUU. Estos últimos tienen un mayor alcance y la ventaja de poder ser lanzados también desde tierra. Ucrania ha utilizado hasta ahora el ATACMS de largo alcance para ataques en Crimea y contra fuerzas rusas al este de Berdyansk, cerca del mar de Azov. 

El ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, y Andriy Yermak, asesor principal del presidente Volodímir Zelenski, estarán en Washington esta semana y, según Politico, tienen previsto presentar a altos funcionarios de seguridad nacional estadounidenses una lista de objetivos de largo alcance en Rusia que, en su opinión, el ejército de Kiev podría alcanzar si EEUU levantara sus restricciones.

La ofensiva en la región de Kursk

“Es difícil saber cómo reaccionará el sistema estadounidense porque sólo recibimos pistas e informes de segunda mano sobre su postura, y no sabemos si tienen información particular de inteligencia sobre la respuesta rusa”, comenta por correo electrónico a elDiario.es Matthew Savill, director de Ciencias Militares del think tank de defensa RUSI, con sede en Londres.

“Sin embargo, la incursión ucraniana ha ayudado a construir el argumento de que, a medida que la línea del frente se desplaza, no debería ser tratada de forma muy diferente si pone a tiro objetivos en Rusia, y han argumentado que gran parte de la retórica rusa es fanfarronería y farol. Mientras intenta consolidar su posición, Ucrania ha esgrimido un sólido argumento militar para atacar la logística, la munición y algunas bases aéreas para ayudar a apuntalar sus posiciones”, sostiene Savill.

Según un análisis publicado por el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW por sus siglas en inglés), con sede en Washington, “el levantamiento de las restricciones permitiría a Ucrania comenzar a atacar objetivos militares rusos importantes y al mismo tiempo obligaría inmediatamente a Putin y al comando militar ruso a tomar una decisión sobre la asignación de activos limitados de defensa aérea y guerra electrónica y la configuración de los sistemas de logística y apoyo militar rusos en todo el teatro de operaciones y la retaguardia profunda”. Sin embargo, el think tank señala que Rusia ha trasladado al interior del país en los últimos meses varios activos militares que podrían estar al alcance del fuego ucraniano.

A favor del levantamiento de las restricciones se ha pronunciado en los últimos días el Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell. “Reitero que el levantamiento de las restricciones sobre el uso de las capacidades contra los militares rusos implicados en la agresión contra Ucrania, de acuerdo con el derecho internacional, reforzaría la autodefensa ucraniana, salvaría vidas y reduciría la destrucción en Ucrania”, escribió este lunes en un mensaje de X. “Ucrania necesita defensa aérea ya”, subrayó Borrell, en vísperas de la reunión informal de los ministros de Exteriores y Defensa de la UE que se celebrarán el jueves y el viernes en Bruselas. 

Savill, quien antes de incorporarse a RUSI trabajó durante 20 años en el ministerio de Defensa de Reino Unido, cree, sin embargo, que no hay que sobrevalorar las ventajas que el levantamiento de las restricciones supondrían.

“Armas como Storm Shadow, SCALP y las variantes de mayor alcance del misil balístico lanzado desde tierra ATACMS tienen probablemente un alcance máximo de hasta 300 kilómetros. Por lo tanto, aunque pudieran desplazarse hasta la frontera, o incluso justo por encima de ella, existen límites en cuanto a los objetivos que pueden alcanzar. Las bases de bombarderos rusos de largo alcance desde las que se lanzan ataques contra las ciudades ucranianas están aún más adentradas en Rusia. Además, Storm Shadow y SCALP se utilizan mejor contra búnkeres y edificios fuertemente protegidos; tienen mucho menos valor cuando se emplean contra bases aéreas abiertas”, comenta.

“Ahí es donde el ATACMS, con una ojiva de racimo, sería mejor utilizado para atrapar helicópteros y cazas más pequeños en campo abierto, antes de que lancen bombas planeadoras o armas similares contra las fuerzas ucranianas en el norte”, explica. “Storm Shadow y SCALP podrían utilizarse entonces contra depósitos de armas protegidos. Ambos objetivos debilitarían a las fuerzas rusas en primera línea, que tratan de contener la incursión de Kursk. O podrían obstaculizar a las fuerzas que amenazan Jarkóv. Pero los ucranianos han tenido más éxito atacando Crimea con estas armas, desmontando poco a poco las defensas de la zona”.

Lo que el experto sí descarta es que los países vecinos y los socios de la OTAN accedan en el corto plazo a intervenir con su fuerza aérea para abatir misiles y drones rusos. “La creación de una especie de zona de exclusión aérea o alianza de defensa aérea probablemente requeriría que los aliados de la OTAN estuvieran preparados para enfrentarse a los aviones rusos. No hay indicios de que los aliados de la OTAN estén dispuestos a hacerlo ahora, y la creación de algo más defensivo pero con el nivel adecuado de preparación para responder a los ataques con misiles no se produciría rápidamente, ya que sería necesario llegar a un acuerdo sobre las bases y las reglas de enfrentamiento”, explica.

Armas de producción propia

Mientras presiona a los aliados, Ucrania también trabaja en aumentar y mejorar su capacidad de producción de armamento. “Ucrania está preparando sus respuestas. Armas de producción propia”, escribió el lunes el ministro de Defensa en un mensaje en X.

Zelenski presentó el pasado fin de semana —en ocasión del Día de la Independencia de Ucrania— una de esas armas, el misil-dron Palianytsia. “Fue diseñado en nuestro país para destruir el potencial ofensivo del enemigo. La producción de drones misiles aumentará al igual que la de drones de ataque de largo alcance, cuya eficacia vemos casi a diario”, dijo el mandatario ucraniano.

Drones de largo alcance fueron empleados por las fuerzas ucranianas para atacar este lunes el aeródromo estratégico ruso de Engels, a unos 600 kilómetros de Ucrania. Y este martes el presidente anunció en una rueda de prensa en Kiev que Ucrania había realizado con éxito un test del primer misil balístico de fabricación nacional.