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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Análisis

Qué pretende hacer Ucrania con los tanques que exige a Europa

Fue una de las imágenes más icónicas de las primeras semanas de guerra en Ucrania. Una columna con una veintena de tanques y blindados rusos fue atacada en Brovary, una localidad a 35 kilómetros de Kiev. A pesar de estar dentro del alcance de la artillería ucraniana que defendía la capital, se agruparon en fila india en una carretera situada en una llanura de gran visibilidad. Recibieron un duro castigo comenzando con los tanques que dirigían la marcha y después con los que la cerraban. Los rusos se habían metido en una trampa por los errores de su táctica, la incompetencia de sus jefes o ambas cosas.

La llegada de armas antitanque occidentales a Kiev provocó la destrucción de numerosos blindados rusos. Los medios se llenaron de fotos de torretas que habían saltado por los aires tras detonar la munición de su interior, esqueletos metálicos de blindados destruidos por los ucranianos o incluso tractores que remolcaban esos tanques dañados en el campo de batalla. Un alto número había sido abandonado al quedarse sin combustible ni posibilidades de obtenerlo.

Moscú contaba con 2.800 tanques y 13.000 blindados de menores dimensiones antes del inicio de la guerra. Según algunas estimaciones difíciles de confirmar, pudo haber perdido en total unos 1.300 en los primeros meses de combates. Su superioridad sobre los ucranianos era muy clara en este punto sin que los generales rusos pudieran obtener beneficios evidentes de ella.

Se llegó a escribir que la era de los tanques había terminado, como antes se había dicho algo parecido de los portaaviones, otro de los grandes símbolos de una guerra. Las armas antitanques son más efectivas que nunca y su manejo es algo en lo que se puede entrenar a un soldado en muy poco tiempo.

Tras una aparición no esencial en la Primera Guerra Mundial, los británicos decidieron eliminar sus unidades blindadas en 1928. Los alemanes les sacaron del error en los años 30 cuando sus tanques demostraron que podían ser demoledores con su movilidad y una estrategia de uso combinado con la infantería y artillería. En la blitzkrieg con la que conquistaron Europa, jugaron un papel esencial.

La batalla de Kursk, en la que participaron 6.000 tanques y dos millones de soldados, fue el enfrentamiento que demostró todo su poder. A pesar de sufrir grandes pérdidas, los soviéticos obtuvieron una victoria decisiva en el verano de 1943 que tuvo un papel decisivo en la derrota final de los nazis.

“Una y otra vez en los últimos 40 años, las autoridades militares han anunciado que el tanque está muerto o agonizando”, escribió en 1960 el historiador británico Henry Liddell Hart. “En cada ocasión, se ha levantado de la tumba a la que le enviaron”.

La guerra de Ucrania lo ha vuelto a probar incluso con su empleo erróneo, como también lo hizo el breve conflicto en el que Azerbaiyán derrotó a Armenia en 2020. “Ambos demuestran que los tanques deben utilizarse con el apoyo adecuado de otras armas. De otra manera, los tanques, como cualquier armamento, serán vulnerables. Las unidades de tanques rusos carecían de infantería suficiente, lo que les convirtió en vulnerables ante los equipos antitanque, y las envejecidas defensas antiaéreas de Armenia no pudieron proteger a sus tanques de los TB2 (drones) de Azerbaiyán, lo que les ocasionó grandes pérdidas”, ha escrito Rob Lee, del 'think tank' Foreign Policy Research Institute.

Los tanques deben formar parte de una estrategia de uso conjunto con la infantería y la artillería, algo que no ha ocurrido en muchas ocasiones en esta guerra. Kiev cree que pueden jugar ese papel en la ofensiva con la que quiere recuperar todo el control del Donbás, ocupado en su mayor parte por tropas rusas. Después de meses de discusiones y presiones, ha conseguido su objetivo. El Gobierno alemán ha anunciado esta semana el envío de una compañía de tanques Leopard, además de conceder el permiso preceptivo para que otros países que le compraron ese blindado, como es el caso de España, puedan enviarlos a Ucrania.

Como forma de influir en Berlín, se ha dicho que los Leopard serían la palanca esencial para que Ucrania gane la guerra. Es una muestra de triunfalismo con poca base en la realidad. Fue lo que hizo el ministro británico de Defensa, Ben Wallace, cuando anunció la donación de catorce tanques Challenger a Kiev: “Significa que (Ucrania) puede pasar de resistir a expulsar a las fuerzas rusas del territorio ucraniano”.

Es cierto que muchos análisis occidentales concedían pocas posibilidades de victoria a los ucranianos en 2022 por la gran superioridad demográfica y de armamento rusos. Todo eso comenzó a cambiar con la ofensiva en la región de Járkov y la retirada rusa de la ciudad de Jersón en 2022. Los reveses obligaron a Vladímir Putin a ordenar una movilización militar con la que se reclutó a 300.000 soldados más, de los que la mitad aún están siendo entrenados en territorio ruso.

Kiev presumió de que la llegada del General Invierno no iba a frenar su avance. Al final, no ha habido grandes movimientos de tropas en los últimos meses, con excepción de los combates en torno a Bakhmut, donde los rusos, en especial los mercenarios contratados por la empresa privada Wagner, han sacrificado a miles de soldados para intentar conceder a Putin una victoria. Los ucranianos también han sufrido fuertes pérdidas hasta el punto de que es discutible que hayan realizado tal sacrificio por el control de una ciudad cuyo valor estratégico no es fundamental.

Kiev pretende que los tanques que reciba sean la punta de lanza de la ofensiva prometida sobre el Donbás y sus provincias de Donetsk y Lugansk. Carros de combate como el Leopard cuentan con mejor blindaje que los tanques rusos, más precisión en sus disparos con el cañón y un mejor sistema de navegación que le permite realizar operaciones de noche. Esa ventaja se considera esencial ante una misión en la que el éxito no está garantizado, ya que los rusos han tenido mucho tiempo para fortificar sus líneas de defensa en el Donbás.

Pero no serán los tanques solos los que superen esas defensas. “Kiev tendrá que construir una nueva estrategia para sus operaciones de ataque”, escribe Franz-Stefan Gady, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS). “La fortaleza de estos tanques descansa en números muy simples. Ucrania debe poder operar y sostener una brigada blindada de hasta cien Leopards para tener un impacto significativo en el conflicto. Eso puede ser un desafío extremadamente complicado, pero no es imposible”.

Según un cálculo del IISS, se necesitarán de tres a seis semanas para dar un entrenamiento básico a los ucranianos en el uso del Leopard. El objetivo de Berlín, que ha prometido un primer envío de 14 unidades, es que los países europeos aporten 88 tanques de este modelo, lo que permitiría formar dos batallones.

Alemania se había resistido hasta ahora a dar ese paso. Este miércoles quedó claro que todo dependía de un acuerdo con Washington, porque los alemanes no querían aparecer solos en la foto. Joe Biden anunció el envío de 31 tanques M1 Abrams, que no se hará efectivo hasta dentro de bastante tiempo, probablemente a partir del otoño.

El Pentágono se había resistido a entregarlos por las dificultades de su mantenimiento. Es un monstruo de 70 toneladas –por 55 del Leopard– que utiliza queroseno de aviación como combustible, lo que haría más complicado su aprovisionamiento en Ucrania. “El M1 Abrams es un sistema complejo de armamento y con un mantenimiento difícil. Eso era cierto ayer, es cierto hoy y será cierto en el futuro”, dijo el general Ryder, portavoz del Pentágono, este mismo martes.

Finalmente, ambos países han dado luz verde casi al mismo tiempo al envío de tanques tanto por razones políticas como militares. No tienen la seguridad absoluta de que vayan a desequilibrar esta guerra de desgaste en favor de Ucrania, pero sirven como mensaje directo a Moscú. Si Putin no está dispuesto a permitir que Rusia pierda la guerra, EEUU y Europa harán lo que sea necesario con tal de que Ucrania no sea derrotada.